Mercé, Manuel. Valladolid, s. m. s. xix – Madrid, 1903. Bailarín, maestro y director del cuerpo de ballet del Teatro Real de Madrid.
Primer bailarín del Teatro Real de Madrid, se encontraba de gira por Argentina, acompañado de su esposa, Josefa (o Pepita) Luque, y allí nació su hija, Antonia, el 4 de septiembre de 1890, que tomaría el nombre de ese país como apodo artístico. Sobre la actividad de su esposa, muy pocas veces reseñada, Antonia afirmó en una entrevista a Suzanne F. Cordelier: “Yo he bailado desde antes de nacer, mi madre era bailarina y no dejó de bailar hasta el octavo mes de embarazo”. Coincidió con el también bailarín, maestro y coreógrafo Ricardo Moragas, desde que éste fue nombrado en 1881 director coreográfico del Teatro Real de Madrid.
Regresaron a Madrid en 1892, reincorporándose también como maestro del cuerpo de ballet del Teatro Real de Madrid. Sería el último director artístico de la academia y el ballet de dicho teatro. Según algunos autores, no pensó dedicar a su hija a la danza (se ha escrito, incluso, que quería que se especializara en el bel canto), pero la eminente bailarina afirmaba que ya desde los cinco años bailaba el olé y las peteneras.
Está documentado, además, que en 1900 Antonia comenzó a salir a escena en el Real, y un año después era parte del cuerpo de baile.
Es descrito como un hombre culto, conocedor del antiguo repertorio, tanto clásico como de escuela bolera y, aunque la danza teatral de las últimas décadas del siglo xix atravesaba en Europa un período de decadencia, mantuvo en un alto nivel el ballet.
Sobre su calidad como bailarín, según afirmaba el escritor Néstor Luján, “a fines del siglo pasado todavía se baila el bolero en el escenario del Real de Madrid. Lo baila de un modo solemne, mecánico, un primer danzarín y maestro coreógrafo: Manuel Mercé”. Y sobre la influencia de él y su esposa sobre su hija Antonia, asegura: “Ante ella tenía el vivo ejemplo de dos maneras de entender la danza. Manuel Mercé, su padre, era un bailarín correcto, de una técnica irreprochable, fue siempre un intérprete fiel y leal, aunque artificioso por la frialdad del escenario [...] Para Manuel Mercé la danza fue sólo un fin, no un medio para expresar nada. La danza era para él un conjunto de reglas frías y muy sólidas [...] fue un danzarín de oficio, lleno de conocimientos técnicos”. Lo que sí resulta evidente, es que la base académica que poseía Antonia fue aportada por su padre, y se presupone técnicamente sólida, ya que en varios documentos se han resaltado la brillantez y lo complejo del bolero trenzado que bailaba la artista.
Su prematura muerte (se ha escrito, también, que dejó sus actividades por una parálisis) potenció la dedicación profesional de Antonia al baile español.
Bibl.: H. Koegler, The Concise Oxford Dictionary of Ballet, Oxford, University Press, 1982; P. Llorens, X. Aviñoa, I. Rubio y A. Vidal, Historia de la Danza en Cataluña, Barcelona, Caja de Barcelona, 1987; J. Blas Vega y M. Ríos Ruiz, Diccionario Enciclopédico Ilustrado del flamenco, Madrid, Editorial Cinterco, 1988; VV. AA., Historia y vida. Extra 53, Barcelona, La Vanguardia, 1989; VV. AA., Antonia Mercé ‘La Argentina’. Homenaje en su centenario (1890-1990), Madrid, Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem), 1990; VV. AA., Encuentro Internacional. La Escuela Bolera, Madrid, Ministerio de Cultura-Inaem, 1992.
Cristina Marinero