Reggio y Branciforte, Andrés. Palermo (Italia), 11.II.1692 – Puerto Real (Cádiz), 10.II.1780. Teniente general de la Armada.
Andrés Reggio y Branciforte, Saladino y Colona nació en el seno de una de las principales familias de Sicilia; por su padre, de los príncipes de Iacci y Campoflorido, y por su madre, de los príncipes de Cariní.
La España de Carlos II estaba sumida en una profunda crisis a finales del siglo XVII: en 1688 estalla la revuelta catalana, negándose los catalanes a alojar a las tropas que se iban a necesitar para luchar contra Francia; en 1699 se agravan los problemas sucesorios con la muerte del heredero José Fernando de Baviera, culminando en 1700 con la muerte del Monarca no sin antes dejar como heredero a Felipe de Anjou, que reinaría con el nombre de Felipe V, en perjuicio del otro pretendiente, Carlos de Austria. Este nombramiento trae consigo la formación de una gran alianza antiborbónica integrada por Inglaterra, Holanda y Austria, a la que se unieron posteriormente Portugal y Saboya con el propósito de reinstaurar en España la Casa de Austria, lo que desembocó, en 1702, en la Guerra de Sucesión en la que se vieron implicados la mayor parte de los estados europeos y que se extendió a las colonias americanas.
Dentro de España, fue también una guerra civil entre los partidarios de ambos pretendientes, es decir, a grandes rasgos, entre las antiguas coronas de Castilla y Aragón. La guerra finaliza en 1713 con el Tratado de Utrech, tan desfavorable a los intereses españoles, pues supuso la desmembración de España, con la pérdida de las posesiones en Italia, los Países Bajos y, sobre todo, Gibraltar y Menorca. Pero la ansiada paz no se alcanzó todavía, pues continuó la guerra civil hasta la toma de Barcelona en 1714 y Mallorca en 1715.
En este escenario comenzó la carrera de Reggio, siendo éste muy joven. Empezó sirviendo en las galeras y navíos de la Orden de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta, a las órdenes de Pedro de Silva. Entre sus cometidos como caballero de la Orden de Malta estaba la escolta de caravanas por el Mediterráneo. Después entró de caballero de justicia en la Orden de San Juan de Jerusalén y se trasladó a Cádiz, desde donde hizo un viaje redondo al Río de la Plata.
Regresó al Mediterráneo, embarcado en la escuadra de Pedro de los Ríos quien, el 11 de junio de 1715, salió de Barcelona con una flota de doscientos buques que transportaban un ejército expedicionario de veinticuatro batallones de infantería, así como mil doscientos caballos y seiscientas mulas para el arrastre de la artillería de campaña, además de los pertrechos y municiones necesarios, desembarcando en Alcudia el 15 para llevar a cabo la conquista de Mallorca, que capituló el 2 de julio, después de un simulacro de defensa realizado por el marqués de Rubí, virrey por Carlos de Austria. Con esta conquista quedó España pacificada por completo, aunque la paz no estuviese formalizada todavía con el emperador de Austria. En 1716, a petición de su hermano el príncipe de Campoflorido, capitán general de la provincia de Guipúzcoa, pasó a la Real Armada que estaba organizando y reconstruyendo Patiño debido al estado de decadencia y abandono en que se encontraba a la muerte de Carlos II, siendo ascendido a capitán de mar y guerra de la Armada del Océano el 14 de octubre del mismo año.
El 5 de abril de 1717 fue nombrado comandante del navío San Luis, de sesenta cañones; el 1 de junio ascendió a capitán de fragata, saliendo de Pasajes al mando de dicho navío incorporado a la escuadra del general Antonio Gaztañeta con destino a La Coruña.
En julio, al mando del mismo buque, salió de Barcelona formando parte de la escuadra del teniente general marqués de Mari que, transportando nueve mil hombres de desembarco, seiscientos caballos y artillería de sitio y de campaña, se dirigió a Cerdeña y desembarcó en Cagliari en agosto, conquistando la isla en una rápida campaña de menos de tres meses de duración.
