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Andrés de Fuensalida

Biografía

Fuensalida, Andrés de. ¿Fuensalida (Toledo)?, c. 1500 – Valladolid, 1557. Monje cisterciense (OCist.), abad de Santa María de Vega (Palencia) y obispo de Trípoli.

Monje cisterciense en Montesión (Toledo), del que se ignora por completo la fecha y el lugar de su nacimiento.

En el tomo L de la España Sagrada de Flórez —en que aparece reseñada la noticia de los obispos auxiliares y titulares denominados in partibus infidelium— ni siquiera se menciona su nombre.

De su testamento, hecho poco antes de morir, entre las mandas piadosas que hizo, dejaba una cantidad considerable de dinero para casar a una joven huérfana cada año, elegida por el abad, prior y cillerero de Montesión, y por “el patrón de dicha fundación que es Luis de las Casas vecino de Villamiel, hermano de dicho obispo”. De este relato se deduce que tenía un hermano con distinto apellido “de las Casas”, y en consecuencia, si bien su hermano vivía en Daimiel, posiblemente él naciera en Fuensalida, de donde tomó su apellido cuando prelado, por razón de que allí fue donde estableció la fundación de contribuir cada año al casamiento de alguna doncella huérfana.

No obstante, en uno de los manuscritos manejado se añaden datos que pueden ofrecer alguna luz. “En los lugares de Mora, Villamiel y Almonacid, cerca de Toledo, de donde el dicho obispo es natural”.

Para concretar una fecha de nacimiento, sólo se tiene como pista, la de su elección como abad del monasterio de Santa María de Vega en 1535, para cuyo cargo se elegían sujetos al menos con treinta y cinco años, por lo que debió de nacer entre 1490 y 1500.

Desde esa fecha de su nombramiento como abad se entra ya en el terreno histórico, aunque muy inseguro.

Gobernó la comunidad de Vega, y aunque no desplegó mucha actividad —la casa era pobre y de pocos monjes—, sin embargo, al cesar en el cargo, en 1538, los abades de la Congregación de Castilla pusieron los ojos en él y le nombraron procurador de dicha congregación en Roma. Aceptó el cargo y se encaminó al nuevo puesto, bien ajenos todos a que tan buenas cualidades como adornaban su persona las iba a emplear en beneficio propio. Recordándose de la pequeña abadía de la Vega, de la que había sido abad, a pesar de ser una de las más pobres de la congregación, como le había agradado, a pesar de que la Orden no admitía reelecciones de abad para un mismo monasterio, en el momento que se dio cuenta de los tejes y manejes de la curia romana, logró que Pablo III se la adjudicara a él no sólo por tres años, sino de por vida, a costa de una buena suma de dinero que adelantaría el sujeto.

La escalada para dicho puesto tuvo un mecenas, Juan Fernández Manrique, marqués de Aguilar y embajador de Carlos V ante la Santa Sede, que le consiguió todo lo que pedía, pero no en vano, sino que lograba sacar partido para los suyos. En esta ocasión, el marqués obtuvo para su hijo de siete años la abadía de Vega, que tomaría posesión de ella en calidad de abad comendatario en el momento en que fray Andrés falleciera. Recibida la bendición episcopal como obispo titular de Trípoli, se volvió de nuevo a tomar posesión del monasterio de la Vega, que lo regiría por breves años, pues advirtiendo que la Orden no apreciaba su actuación en Roma, y habiéndole sobrevenido grandes remordimientos de conciencia, decidió devolverles parte de sus rentas, que astutamente había conseguido. Había quebrantado sus votos de pobreza que le impedían poseer nada propio, por lo que vivía amargado y buscaba oportunidad de enmendar en lo posible el mal hecho.

Tales remordimientos de haber obrado contra las leyes vigentes de la Orden le llevaron a tratar por todos los medios en evitar la amargura, estableciendo una concordia con los monjes. Es cierto que les cedió parte de lo que tenía en propiedad, pero lo que le pareció se lo dejó para sí y para sus criados. Al renunciar a la abadía de la Vega en 1543 en manos de la Observancia española, fray Andrés se fue a vivir a Valladolid en unas casas que había comprado en el barrio de San Juan, en la calle que más tarde se llamó del Obispo, a causa de haber vivido allí el prelado, que tenían sobre el arco de acceso las armas de la Orden, y al morir las dejó en propiedad al monasterio de religiosas cisterciense de Belén, juntamente con otra hacienda que poseía. Dicen que de vez en cuando acudía al monasterio de la Vega, aunque sin hacer vida monástica, quedándose en las habitaciones que se había reservado para sí cuando estableció la concordia con la Orden.

Parece que a última hora le remordía no poco la conciencia y resarció al monasterio de algunas mandas.

Al fin le llegó el día de la cuenta final, rindiendo tributo a la muerte en sus casas de Valladolid en 1557, habiendo sido inhumado en el monasterio de Belén ha “Patronazgo fundación y entierro de los Duques de Lerma”, desaparecido en el s. XIX.

 

Fuentes y bibl.: Libro de Actas del Monasterio de Santa María de Vega (Palencia); Archivo Histórico Nacional, sig.ª 9843; Libro Tumbo del Monasterio de Montesión (Toledo), sig.ª 14691.

D. Yáñez Neira, Fray Andrés de Fuensalida, Obispo de Trípoli (biografía inédita de 11 fols.).

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

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