Bonet, Juan Bautista. Cartagena (Murcia), 1709 – 8.I.1786. Marino, teniente general de la Armada.
Hijo de un constructor francés que residía en Cartagena, desde su niñez se dedicó a la Marina, donde empezó como simple aventurero. Siendo muy joven, también mostró una gran inclinación hacia la ingeniería naval para la que tenía unas innatas cualidades. Comenzó su carrera con diversos ascensos: alférez de fragata (13 de noviembre de 1728), alférez de navío (17 de junio de 1735), teniente de fragata (28 de agosto de 1740), teniente de navío (30 de junio de 1741), y capitán de fragata (2 de noviembre de 1746). Sus ascensos los ganó Bonet en largas campañas en la mar durante los reinados de Felipe V y Fernando VI, y en tiempos del marqués de la Ensenada fue uno de los designados para dirigir algunos trabajos en el arsenal de Cartagena, donde desarrolló labores de ingeniería naval.
Siendo capitán de fragata, mandó el navío Invencible, buque insignia del general Benito María Spínola, de la escuadra de Andrés Reggio, con el que salió para América. Recorrió el mar de las Antillas y las costas de Tierra Firme y participó en el combate de La Habana contra una escuadra inglesa mandada por el almirante Knowles (12 de octubre de 1748). En este combate participaron siete barcos españoles (seis navíos y una fragata corsaria) contra siete inglesas (seis navíos y una fragata), a los que a lo largo del combate se unieron otros buques ingleses que se encontraban por la zona. En la lucha fue apresado un barco español, destruido por el fuego otro y tres resultaron muy averiados. La escuadra española sufrió varias bajas, y Bonet, que tuvo un excelente comportamiento, resultó herido. A los pocos días (16 de octubre), cuando los contendientes trataban de recuperarse del combate y reparar las averías, llegaron despachos en los que se decía que en Aquisgrán se habían firmado hacía tiempo (20 de abril) los preliminares de paz y la suspensión de las hostilidades.
Bonet pasó a La Habana, más tarde regresó a Cádiz y poco después fue destinado a mandar las fuerzas navales del Pacífico. En este destino estuvo cerca de veinte años. Ascendió a capitán de navío el 20 de marzo de 1754. Durante su estancia en el Pacífico efectuó una profunda organización de la Armada en las costas de Perú y Chile. Estableció los centros de movimiento naval del Callao (Perú) y Valparaíso (Chile). Ante un inminente enfrentamiento con Inglaterra (1761), Bonet presentó un proyecto global para la defensa de las costas hispanas en el Pacífico, en el que Valdivia figuraba como el punto más importante. Con los buques asignados a su mando protegió de forma efectiva las líneas de comunicaciones marítimas y el comercio español, llevó a cabo campañas para mostrar el pabellón y aprovechó las épocas de paz y tranquilidad para realizar expediciones hidrográficas, en las que fueron descubiertas muchas islas y escollos, y se efectuaron levantamientos hidrográficos que permitieron rectificar muchas cartas náuticas.
Ascendió directamente a jefe de escuadra (febrero de 1772) —en aquella época no existía el grado de brigadier—. Cesó en su destino en el Pacífico y regresó a España. Al morir Juan Antonio de la Colina, comandante del apostadero de La Habana, Bonet le sucedió en el mando del apostadero y de su escuadra. Impulsó los trabajos desarrollados en el arsenal cubano, y en su época se botaron gran número de barcos, entre ellos algunos de tres puentes. Su labor fue recompensada por el Rey de España que lo ascendió a teniente general (abril de 1779), y continuó en La Habana.
Declarada la guerra a Inglaterra (22 de junio de 1779) y recibidas las primeras órdenes e instrucciones, Bonet distribuyó las fuerzas navales bajo su mando, que iniciaron su campaña y apresaron un convoy de dieciséis barcos ingleses de Jamaica, lo que supuso un importante golpe para las fuerzas enemigas en el Caribe. Ante la noticia de que había salido de Jamaica un gran convoy protegido por una escuadra inglesa, Bonet zarpó de La Habana al mando de su escuadra y cuatro navíos franceses (20 de marzo de 1781) para tratar de darle caza, pero al no encontrarla regresó a La Habana (3 de abril).