Finalizada la campaña, la escuadra se dirigió a Barcelona, donde entró el 23 de noviembre.
En junio de 1718, al mando del navío Santa Isabel, salió de Barcelona integrado en la escuadra de cuatrocientos treinta y nueve buques, treinta y seis mil hombres y ocho mil caballos que, al mando del general Gaztañeta, conquistó Sicilia. Reggio participó en los desembarcos y toma de Palermo y Mesina. También sostuvo combate contra la escuadra inglesa del Almirante Byng, que atacó y derrotó a la escuadra española, sin previa declaración de guerra, en las inmediaciones de Cabo Passaro el 11 de agosto de 1718; el Santa Isabel se mantuvo combatiendo hasta la noche contra fuerzas muy superiores que lo desmantelaron y dejaron sin gobierno; en la amanecida del día 12, fue atacado de nuevo y tomado, siendo hecho prisionero después de presentar una valerosa resistencia.
El 15 de enero de 1720 fue promovido a capitán de navío. El 17 de febrero, caído Alberoni, España se adhiere a la Cuádruple Alianza, lo que trajo consigo la renuncia a Cerdeña y Sicilia. Este período de paz fue aprovechado para organizar el auxilio a la plaza de Ceuta, que se hallaba sitiada desde 1694 por los moros que habían cortando el istmo, teniendo que ser socorrida por mar desde España. A tal efecto, a finales de 1720, se preparó una escuadra al mando del teniente general Carlos Grillo, en la que participó Reggio al mando del navío Emprendedor. Se dispusieron dieciséis mil soldados que, al mando de Juan Francisco de Bette, marqués de Lede, embarcaron en muy pocos días en Cádiz, Tarifa y Málaga y levantaron el sitio de Ceuta en una rápida campaña en la que Reggio se distinguió por su pericia y valor.
Más tarde, con el buque de su mando, realizó un viaje redondo a Canarias y otro al Mar del Sur, visitando Malvinas, Valparaíso, Arica, El Callao y, a su regreso, Montevideo, rindiendo viaje en Cádiz.
En junio de 1727, la escuadra de Rodrigo de Torres, a la que pertenecía Reggio, ante la imposibilidad de apoyar por mar el asedio terrestre que las tropas españolas ejercían sobre Gibraltar por la presencia de las fuerzas navales inglesas del almirante Wager muy superiores a las españolas, realizó, con una división de cuatro navíos y tres fragatas, un crucero sostenido en el canal de la Mancha para interceptar los convoyes que aprovisionaban la plaza de Gibraltar y apoyar a los corsarios que tenían idéntica misión; en esta campaña se apresaron cinco mercantes ingleses. Posteriormente fue a la América septentrional con la flota de galeones de las Indias del marqués de Mari, regresando con caudales a Cádiz el 18 de agosto de 1730. El 3 de noviembre de 1730 fue promovido a jefe de escuadra.
A continuación pasó al Mediterráneo, saliendo de Alicante en junio de 1732, en la escuadra del teniente general Cornejo formada por más de seiscientos buques, veintiséis mil seiscientos hombres y ciento setenta cañones y morteros. En esta expedición, la fuerza de desembarco, al mando del conde de Montemar, concluyó con la reconquista de Orán y del puerto de Mazalquivir, donde se tomaron varias unidades enemigas. El 1 de agosto, una vez finalizadas las operaciones, la escuadra se hizo a la mar, no sin antes haber dejado una guarnición de ocho mil infantes y un regimiento de Caballería.
Al año siguiente formó parte de la escuadra del conde de Clavijo que, compuesta por dieciséis buques, salió de Barcelona, el 4 de diciembre, escoltando una fuerza de desembarco de veinticinco mil hombres al mando del conde de Montemar. Esta expedición fue un éxito y concluyó con la proclamación de don Carlos como rey de Nápoles en mayo de 1734. Por sus valiosos servicios en esta campaña, Carlos III, en 1739, le concedió la Gran Cruz de la Orden de San Genaro, recientemente creada.
