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Francisco de Paula Rojas Rubio

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Biografía

Rojas Rubio, Francisco de Paula. Guadalajara, 29.XI.1861 – 9.XII.1924. Pionero de la Aeronáutica militar española.

Francisco de Paula Rojas Rubio ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara el 1 de octubre de 1880. Tras cinco años de estudios “con notable aprovechamiento”, fue promovido al empleo de teniente el 22 de julio de 1885. Su primer destino fue el 4.º Regimiento de Ingenieros (Barcelona). De allí saldría, primero destacado y luego de plantilla, hacia el que sería segundo y definitivo destino, en su ciudad natal.

Unos meses antes, en diciembre de 1884, se había producido una nueva organización de las tropas de Ingenieros (Real Decreto de 15 de diciembre) por la que se asignaba a la 4.ª Compañía del Batallón de Telégrafos la experimentación con globos aerostáticos, cuyas aplicaciones militares se iniciaban en todos los países. España se unió a ellos y tras una comisión de estudios a París, se adquirió un “tren aerostático”, modelo francés, que, tras muchas vicisitudes presupuestarias, llegó finalmente a Guadalajara en 1889. El oficial responsable del mismo, Anselmo Sánchez Tirado, publicó ese mismo año, en colaboración con Jacobo García, el tratado Aerostación militar, que, con la obra homónima de José Suárez de la Vega, divulgaron entre la oficialidad de ingenieros las nuevas tecnologías. Ambas obras y las numerosas revistas especializadas que pudo consultar, fueron devoradas por el teniente Rojas y asimiladas hasta el punto de granjearle cierta fama de experto en cuestiones de aerostación y facilitarle el traslado, en comisión de servicio, al Batallón de Telégrafos de Guadalajara.

Obtenido ese destino en 1894, se hizo cargo del Detall del parque Aerostático como “encargado de estudios técnicos y de fotografía”.

Al año siguiente, 1895, vio la luz un trabajo firmado por “un jefe de Ingenieros” (de autoría no confirmada), donde se hacía un estudio minucioso de varias organizaciones aerostáticas extranjeras y se propugnaba su posible adopción, como Servicio Independiente, en España. Dentro de esa inquietud del Alto Mando Militar se inscribe el viaje de estudios del ya capitán Rojas, con el teniente coronel Suárez de la Vega, a los servicios de aerostación de Alemania, Francia, Inglaterra e Italia, en abril de 1896. A resultas de ese viaje, una Real Orden de 14 de septiembre asignó carácter independiente a la “Unidad de Aerostación y Telegrafía Alada” de Guadalajara. Su jefe, el comandante Vives Vich, recibió el mando del Parque Aerostático y “facultades de 1.er jefe del Cuerpo” el 17 de diciembre.

De ahí que esta fecha de 1896 se considera la del nacimiento de la aerostación militar española. Allí estaba Rojas, el técnico, con los otros “pesos pesados” de la naciente aviación española: el comandante Vives, “gran organizador”, y el teniente Kindelán, “ejecutor aéreo”, a los que hay que añadir, para completar la cita de Gomá, “los que por sus excepcionales condiciones dieron impulso a la aeronáutica española en los primeros días: comandante García del Campo; tenientes, Gordejuela, Herrera y Jiménez Millas”.

En 1898 se produjo el primer reconocimiento oficial de la labor científica de Rojas: su obra Los globos en la guerra fue recompensada con una Cruz del Mérito Militar pensionada (10 por ciento por Real Orden de 7 de enero).

Al finalizar el siglo, el capitán Rojas siguió excedente en la 5.ª Región. Su jefe inmediato, Vives, solicitaba reiteradamente su destino de plantilla a la Unidad donde, con carácter agregado, ostentaba la Jefatura de Parque y Talleres. Por fin, por Real Orden de 31 de octubre de 1901, se le concedió oficialmente y permaneció allí, trabajando, hasta su fallecimiento.

