Lamote de Grignon Ribas, Ricard. Barcelona, 25.IX.1899 – 5.II.1962. Compositor y director de orquesta.
Hijo de Joan Lamote de Grignon, de quien recibió su primera formación musical, Ricard continuó sus estudios musicales en el Conservatorio del Liceo de Barcelona, donde tuvo como profesor de Violoncelo a Bernardí Gálvez, y a su propio padre en los cursos de Composición, además de recibir lecciones de Piano de Franz Marshall, el eminente pianista continuador en Barcelona de la escuela de Enric Granados. En un primer momento, pareció que la carrera de Violoncelo iba a ser la realización de la vocación más profunda del futuro compositor y esto explica que en 1919, con veinte años recién cumplidos, el joven músico ingresara como violoncelista en la Orquestra Simfònica de Barcelona fundada por Joan Lamote en 1910 y muy pronto en la del Gran Teatre del Liceu. Sin embargo, y simultáneamente a su labor como instrumentista ya en estos primeros momentos, Ricard Lamote hizo sus primeros ensayos en el terreno de la composición con la colección de doce pequeñas piezas para piano, Engrunes (“Migajas” sería su título en castellano), concebidas ya dentro de la corriente estética conocida como neonoucentisme y que tiñó buena parte de la producción musical catalana a lo largo de la década de 1920.
Casado con Montserrat Coll, su primera biógrafa, en 1924, Ricard Lamote asumió sus nuevas responsabilidades de ser padre de familia intentando procurarse una forma de trabajo más estable que viniera a complementar sus irregulares ingresos como violoncelista y así, y tras probar fortuna en el terreno del negocio de la fabricación de cilindros para pianola, en 1926 obtuvo la plaza de percusión y de teclado en la Banda Municipal de Barcelona, de la que era director su padre y en la que finalmente había de ocupar el cargo de subdirector en 1932.
La experiencia en la Banda como intérprete y a la vez responsable, junto a Joan Lamote, de la programación de los conciertos en su sede habitual del Palau de Belles Arts fue de extraordinaria importancia en la formación del compositor, en especial en el desarrollo de dos características que distinguirán la música de este artista: en primer lugar, su puesto de percusionista despertó en el músico una sensibilidad especial por el color y el timbre de los instrumentos como valores sustanciales de la música. En segundo lugar, su responsabilidad como subdirector de una formación integrada por instrumentos de viento a la que Joan Lamote, con los años y una dedicación fuera de lo común, había transformado en un sucedáneo casi perfecto de una orquesta sinfónica, comportaba el trabajo concienzudo meticuloso de transcripción para banda de las grandes obras del repertorio orquestal clásico, romántico y nacionalista lo que a la postre significó para el compositor un dominio perfecto de la escritura orquestal y del arte de la instrumentación.
Fue este período comprendido entre la instauración de la Segunda República y el estallido de la Guerra Civil uno de los momentos más fértiles en la producción del compositor. Fueron años de afirmación de su personalidad como creador que parece finalmente empezar a volar libremente fuera de la sombra coercitiva proyectada por la figura del padre. Su integración en el grupo de Compositors Independents de Catalunya, junto con Manuel Blancafort, Robert Gerhard Joan Gibert Camins, Agustí Grau, Frederic Mompou y Eduard Toldrà, significaba compartir los valores de una nueva generación de compositores, quizás menos dotados que sus mayores en el terreno del activismo y del liderazgo musical de grandes proyectos cívicos, pero por ello mismo más concentrados en elevar el nivel intelectual de su producción artística.
Ricard Lamote compuso, durante estos años, obras en todos los géneros y para todos los formatos: desde una obra espectacular para banda, tres solistas y coro, como es Joan de l’Ós sobre el poema de Josep M. de Sagarra, estrenada en el Palau de Belles Arts durante el concierto inaugural de presentación del Festival Internacional de Música Contemporánea, celebrado en Barcelona en 1936, hasta las variaciones sinfónicas Facècies, ganadora del Premio Juli Garreta en 1938 y que fue interpretada aquel mismo año en Barcelona por la Orquesta Nacional de Conciertos; y ello sin olvidar las incursiones del compositor en el terreno de la música vocal, ya bien en la forma de lied para orquesta, como Tríptic, sobre textos de Rabindranath Tagore de 1935, o en el del género operístico a través de Le petit chaperon vert (La pequeña caperucita verde), obra todavía inédita.