En junio de 1740 desempeñó el destino de comandante general del departamento del Ferrol, pero al siguiente mes fue nombrado segundo jefe de la escuadra de Rodrigo de Torres. Con ésta visitó los puertos más importantes de Costa Firme y las Antillas con la principal misión de reunir en La Habana los tesoros de Nueva España y Perú. En 1745 regresó Rodrigo de Torres a España escoltando las flotas y el tesoro, quedando Reggio de comandante general de la flota de las Antillas y Costa Firme, protegiendo el comercio marítimo y el pabellón nacional en el Mar de las Antillas y Golfo de Méjico, en cuya tarea realizó numerosas presas. Impulsó grandemente la construcción del Arsenal de La Habana en el convencimiento de su necesidad para el mantenimiento de nuestro poder naval en la América septentrional. En 1746, durante el desempeño de este puesto ascendió a teniente general, siendo confirmado en su cargo.
Ese mismo año de 1746 moría Felipe V, al que sucedió su hijo Fernando VI que se caracterizó por llevar a cabo una política de neutralidad en el conflicto francobritánico.
El marqués de la Ensenada continuó al frente de las secretarías más importantes hasta 1754. En este período, la Marina experimenta una potenciación, tanto en los aspectos organizativos (redacción de las ordenanzas de 1748), como en los operativos (fomento de la construcción naval, reorganización del arsenal de La Carraca en Cádiz y creación de los de Ferrol y Cartagena). Como consecuencia de ello, a partir de 1748 se produce un auge de la presencia y de la actividad ultramarina española.
En abril de 1748, el almirante inglés Knowles fracasó en una expedición contra Santiago de Cuba, por lo que concibió, como más sencillo, la interceptación de la flota de Nueva España en su tránsito de Veracruz a La Habana. Conocidos estos planes en La Habana a causa del apresamiento de una fragata inglesa, se alistó la escuadra de Reggio para protegerla. El 12 de octubre de 1748, la escuadra de Reggio compuesta por seis navíos, África (insignia), Invencible, Real Familia, Conquistador, Dragón y Nueva España, y la fragata Galga, avistó ante La Habana la escuadra de Knowles formada igualmente por seis navíos y una fragata. Aunque las dos escuadras contaban con igual número de buques, la inglesa era superior en artillería, tanto en número de piezas como en alcance, y también en la maniobrabilidad de sus buques. Inicialmente los españoles contaban con la ventaja del barlovento pero ésta se perdió pronto al evitar abandonar al navío Dragón que por hacer agua se había quedado retrasado. Por este motivo se deshizo la formación, viéndose el África atacado simultáneamente por tres navíos ingleses. El Real Familia, a pesar del destrozo sufrido en sus jarcias y velas, acudió en su ayuda con mucho valor, haciendo retirar a dos enemigos que habían perdido parte de su arboladura. El Conquistador perdió a su comandante y varios oficiales y, atacado por dos navíos enemigos, se rindió. El Invencible quedó casi desarbolado y el Nueva España se encontraba muy averiado. A pesar de combatir con bravura y tras una resistencia honrosa los buques españoles finalizaron el combate en un estado calamitoso, por lo que, en la mañana del 13, cinco de los navíos citados se dirigieron a La Habana. El África, desmantelado y gobernado por los botes, se perdió a la entrada ya que, viendo acercarse los buques ingleses, Reggio decidió desembarcar a su dotación y prenderle fuego para que no cayese en poder del enemigo.
Se ordenó juzgar su conducta en un Consejo de Guerra de oficiales generales. Lo defendió el comandante del África, Juan Antonio de la Colina, con tal acierto que resultó absuelto y el Rey declaró su aprecio “por el notorio valor y conducta con que sostuvo el honor del pabellón de España”.
El 13 de julio de 1749 fondeaba con su flota de Indias en Ferrol, conduciendo 12.000.000 de pesos fuertes. Poco tiempo después pasó destinado a Madrid, donde le encomendó el Gobierno comisiones de la mayor importancia.