El 27 de noviembre 1905 causó baja y alta en el Parque Aerostático, por ascender a comandante (como sucedió en los demás empleos) y, ese mismo año, obtuvo la Cruz de San Hermenegildo. Rojas era ya una institución y la seguridad y regularidad del servicio aerostático dependían, en gran medida, de su labor.

En 1909, en comandita con el capitán Celestino García Antúnez, patentó en Londres un dirigible de su invención.

Por Decreto Orden n.º 125 ascendió a teniente coronel el 9 de junio de1914. Por Decreto Orden n.º 75 quedó disponible en la 1.ª Región el 6 de agosto de 1918 y en situación de Reserva (con el empleo de coronel) el día 28.

Aún no había transcurrido un mes de su paso al bien merecido descanso cuando, con fecha 14 de noviembre de 1918, firmó una instancia en la que solicitaba continuar en el Servicio de Aeronáutica como agregado “sin ventaja alguna de sueldo ni abono de tiempo de servicio a ningún efecto”. En la concesión real se hace constar que “es voluntad de S. M. se den las gracias al referido coronel por el elevado espíritu y amor al servicio que revela su petición”. Esas dos pinceladas condensan la vida militar de Rojas, dedicada en cuerpo y alma a la aeronáutica en Guadalajara. Él es “el capitán que suscribe” innumerable veces al hacerse cargo del mando cada vez que Vives salía a volar, pero es, sobre todo, el técnico insustituible cuya compenetración con Vives y los aerosteros prácticos fue perfecta. Realizó muy pocas ascensiones, ya que su estado físico se lo impedía. En su expediente figuran varios escritos según los cuales “pasa a reconocimiento médico por encontrarse delicado de salud” (la última ocasión lleva fecha de 9 de febrero de 1916).

Por esa razón, toda su inteligencia se volcó en la labor organizativa y de investigación de la que dieron fe la ejecutoria del Parque y sus numerosas publicaciones.

Muestras de ambas cosas son que en 1900 llevó a cabo un proyecto de vehículo para transporte de hidrógeno, que fue construido y declarado reglamentario, y que el 25 de octubre de 1902, en un viaje Guadalajara- Salamanca de 8 horas y 40 minutos el globo Marte sobrevoló por primera vez el macizo de Guadarrama.

Iba equipado con un estatóscopo especial que le permitía graduar los lanzamientos de lastre en función de la velocidad y altura. La tripulación felicitó al capitán Rojas, inventor del aparato, por su gran utilidad para regularidad y eficacia de las ascensiones. Además del citado estatóscopo, también reglamentario, “el coronel Rojas —citamos textualmente de un memorial de méritos de 1918— es inventor de: un aparato para indicar constantemente la marcha de un buque; un indicador de la altura a la que navega sobre la tierra un globo libre; un indicador de virajes para aeroplano [...] estudios todos originales y aplicados con completo éxito, no mencionando ningún trabajo que haya sido recompensado a fin de otorgarle una señalada recompensa por servicios tan relevantes”.

Desde otro punto de vista, a su “envidiable reputación dentro del Ejército y en el mundo científico” contribuyeron sus numerosas publicaciones, entre las que caben destacar dos importantes textos: Los globos en la guerra, premiado en 1896, y Servicio Aerostático Militar, de 1906. Este último tratado fue publicado por cuenta del autor y declarado texto provisional para la Academia de Ingenieros por Decreto Orden n.º 282 de 22 de noviembre de 1906.

Ya en esa época (1906) el teniente coronel Vives transmitió al comandante general de Ingenieros “Cuatro memorias escritas por el comandante Rojas, de éste Parque Aerostático, tituladas: Apuntes de Aerostática, Termómetros para conocer la temperatura del gas, Globos exploradores y Globos con cámara de aire, que considero de verdadero mérito y de gran utilidad...”.