La situación ya difícil de Ricard Lamote en la Banda y los conflictos con el Comité Sindical, que tomó el mando de la formación durante la Guerra, no hizo sino empeorar tras la ocupación de Barcelona por las tropas franquistas en enero de 1939, ya que una serie de denuncias, así como el recuerdo del estreno 1936: cartell simfònic, poema sinfónico circunstancial en el que el compositor manifestaba sin equívocos su fidelidad a la causa republicana y al nacionalismo catalán, condujeron a su detención, y a punto estuvo de ser fusilado por “rojo separatista”. Después de un doloroso cautiverio de cuarenta días, el músico aún tuvo que recibir la triste noticia, a finales de 1941 y cuando empezaba a reemprenderse la actividad regular de la Banda, de su destitución y la de la jubilación forzosa de su padre al frente de aquella institución musical que los Lamote habían convertido en emblemática para los barceloneses.
Comenzaban así, y puesto que en la Ciudad Condal se les habían cerrado todas las puertas, el período de exilio que llevó a Joan y a Ricard con sus respectivas familias a Valencia para hacerse cargo allí, padre e hijo respectivamente, de la dirección y subdirección de la Orquesta Municipal que el Ayuntamiento de aquella ciudad acababa de crear por la misma época en que Barcelona fundaba también su propia Orquesta de titularidad pública, que se confiaba a Eduard Toldrà, buen amigo de Ricard Lamote. El contrato que vinculaba a los Lamote con la sinfónica valenciana fue firmado por cinco años, de 1943 a 1947, y todavía fue prorrogado para Ricard, quien permaneció en la ciudad del Turia dos años más como asistente del nuevo director titular Hans von Benda. La relativa estabilidad profesional del exilio valenciano —aun siempre ocupando un discreto segundo plano tras el prestigio del padre— significó para el compositor catalán un momento propicio a la reanudación de la labor creativa. Ofrenda (tres danzas españolas) o Fantasía sobre temas de Serrano son obras de este momento estrenadas por la Orquesta Municipal de Valencia, como lo son asimismo la interesante pieza experimental Goya, seis piezas desagradables para diez solistas y Miniatures, obras ambas en las que el compositor profundiza en la expresión polifónica libre de los instrumentos de viento.
Finalizado el compromiso que lo unía a Valencia, Ricard Lamote regresó definitivamente a Barcelona a finales de 1949, con un estado de ánimo exultante de alegría fruto del cual iba a ser la rutilante Simfonia catalana, estrenada por la Orquestra Municipal en 1956. Sin embargo, no dejaron de surgir nuevos contratiempos en la vida de este artista, para el cual la composición y la vida hogareña constituyeron el necesario remanso de paz desde el que hacer frente a las contrariedades externas de índole laboral y económica especialmente graves en una posguerra de privación y de miseria, y la principal de ellas había de suceder otra vez en la Banda Municipal, obligada a readmitir al músico, aunque por poco tiempo en su cargo de subdirector. Por suerte, el fracaso fue sólo temporal, ya que en 1957, Ricard Lamote era nombrado subdirector de la Orquestra Municipal y colaborador del maestro Toldrà. Mientras tanto, Lamote continuaba haciendo prospecciones en el campo de la nueva música, ya que el mismo año 1957 ganaba el Premi Santa Llúcia, organizado por Joventuts Musicals con Toccata, una obra breve —para flauta, oboe, clarinete y cuerda— pero atrevida por el empleo en ella de la técnica dodecafónica. Y un año después llegaba su concierto para piano y orquesta, Tríptico de la Piel de Toro —estrenado el mismo año por la Orquestra Municipal—, donde se reformulaba desde un ángulo crítico el nacionalismo hispano. Otra aspiración por mucho tiempo anhelada era estrenar su ópera La cabeza del dragón que el compositor había terminado en la inmediata posguerra a partir de una obra de teatro infantil del escritor Valle-Inclán. Y la ocasión llegó al fin de la mano del empresario del Gran Teatre del Liceu, Joan Antoni Pàmies, quien programó la obra dentro de la temporada operística de 1960-1966, dirigiéndola el propio Lamote. Y un dato curioso a destacar es que fue esta ópera la primera retransmitida íntegramente por televisión desde el Liceu.
