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Antonio Fernández Trevejo

Biografía

Fernández Trevejo (o Trebejos), Antonio. La Habana (Cuba), 10.XII.1735 – La Habana (Cuba), 18.XII.1800. Coronel del Ejército e ingeniero en jefe.

En la segunda mitad del siglo XVIII había un corto número de ingenieros del Real Cuerpo en la isla de Cuba, por lo que hubo que conseguirlos entre los ingenieros voluntarios de la plaza, así llamados según la reglamentación de la época. Él más conocido fue Antonio Fernández Trevejo, natural de La Habana, que comenzó a servir en el Regimiento de Infantería de La Habana el 22 de abril de 1762 y el 5 de mayo de ese mismo año se le admitía como ingeniero voluntario, siéndolo en el Cuerpo de ingenieros, al ser nombrado ingeniero extraordinario el 13 de marzo de 1767. Por otro lado, era incorporado al Cuerpo gracias a los méritos obtenidos en la defensa contra los ingleses de las fortificaciones de la Chorrera y el Morro, dirigiendo después numerosas construcciones en Nueva Orleans y Luisiana.

Antes de la ocupación inglesa en agosto de 1762 de La Habana, en el marco de la Guerra de los Siete Años, Trevejo, en unión de Luis José de Aguiar y Pérez de la Mota, ambos coroneles del Ejército (los oficiales de Ingenieros y Artillería podían ascender en tres escalas: la de su Cuerpo por antigüedad, y por méritos en las de Grado del Ejército, y efectivo en el mismo), se distinguieron notablemente defendiendo el torreón de Santa Dorotea en la Chorrera del Vedado, baluarte que fue destruido por el invasor. Al perderse la citada fortificación, al desembarcar los ingleses por este lugar para bombardear la plaza, Trevejo continuó luchando en el castillo del Morro, hasta caer prisionero el 30 de julio de 1762. En su expediente se indica que “montó la artillería del Fuerte de la Chorrera y aclaró las trincheras de su campo; estando abandonado dicho fuerte, y puesto mechas al almacén de Pólvora fueron quitadas por él y buelto a la defenza hasta que se concluyeron las Municiones que havia, ally fue retirado con la poca Milicia que quedó, a la Plaza, después fue embiado a la Cabaña contra los ataques que hacía el enemigo al morro, últimamente fue destinado al destacamento del Castillo del Morro donde permaneció hasta su conclusión quedando en él prisionero”. Después de recuperada la plaza fue empleado en levantar los planos y perfiles para los proyectos de fortificación de la misma, dirigiendo las obras del Morro y la Cabaña: Plano superior del Castillo del Morro situado a la Embocadura del Puerto de La Habana, el que se empezó a redificar por Enero de 1764, y se concluió por Septiembre de 1767 con todos los Edificios a prueba de Bomba, plano sin firma, pero atribuido a Trevejo. La preocupación por su reparación y perfeccionamiento es evidente en el trabajo de Trevejo, quien hará cambios en el baluarte de Tejeda, eliminará la plataforma de Santo Tomás, pasará la puerta principal al frente de tierra y organizará un camino abovedado y otro cubierto para comunicar con la batería de La Pastora y La Cabaña.

En 1763, el ingeniero Silvestre Abarca, recién firmada la Paz de París, pasaba con urgencia destinado a la Capitanía General de Cuba con el empleo de teniente coronel y con la misión de inspeccionar las fortificaciones costeras de la isla, valorar y reparar los daños que en ellas habían producido los ataques de la flota inglesa, especialmente en el apostadero de La Habana. El primer informe de Abarca es de 1766, en el que evidenciaba el buen trabajo llevado a cabo por ingenieros y trabajadores en las obras de fortificación. Abarca quiso premiar este esfuerzo solicitando la categoría de subteniente de ingenieros para Antonio Fernández Trevejo y Ramón Ignacio Yoldi. De ellos, el ingeniero decía en una carta dirigida al marqués de Esquilache el 31 de diciembre de 1765: “No puedo menos de hacer presente a vuestra excelencia el mérito y trabajo que los ingenieros voluntarios don Antonio Fernández Trebejo y don Ramón Ignacio Hioldi están haciendo desde que se empesaron estas fortificaciones y el primero mucho antes y en el citio del Morro […] y en otras defensas anteriores como consta de las certificaciones que tengo remitidas a vuestra excelencia. El segundo no tiene tantos méritos, pero es sobrino mío”.