A continuación de este escrito, Rojas respondió a la solicitud de hacer constar la bibliografía empleada, transcribiendo con su minuciosa caligrafía las numerosas obras y revistas, internacionales, consultadas. Y Vives concluyó que “si bien el Cte. Rojas ha consultado cuantos libros, artículos y folletos ha creído podrían contribuir a completar el mayor conocimiento del asunto que ha tratado en cada una de sus memorias, éstas constituyen verdaderos tratados originales”.

Con independencia de las memorias y escritos, más o menos oficiales, de los que el comandante Rojas fue especialmente prolífico, su aureola científica se vio reforzada por los artículos publicados en las revistas técnicas de su época. En el apartado de bibliografía se incluyen solamente los que constan en su hoja de hechos, ya que escribió otros de difícil catalogación.

Tal es el caso del trabajo que transcribe Gomá (1946, t. I: 497-505, sin título) de un Rojas juvenil por ideas e inquietudes, aunque ya sexagenario.

En su expediente del Archivo General e Histórico del Aire abundan los documentos que testimonian el afecto que se le profesaba, la admiración por su obra y sus valores humanos que le hicieron superar sus limitaciones físicas y continuar trabajando en sorprendentes y meritorias condiciones. Especialmente emotivo, por lo que sucedió después, es un escrito de recomendación, de 12 de mayo de 1917 donde consta que “el teniente coronel Rojas expone el deseo de que su hijo, teniente del Cuerpo de Ingenieros, destinado actualmente en el 2º Regimiento ocupe la vacante que se dice ha de producirse... para hacerse aerostero”. Se trataba de Francisco de Rojas Guisado (1897-1920), ingeniero e inventor como su padre, entusiasta del aire, que tres años más tarde fallecería en Marruecos, cuando, supliendo al observador, un proyectil enganchado en el lanzabombas estalló al aterrizar tras una misión de bombardeo.

En atención a los servicios prestados y a su prestigio técnico y humano, en noviembre de 1925 se puso el nombre de Coronel Rojas al primer globo construido en los talleres de la Aerostación Nacional. Dice Gomá: “Con este bautizo se quiso homenajear a uno de los mejores ingenieros de todos los tiempos, sujeto a trabajar forzosamente tras una mesa, en razón de su invalidez física”. Porque, como puntualiza Herrera mucho más tarde, “puede considerarse al coronel Rojas como el primer ingeniero aeronáutico de España”.

 

Obras de ~: “Descripción del galvanómetro de tensión Siemens-Halske”, en Revista Memorial de Ingenieros (RMI) (1895); Los globos en la guerra, Madrid, 1896; “Nuevo sistema belga de pararrayos para locales destinados a sustancias explosivas”, en RMI (1902); “Interruptor automático para evitar accidentes en caso de rotura del hilo de trabajo de un tranvía eléctrico”, en La Energía eléctrica, n.º 2 (noviembre de 1903); Servicio Aerostático Militar, Guadalajara, 1906; “Conos y anclas, su teoría y cálculo”, en RMI (1906); “Ascensiones con globo esférico. Manual teórico-práctico para pilotos”, en La España industrial (1909); “Idea de un aparato para indicar constantemente la velocidad de marcha de un buque”, en RMI (1909); “Certamen aeronáutico de Reims y algunas observaciones sobre los resultados obtenidos”, en RMI (1909); “Algunas consideraciones sobre la importancia actual de los globos cautivos”, en RMI (1916); “Indicador de la altura a que navega sobre tierra un globo libre”, en RMI (1916); “Indicador de virajes para aeroplanos”, en RMI (1917).

 

Fuentes y bibl.: Archivo General e Histórico del Aire (Villaviciosa de Odón, Madrid), Exp. P93350.

J. Gomá Orduña, Historia de la aeronáutica española, vol. I, Madrid, Prensa Española, 1946, págs. 70, 73, 84, 191 y 226-227; E. Herrera Alonso, “Semblanza”, en Revista de Aeronáutica y Astronáutica, n.º 358 (septiembre de 1970), págs. 661-662.

 

José Ramón Martelés López