Pero la música de concierto no fue la única que acaparó la atención del compositor. En 1951 aceptó el encargo de intervenir en la banda sonora del film del director Daniel Mangrané, Parsifal, dirigiendo la Orquestra del Gran Teatre del Liceu y realizando los arreglos necesarios para adaptarse a las necesidades musicales del guión, los cuales incluían la composición de unos episodios musicales de carácter wagneriano destinados a ilustrar las escenas en las que el protagonista de la última ópera del compositor alemán era todavía un niño. Este trabajo inició una etapa fecunda de colaboración de Ricard Lamote con la industria cinematográfica para la que Lamote compuso las bandas sonoras de un total de veinticuatro películas a lo largo de la década de 1950.
El cántico dels càntics de Salomón, para orquesta y dos solistas —barítono y contralto—, fue la última obra en la que el compositor estuvo trabajando poco antes de morir. Cuando en el mes de noviembre de 1961 asistió al estreno mundial de L’Atlàntida de Manuel de Falla, en el Gran Teatre del Liceu, tanto él como el maestro Eduard Toldrà estaban ya enfermos.
Toldrà tenía que dirigir dos funciones en Barcelona y una en Cádiz —ciudad natal de Falla—, el 30 de noviembre de 1961. Después de regresar, los dos artistas fallecieron a los pocos meses.
Ricard Lamote de Grignon ha sido uno de los músicos pertenecientes a la generación de compositores catalanes de la República con una producción más extensa y variada. Artista con una sólida formación académica, ello no fue óbice del interés que el músico sintió a lo largo de su vida por todos los estilos, inclusive el jazz o la música ligera. El neoclasicismo es una forma permanente de expresión que permite el desarrollo de diversos manierismos en el compositor, como su atracción hacia el preclasicismo scarlittiano tan presente en una obra de juventud, de factura perfecta, como es Sonatina, o el interés por el nacionalismo andalucista de tradición tan arraigada en los compositores catalanes desde Isaac Albéniz.
Y la misma proliferación de manieras o perspectivas prismáticas tras las cuales palpita, no obstante, una originalidad genuina es la que ha conducido a Ricard Lamote a interesarse en algunas obras por la monodia antigua o la canción tradicional catalana con sus consecuentes aplicaciones en el terreno de la armonía o de la instrumentación, en las que el compositor catalán ha demostrado ser un consumado maestro.