En 1759, fallecido el Rey sin descendencia, ocupa el trono su hermanastro el rey de Nápoles, que reinaría con el nombre de Carlos III, y se inicia en el ejercicio del poder la generación del despotismo ilustrado, pensamiento que, infundido de las ideas enciclopedistas, mantendría su vigencia hasta la revolución francesa de 1789. En este período caracterizado por una gran inquietud por la reforma de la sociedad, Carlos III pretende una modernización de la economía, para lo que impulsa grandes reformas y una mayor religiosidad de su pueblo, esto último en clara oposición con la ilustración. En el aspecto político, la rivalidad colonial entre Francia e Inglaterra, el ataque inglés a los intereses españoles (agresiones a las pesquerías de Terranova y establecimientos comerciales en la costa de Honduras, el contrabando y los ataques corsarios al comercio español) y el conflicto entre Austria y Prusia hicieron imposible el mantenimiento de la neutralidad.
Así, España, que tan necesitada de paz estaba, en 1761 firmó con Francia el Tercer Pacto de Familia que provocó la ruptura definitiva con Inglaterra (1762) y nos metió en la Guerra de los Siete Años que tampoco consiguió detener la expansión inglesa en América.
Reggio ascendió a bailío Gran Cruz de la Orden de San Juan de Jerusalén y poco después, el 18 de febrero de 1772, por fallecimiento de Juan José Navarro, marqués de la Victoria, fue nombrado capitán general del departamento de Cádiz y director general de la Armada, cargo que entonces lo era anexo, prestando buenos servicios. En 1777, siendo ya octogenario y con una salud muy delicada, casó con Juana Quadrado Naranjo, mucho más joven que él; este matrimonio, aún habiéndose celebrado con la preceptiva licencia Real, no sentó bien a S. M. por entender que era un matrimonio desigual. Por este motivo fue declarado “matrimonio de conciencia” y, como comprendido en las reglas prescritas por la Pragmática de 23 de marzo de 1777, sin corresponder que su esposa fuese tratada como esposa de general ni se le asignase pensión alguna de viudedad del Montepío Militar al fallecimiento del esposo. Todo esto causó un profundo pesar a Reggio como demuestran los recursos que efectuó contra dicha disposición. El 10 de febrero de 1780, estando en el ejercicio de tan elevados cargos de capitán general del departamento de Cádiz y director general de la Armada, falleció, tras más de sesenta años de servicios a la Corona, a los ochenta y ocho años de edad en Puerto Real (Cádiz). Fue enterrado en la iglesia de los Descalzos, pero al ser derribada la mencionada iglesia durante la revolución de 1868, por orden del comandante general del departamento se desplazó una comisión de marina que se hizo cargo de los restos para su traslado al Panteón de Marinos Ilustres, depositándolos inicialmente en una capilla, no pudiéndose rendir los honores fúnebres debido a lo revuelto de los tiempos. El 2 de mayo de 1870, al inaugurarse el Panteón como tal, fue sepultado con toda solemnidad.
Andrés Reggio sobresalió entre los generales de mar de su época, como militar fue valiente y como persona, caballeroso y merecedor del aprecio de todos aquellos que lo conocieron y trataron.
Obras de ~: Plan del puerto y ciudad de la Habana que dedica al señor D. Antonio Sopeña, del consejo de S. M. y su Secretario de Marina é Indias, D. Andrés Reggio, capitán de navío de la real armada.
Fuentes y bibl.: Archivo Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), leg. 620/2006, Exp. personal de D. Andrés Reggio.
F. de P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, Madrid, Imprenta de F. García y C.ª, 1873; J. Cervera y Jácome, Panteón de marinos ilustres, historia y biografía, Madrid, Imprenta del Ministerio de Marina, 1926; C. Fernández Duro, Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón, Madrid, Editorial Naval, 1972; J. P. Merino Navarro, La Marina de guerra española en el siglo XVIII: organización, personas y bases materiale, Madrid, Fundación Universitaria Española (FUE), 1981; P. Molas Ribalta, Manual de Historia de España, Edad Moderna (1474-1808), Madrid, Espasa Calpe, 1988.
José María Palencia Luaces