Barradas, Isidro. Islas Canarias. s. XVIII – Nueva Orleans (Estados Unidos), s. XIX. Militar y caballero laureado de San Fernando.
Intervino en multitud de acciones durante la Guerra de Independencia de Hispanoamérica. En 1812 apresó en el río Caribe al bergantín de guerra Botón de Rosa, perteneciente a los insurgentes de Venezuela, interviniendo al año siguiente en la sofocación de la insurrección de La Guaira.
Siendo capitán de Granaderos del 2.º Batallón del Regimiento de Numancia y comandante militar de San Fernando de Apure, defendió esta plaza en 1816 sin disponer de elementos para fortificarla y al mando de tan sólo cuatrocientos cincuenta hombres ante los tres mil seiscientos que componían el ejército sitiador al mando de Páez.
En el combate del pantano de Vargas, mantenido el 25 de julio de 1819 entre la 3.ª División del Ejército Expedicionario y fuerzas del general Bolívar, al mando de su compañía, desalojó de una altura a quinientos insurrectos que la ocupaban, mereciendo su comportamiento la concesión del grado de teniente coronel. El 1 de septiembre siguiente salió de la plaza de Cartagena de Indias al mando de cuatrocientos hombres del Regimiento de León, que en Turbaco batieron a un número triple de insurgentes que sitiaban dicha plaza, a los que arrebató varias piezas de artillería a pesar de haber resultado herido de gravedad en el muslo derecho.
El 23 de enero de 1820 fue derrotado en el Peñón de Barbacoas por José Antonio Maíz, siendo más tarde asediado en Tampico por Felipe de la Garza.
Al año siguiente condujo doscientos cuarenta Leales Corianos desde La Habana hasta el ejército de Costa Firme, con destino a la defensa de Puerto Cabello, a los que salvó gracias a los víveres que llevaba el bergantín abandonado por la corbeta de guerra María Francisca.
Tras la pérdida de nuestras posesiones se trasladó a España, desde donde en 1823, siendo teniente coronel, fue enviado a Cuba para dar a conocer el real decreto que anunciaba que Fernando VII había recuperado todos sus derechos, consiguiendo al año siguiente restablecer la legítima autoridad real.
En 1823 se quejaba al Rey de que habiendo contraído por tercera vez acción de armas declaradas como “servicio militar distinguido en grado heroico” sin haber por ello recibido recompensa alguna, por lo que, tras detallar los hechos en los que había intervenido, solicitaba la Cruz de San Fernando en la clase que pudiese corresponderle, petición que se vería satisfecha al año siguiente al serle concedida la Cruz de 2.ª clase, laureada.
En agosto de 1828, siendo brigadier, partió hacia Cuba al mando del Regimiento de la Corona, que en junio del año siguiente se convirtió en brigada, a la que se le encomendó la misión de recuperar los territorios de Nueva España. El 6 de julio de 1829 partió de La Habana con una lucida caravana de buques, como el navío El Soberano, las fragatas Restauración y Amalia, dos lanchas cañoneras y quince buques de transporte, que, tras sufrir un fuerte temporal el día 11 a la altura de Campeche, consiguió arribar el 27 a Punta Jerez, al norte de Tampico (México). El 1 de agosto derrotó en la acción de los Corchos a un enemigo que le triplicaba en número, volviendo a vencer el día 6 en la Barra de Tampico, lo que le permitió ocupar Tampico. Tras dejar a sus enfermos y una guarnición al mando del coronel Salomón, se dirigió en busca de alimentos a Altamira, donde a su llegada supo que el general Santa Ana, al mando de veinte mil hombres, asediaba Tampico. A su regreso, el 21 de agosto, acometió la retaguardia de las tropas de Santa Ana impidiéndoles la retirada, pero, inexplicablemente, se llegó a un acuerdo entre ambos bandos por el que se permitió al caudillo mexicano a retirar sus tropas, penetrando a continuación Barradas en Tampico, pero, atacadas las fuerzas españolas por una epidemia de tifus que afectó a más de un millar de sus hombres y cercadas por tierra y mar, se vio obligado a firmar un convenio en Pueblo Viejo (Veracruz), siendo autorizado Barradas a embarcarse hacia Nueva Orleans el 21 de septiembre con las fuerzas que se encontraban en condiciones de navegar, permaneciendo los enfermos y heridos con el comandante Fulgencio Salas hasta que el 10 de diciembre pudo partir de regreso a La Habana. La División Expedicionaria llegó a perder la mitad de sus fuerzas.
Fuentes: Archivo General Militar (Segovia), secc. 1.ª, leg. I-836.
José Luis Isabel Sánchez