Obras de ~: Música orquestal: Suite simfònica del Ballet “El rusc”, 1928; Boires, 1929; Quatre estances de Kayyam, 1932; Joan de l’Ós, 1933; Tríptic, 1935; Facècia: variacions calidoscòpiques sobre un tema empordanès, 1936; Ofrenda, 1942; Fantasía sobre temas de Serrano, 1944; Epitalami, 1946; Tres sonates del pare Soler, 1949; Simfonia catalana, 1950; Enigmes, 1951; Concierto Mágico, 1952; Juglaresca, 1953; Medea, 1954; Tríptico de la Piel de Toro, 1958; El cántico dels càntics, 1962. Ópera: Le petit chaperon vert, 1933; La flor, 1934; La cabeza del dragón, 1939; Magia, 1953. Ballet: El rusc, 1928; Somnis, 1929; Un prat, 1930; Divertiment, 1936. Música de cámara: Suite a l’antiga, 1926; Quatre petites pastorals, 1934; Tres piezas breves, 1940; Bagatelas de fin de siglo, 1941; Nana, 1942; Melodía. Foxtrot, 1942; Goya, seis piezas desagradables para 10 solistas, 1944; Miniatures, 1944; Tres cants magiars, 1948; Negra Selva, 1951; Monocromies, 1955; Toccata, 1957; Vent del Montseny, 1961. Piano: Engrunes, 1923; Vesprada, 1924; Preludi i fuga, 1926; Sonatina; Preludis per a l’amic absent, 1935; Vals, 1936; Suite innominada, 1939; Alborada, 1940; Ofrenda, 1942; Cucufate, 1945; Marxa solemne, 1946; El mas, 1949; Epifania, al jardí dels Reis, 1951; Concierto mágico, 1952. Canción para voz y piano: Mira que és bell el mar, 1922; Sol-solet, 1923; Cinc cançons, 1928; Quatre estances de Kayyam, 1930; Dos petits poemas, 1931; Amor de dona, 1932; A l’amic, 1933; Balada de la rosa del te, 1933; Tríptic, 1934; Tot l’enyor de demà, 1939; Seis cancioncillas en estilo popular, 1939; Plugeta lleu, 1944; El noguer, 1945; Cieguito soy, 1946; Barcarola, 1950; Cants homèrics, 1961; Vent del Montseny, 1961.
Música coral: Villancico, 1917; Todos le llevan al Niño, 1930; Joan de l’Ós, 1933; La cançó dels digodins, 1936; Mañanita en verde prado, 1942; No me mueve, mi Dios, para quererte, 1942; Sant Lluc, 1943; Tres fabulillas, 1943; Himno a Nuestra Señora de Araceli, 1948; L’oració per anar-se’n al llit, 1950; Cançons de bon humor, 1955; Paisatges llunyans, 1955; Tres cançons de bon humor, 1955. Sardana y música para cobla: Nupcial, 1925; Sant Telm, 1927; El noguer, 1945; Enyor, 1946; El mas, 1949; Amical, 1950; Camí de llum, 1952. Música para el cine: Relato policíaco, 1945; Parsifal, 1951; Concierto mágico, 1952; El golfo que vio una estrella, 1953; El duende de Jerez, 1953; Juzgado permanente, 1953; Cañas y barro, 1954; Los agentes del quinto grupo, 1954; El presidio, 1954; La canción del penal, 1954; La pecadora, 1954; Lo que nunca muere, 1954; Pleito de sangre, 1955; Camino cortado, 1955; Hospital de urgencia, 1955; Sitiados en la ciudad, 1955; La huida, 1956; Pasión bajo el sol, 1956; Juanillo, papá y mamá, 1957; Cuatro en la frontera, 1957; Sin la sonrisa de Dios, 1957; La muralla, 1958; Los cobardes, 1958; Llama un tal Esteban, 1959.
Bibl.: M. Valls i Gorina, La música catalana contemporània, Barcelona, Editorial Selecta, 1960; J. Climent, Historia de la música contemporánea valenciana, Valencia, del Cenia al Segura, 1978; J. C. Colldeforns, “Als 25 anys de la seva mort. Evocació de Ricard Lamote de Grignon”, en Revista Musical Catalana, n.º 27 (enero de 1987); M. Coll, Lamote de Grignon, Barcelona, Edicions del Nou Art, 1989 (col. Gent Nostra, 74); F. Bonastre, La Banda Municipal de Barcelona: cent anys de música ciutadana, Barcelona, Ajuntament, 1989; X. Aviñoa, Història de la música Catalana, Valenciana i Balear, vol. IV, Barcelona, Edicions 62, 1998; C. Calmell, Ricard Lamote de Grignon, 1899-1999, Barcelona, Generalitat de Catalunya, 1999; J. M. Almacella i Díez, Del carrer a la sala de concerts. La Banda Municipal, 1886-1944, Barcelona, Arxiu Municipal, 2006.
César Calmell y Piguillem