Puig i Puig, Tomàs. Figueres (Gerona), 1771 – 1835. Abogado, ilustrado, afrancesado.
Nacido en el seno de una familia rica e ilustrada de terratenientes y abogados, se doctoró en Derecho en Huesca en 1792 tras lo cual volvió a su pueblo natal, Figueres, para ejercer la abogacía. En 1794, Carlos IV declaró la guerra al Directorio, lo que provocó la invasión francesa del Ampurdán. Puig se alistó y sirvió como capitán en los somatents. Después de la guerra, donó una importante suma de dinero para la construcción de una carretera que conectara Figueres con el “camino real” a Francia. Sus buenas acciones, unida a su excelente reputación como abogado, le valieron el título de “ciudadano honrado”. Formó parte del comité de bienvenida a Carlos IV durante su visita a Girona en 1802. Más tarde viajaría a Francia, Inglaterra y los Países Bajos, donde se afianzó su francofília.
En los primeros meses de la Guerra de Independencia, Puig representó a la Junta de Figueres en los pleitos entablados contra barcos franceses capturados en el Golfo de Roses. Cuando Figueres fue ocupada, se refugió en la ciudad fronteriza de Llança, donde fue detenido y encarcelado en julio de 1808. Negoció su liberación, ansioso de colaborar con el ejército de ocupación. Como premio a su lealtad, se le concedió el puesto de alcalde mayor en Figueres. Más tarde se convertiría en la máxima autoridad civil en la pacificación del Ampurdán, y en el confidente de Marshal Augereau, quien asumió el mando del Séptimo Cuerpo en la primavera de 1809 y quien ascendió a Puig a corregidor de Girona y Figueres. En 1810 ambos publicaron decretos tanto en catalán como en castellano en un intento de ganarse al pueblo para su causa. Augereau perdió su puesto menos de un año tras su llegada, pero Puig que se había granjeado una reputación como administrador eficaz y autoritario, fue a Barcelona a finales de 1810 para acometer la no fácil de tarea de reorganizar el sistema de justicia francés en Cataluña. Presidió la Cour d’Appel (la vieja Audiencia), pero pronto se vio envuelto en luchas intestinas con la administración de Marshal MacDonald lo que le haría perder influencia. Después de la anexión formal de Cataluña a Francia en enero de 1812, se le relevó de sus deberes, aunque continuó perteneciendo nominalmente a la administración bonapartista. En 1812, intentó que el código napoleónico y otros códigos fueran traducidos al catalán, pero la comisión de juristas, de la cual formaba parte, decidió casi unánimemente llevar a cabo la traducción sólo al castellano. En 1814 huyó a Francia junto a las tropas napoleónicas en retirada.
Puig fue odiado por sus paisanos, furiosos con la persecución de que fueron objeto los patriotas tras la caída de la sitiada Gerona. Muchos le trataron con más benevolencia tras la guerra, al comparar su idealismo con el oportunismo de otros colaboradores. Sus proyectos frustrados incluyen el establecimiento de unas aduanas en el Ebro, el libre comercio entre Francia y Cataluña y la futura incorporación de ésta a aquélla, la abolición del diezmo, el final del feudalismo y la implantación de los códigos napoleónicos. Se le permitió la vuelta a España en 1816, aunque se le mantuvo bajo estrecha vigilancia. Regresó a su ciudad natal de Figueres en 1821.
Bibl.: M. Argemí d’Abadal, Tomás Puig y la ocupación francesa en el Ampurdán, Figueres, Instituto de Estudios Ampurdaneses, 1966; J. Mercader i Riba, Catalunya i l’imperi napoleònic, Montserrat, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1978, págs. 108-123 y 138-162; Ll. M. de Puig i Oliver, Tomàs Puig. Catalanisme i afrancesament, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 1985; E. Riera i Fortiana, Els afrancesats a Catalunya, Barcelona, Curial, 1994, pags. 202-244; M. Ramisa, Els catalans i el domini napoleònic, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1995, págs. 290-301.
Stephen Jacobson