También como ingeniero, Trevejo en 1769 participaba en la pacificación de La Luisiana, dirigiendo numerosos trabajos en Nueva Orleans.

De regreso a La Habana, Fernández Trevejo, por orden del capitán general, Felipe de Fondesviela y Ondeano, marqués de la Torre, construía el palacio del Segundo Cabo, conocido también como el palacio de la Intendencia y como Real Casa de Correos, en la antigua plaza de Armas de la ciudad. La Renta de Correos marítima exigía un nuevo inmueble acorde a sus necesidades, y el 8 de agosto de 1770 Julián de Arriaga informaba a Bucareli que Carlos III había aprobado llevar a efecto la fábrica de una nueva Casa de Administración de Correos, “acorde al proyecto realizado por Silvestre Abarca”. Las obras comenzaron el 2 de enero de 1771, pero más tarde se desplomó parte del frente principal “llevándose tras de sí, la otra pared principal paralela a él”. Tras este desastre, ya con Abarca dirigiendo el ramo de Fortificaciones del Reino en España, sería construido a partir de 1772, en conformidad con los planos presentados por el citado ingeniero, aprobados por el capitán general. En su arquitectura destacan los amplios ventanales con sus típicas rejas y la fachada, así como el patio central de cuyas arcadas arrancan las majestuosas escaleras que conducen a los altos. El edificio representa uno de los ejemplos más interesantes de la arquitectura barroca en Cuba, constituyendo un precedente, por su sencillez y sobriedad, del neoclasicismo que se desarrollaría más tarde.

Después de la ruina en la que quedó la primitiva Casa del Cabildo en la plaza de San Francisco, Silvestre Abarca realizaba un nuevo proyecto para volver a levantarla en el mismo lugar sin que fuera llevado nunca a la práctica. Hasta 1776 no se aprobaba la construcción de la nueva Casa del Cabildo en su actual emplazamiento, cuyas obras se realizaron igualmente, con proyecto de Fernández Trevejo, prolongándose hasta 1792. Este edificio, levantado con el tipo de piedra conchífera, es una buena muestra de la arquitectura habanera, superando en calidad a la contigua Casa de Correos a imitación de la cual fue realizada. En 1776 Trevejo levantaba el plano de la “Casa de Gobierno y Cárcel”, para situarla en la plaza de Armas, señalándose en un documento del capitán general marqués de La Torre: “El Coronel de Ingenieros Don Antonio Fernández Trevejo construyó las Casas de Gobierno e Intendencia, Cuarteles de Milicias de esta Plaza […] todos sin haber admitido gratificación alguna según lo ha atestiguado el Ayuntamiento de La Habana”.

El Teatro del Coliseo o Principal, primer edificio construido con tal finalidad en La Habana a iniciativa del marqués de la Torre, comenzó a levantarse en uno de los extremos de la Alameda de Paula, nuevamente bajo la dirección de Antonio Fernández Trevejo y Zaldívar. Mientras se edificaba, el marqués abrió un local provisional para representar comedias y contrató en España actores. Con la recaudación de las funciones lograba los fondos para la construcción del teatro, que abrió sus puertas el 20 de enero de 1775.

El palacio de los Capitanes Generales, actual Museo de la Ciudad, fue construido entre 1776 y 1792, siendo considerado una joya inigualable de la arquitectura colonial cubana, exponente del estilo barroco en la isla. Tiene forma de cuadrilátero, con un gran patio central y una amplia azotea. Por su importancia para la Corona, casi todos los materiales con que fue construido fueron importados. Las diez columnas de su portal de piedra labrada forman a su vez nueve arcos iguales que junto con la portada están revestidos con mármol de Carrara. Sobre la entrada principal se observa la Corona Real española con el escudo y el collar de la Orden del Toisón de Oro.