Más adelante fue relevado y regresó a España para ser segundo jefe de la escuadra de Luis de Córdova (octubre de 1781) izando su insignia en el navío Terrible. Durante un corto período de tiempo (noviembre de 1781), fue comandante general del bloqueo de Gibraltar, por enfermedad de su titular, el teniente general Antonio Rodríguez Valcárcel, reintegrándose a continuación a su puesto en la escuadra de Córdova. Con dicha escuadra zarpó de Cádiz (1782) junto con una escuadra francesa, para cruzar el canal de la Mancha. Patrulló por diversas zonas, intervino en el apresamiento de un convoy inglés de veinticuatro barcos que quedó en el puerto de Brest, y regresó a Cádiz. A continuación pasó a Algeciras, tomó parte en el bloqueo de Gibraltar y participó en el ataque de las baterías flotantes (13 de septiembre de 1782) que terminó siendo un gran fracaso. Los barcos se tuvieron que emplear a fondo para salvar con sus botes y lanchas a las dotaciones de dichas baterías flotantes, aunque el balance final fue verdaderamente trágico, con más de mil muertos.
Salió de nuevo a la mar con su insignia en el navío Terrible (octubre), integrado en la escuadra de Luis de Córdova, para tratar de interceptar una flota inglesa al mando de Howe que protegía un importante convoy para Gibraltar. Howe se vio empujado al Mediterráneo por un temporal, pero consiguió entrar en Gibraltar con muy pocas pérdidas, y cuando salió de nuevo a la mar para regresar a su base, fue perseguido por la escuadra de Luis de Córdova que trató de darle caza. Aquella persecución dio lugar al combate de cabo Espartel (20 de octubre de 1782), de escasos resultados, en el que el navío Terrible, insignia de Bonet, no llegó a combatir por no haber logrado entrar en distancia de fuego.
Bonet regresó a Cádiz (28 de octubre), y al firmarse la paz entre España e Inglaterra (1783), arrió su insignia, desembarcó y pasó destinado al departamento de Cartagena. Solicitó y disfrutó de tres meses de licencia por asuntos propios. Falleció de una enfermedad natural tres años después en Cartagena (8 de enero de 1786), a los casi setenta y siete años de edad, tras haber otorgado testamento, en el que declaró heredero universal a su hijo Juan Bautista Bonet, capitán del Regimiento de Infantería de Milán.
Poco después de su fallecimiento, su hijo elevó un escrito con una relación de los méritos contraídos por el teniente general Bonet, en la que detallaba que su padre había participado en cincuenta y siete campañas y seis combates, y había sufrido tres desarbolos de todos los palos y un naufragio.
Juan Bautista Bonet fue un hombre exigente y quisquilloso. Su carácter le llevó a diversos enfrentamientos, como los que tuvo durante su época de La Habana con el capitán general marqués de la Torre, y más tarde con su sucesor Diego Navarro. Fueron pequeños enfrentamientos por asuntos que en ocasiones llegaron a ser ridículos. Pero dejando este aspecto a un lado, Bonet fue un hombre con un gran conocimiento de sus destinos, celoso en el cumplimiento de sus cometidos, muy honrado y constante protector de pobres y desvalidos. Fue caballero de la Orden de Santiago y, en resumen, fue un buen marino, un excelente militar y un esforzado y hábil general de mar.
Bibl.: F. de P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, t. I, Madrid, Imprenta de J. López, 1873, págs. 179-181; C. Fernández Duro, Armada Española, ts. VI y VII, Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1901; J. M.ª Martínez- Hidalgo y Terán (dir.), Enciclopedia General del Mar, vol. II, Barcelona, Ediciones Garriga, 1982, pág. 68; VV. AA., Enciclopedia General Ilustrada Europeo-Americana, t. VIII, Madrid, Espasa Calpe, 1989, págs. 1592-1593.
Marcelino González Fernández