Montoya de Cardona, Juan. ?, s. m. s. XVI – Madrid, 14.XII.1621. Juez español que realizó su carrera en la Administración del Reino de Nápoles, regente del Consejo de Italia.
El 30 de septiembre de 1611 se discutió en el Consejo de Italia una consulta sobre las plazas vacantes de los tribunales de Nápoles, concretamente una de regente del Colateral y otra del propio Consejo de Italia.
El virrey, el conde de Lemos, había enviado una relación de los individuos que le parecían más a propósito para cubrir dichas plazas, anotando sus cualidades más señaladas: Bernardino de Montalvo, presidente de la Sumaria “maduro y asentado de ingenio”, el licenciado Diego de Vera, el licenciado Diego López Suárez consejero de Santa Clara (en estos dos la ausencia de comentarios hablaba por sí sola) y el licenciado Montoya de Cardona, merecedor de un cierto encomio: “hombre de mucha integridad, de buenas letras y talento antiguo y versado en las cosas de aquel Reino”.
El 29 de julio el presidente del consejo había expresado su preferencia Diego de Vera y Prada que era en aquel momento presidente de la Summaria (por si no lo habían advertido). Terció en la consulta el duque de Uceda —que ya estaba enseñando las trazas de su ambición de poder y la debilidad de su padre en el valimiento— que había remitido al Consejo un billete del doctor Roco Campofrío, inquisidor de Valladolid, solicitando esta plaza para él. Desde Nápoles, los poderosos e influyentes magistrados del Consejo Colateral anunciaron su preferencia por Montoya. Los grandes habían mostrado sus cartas y ahora tocaba al Consejo dar un parecer. Los letrados coincidieron en una cosa desde el principio, los sujetos que debían ocupar las plazas debían haber servido en “las provincias”, léase en Italia, lo cual descartaba los candidatos apuntados fuera de la nómina del virrey y aconsejan seguir lo propuesto por Lemos, primero Bernardino de Montalvo y después Montoya de Cardona. Como contradecir al presidente y al aspirante a valido no dejaba de ser una cierta osadía, se justificaba tal decisión con los papeles de la visita del reino a la vista, sobre los otros posibles candidatos se cernía la sombra de la duda y la sospecha. Montalvo fue el elegido.
Montoya aún tuvo que esperar tres años para alcanzar la Corte; el 11 de noviembre fue nombrado regente de la Cancillería, tomó posesión en Nápoles el 31 de enero de 1612, casi inmediatamente después de que llegara al reino el correo con la notificación de su ascenso. Su primer puesto relevante en la administración napolitana fue el de consejero del Sacro Regio Consiglio o Consejo de Capuana, vacante por fallecimiento de Francisco de Hermosa (8 de abril de 1591), superó con éxito una “visita particular” que se le efectuó en 1592 y no tardó en ascender a la presidencia de la Camara de la Sommaria en 1594, donde había permanecido hasta entonces acumulando las prerrogativas de consejero del Sacro Regio Consiglio, una condición excepcional y singular. Su oportunidad llegó cuando Montalvo dejó vacante su plaza en el Consejo de Italia y regresó a Nápoles cargado de honores, su elección planteó pocas dudas y ya estaba en Madrid para las Navidades de 1614-1615. Juró su cargo el 19 de diciembre de 1614 y muy pronto aparece ya en funciones, pues firmó como testigo en la toma de posesión y juramento del regente Felipe de Haro, el 26 de diciembre de 1614, estando presentes Celestre, Quintanadueñas, Caimo y Tapia. Una rara ocasión en la que el Consejo funcionaba con su plantilla casi completa. Desde 1614 a 1620 compartió con Carlo Tapia la representación de Nápoles en el Consejo. Como jurista, Montoya fue el artífice de una pequeña reforma procedimental que liquidaba una singular praxis aceptada en la tradición judicial napolitana, asesoró al conde de Lemos en sus esfuerzos para reformar el sistema judicial enunciando como norma la recusación de los magistrados que en el pasado fueron abogados y juzgaban o veían las causas de sus ex clientes, no era verosímil que sentenciaran contra sus propios argumentos y opiniones y no podían ser vistas sus actuaciones sin sospecha de parcialidad.
Falleció el 14 de diciembre de 1621 y su plaza la ocupó Juan Rodríguez de Salamanca (consultas de 23 de febrero y 4 de abril de 1622). Sus hijos Manuel y Elena recibieron sendas pensiones del Rey, el primero 300 ducados de renta anual (concedida el 14 de marzo de 1622) y 100 la segunda (21 de febrero de 1623), cuyo disfrute sería de por vida.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Estado, leg. 1997 (consultas y nóminas del Consejo de Italia); Archivo General de Simancas, Secretarías Provinciales, 174, fol. 325v. (regente Colateral Consulta sobre la promoción de Montalvo y su sustitución por Montoya, 10 enero 1615); 184, fol. 156v.; 186, fol. 40v. (pensiones a su familia); libro 635, fol. 126v.
P. L. Rovito, Respublica dei togati. Giuristi e società nella Napoli del seicento, Napoli, Jovene Editore, 1981; G. Intorcia, Magistrature del Regno di Napoli. Analisi prosopografica, secoli XVI-XVII, Napoli, Jovene Editore, 1987.
Manuel Rivero Rodríguez