La Alameda de Paula, Alameda de Extramuros o de Isabel II (actual paseo del Prado), era un paseo marítimo ubicado en la avenida del Puerto frente a la bahía de La Habana. Era construido en 1777 por orden del marqués de la Torre, obra, al igual que el palacio de los Capitanes Generales de Trevejo. Fue construido como resultado de la necesidad de expansión de los habaneros fuera de las murallas. En su primera etapa, el paseo era un sencillo terraplén flanqueado con dos hileras de álamos y bancos. Se extendía entre el hospital de Paula y el teatro Principal. El paseo se convirtió en uno de los lugares preferidos de los habaneros de esa época.

Finalmente, Fernández Trevejo edificaba el Cuartel de Milicias, concebido como sede de los batallones de las citadas milicias que en aquella época eran clasificados según sus integrantes, en blancos, pardos y morenos. De planta trapezoidal, se adaptaba a la forma del terreno determinada por el trazado de las calles.

Además, y sin agotar la cuestión, construyó los puentes Grandes de Calabazar, de Arroyo Blanco y del Husillo y también en el empedrado de las calles. El brigadier Ezpeleta decía en 1785 que “el piso de la ciudad es malo y peor es rehenchirlo […] debe por tanto empedrarse a toda costa y así logran evitar el arrastre de piedras por la lluvia hasta la bahía”. Como parecía una idea acertada, el proyecto general de empedrado se implantaba en 1790, rigiendo el mando de la isla el capitán general Las Casas. Comenzaba la construcción en 1794 con la dirección del ingeniero del Real Cuerpo del Ejército Antonio Fernández Trevejo, logrando instalar empedrado y aceras en las más importantes calles de la ciudad, sobre todo las que desaguaban en la zona del puerto. De nuevo Trevejo no cobró honorarios por su trabajo. La superficie a pavimentar medida por el mismo ingeniero llegaba a 324.289 varas cuadradas castellanas y solamente pudo realizar su proyecto en algunas calles de más tránsito por falta de dinero, cuestión siempre latente en la administración. Trevejo fue seguramente el más destacado arquitecto cubano del siglo.

En su expediente de 1769 se señalan sus características para el servicio: “Su conducta buena, theorica y práctica regular, puede serbir en Campaña y los encargos del Real Serbicio que he puesto a su cuidado los a desempeñado a mí satisfacción. Silbestre Abarca”. Había sido promovido a ingeniero en jefe el 4 de abril de 1798.

 

Bibl.: Estado (o Escalilla) del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, 1800; Conde San Juan de Jaruco, “El Torreón de La Habana”, en Diario de la Marina, 24 de noviembre de 1946; H. Capel et al., Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Barcelona, Publicaciones y ediciones de la Universidad de Barcelona, 1983; J. Aguilera Rojas, “La Habana Vieja. Mapas y Planos en los Archivos de España”, en Ciudad y territorio. Ciencia urbana, 63-64 (1985), págs. 99-110; R. Nieto y Cortadellas, Genealogías habaneras, vol. 4, Madrid, Hidalguía, 1996; J. de las Cuevas Toraya, 500 Años de construcciones en Cuba, La Habana, Chavín, Servicios Gráficos y Editoriales, 2001; R. Gutiérrez, Fortificaciones en Iberoamérica, Madrid, El Viso, 2005; C. Laorden Ramos, Obra Civil en Ultramar del Real Cuerpo de Ingenieros, Madrid, Ministerio de Defensa, 2008, 2 vols.; P. Cruz Freire, Silvestre Abarca. Ingeniero de la Monarquía Hispana, tesis doctoral, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2016; I. J. López Hernández, “Ingenieros militares, gobernadores y procesos constructivos en Santiago de Cuba” en Identidades y Redes Culturales, V Congreso Internacional del Barroco Iberoamericano, Granada, Universidad de Granada, 2011; “Antonio Fernández de Trebejos y Zaldívar”, en EcuRed [en línea], disponible en https://www.ecured.cu/Antonio_Fern%C3%A1ndez_de_Trebejos_y_Zald%C3%ADvar; A. Calama y Rosellón, “Silvestre Abarca y Aznar”, en Real Academia de la Historia, Historia Hispánica [en línea], disponible en https://historia-hispanica.rah.es/biografias/105-silvestre-abarca-y-aznar.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño