Martínez Garrido, Diego. Saceda del Río (Cuenca), 23.IV.1690 – Tarancón (Cuenca), 5.II.1757. Presbítero, licenciado en Derecho Canónico, de la Orden de Santiago, obispo de Cartagena de Indias (hoy Colombia).
Nacido en la minúscula villa de Saceda del Río, diócesis de Cuenca, se conocen algunas cosas sueltas de su biografía, como que, una vez ordenado presbítero, se licenció en Derecho Canónico en la Universidad de Salamanca, y desempeñaba el cargo de vicario general de la diócesis de Zamora cuando fue propuesto como obispo de una diócesis americana, según el Diccionario de Personajes Conquenses (2000).
Se sabe, por añadidura, que, al ser propuesto obispo, era “opositor a Cátedras”, según Alcedo (1786), o miembro “de la Universidad de Salamanca” y, además, religioso profeso de la Orden de Santiago, según Egaña (1966), y “en Uclés (Cuenca)” (Diccionario de Personajes Conquenses, 2000). Fue presentado por el rey Felipe V para obispo de Cartagena de Indias, en el virreinato de Nueva Granada, y nombrado por el Romano Pontífice el 6 de marzo de 1741 y llegadas las bulas pontificias, el domingo 5 de noviembre de 1741, en el noviciado de los jesuitas, de Madrid, recibió la consagración episcopal, de manos de monseñor Juan Elías Gómez Terán, obispo de Orihuela, asistido por el obispo de Tarazona, José Alcaraz Belluga, y el obispo titular de Casius, auxiliar de Toledo, Juan Antonio Pérez Arellano.
Efectuado el viaje hasta la ciudad portuaria de Cartagena de Indias, el XXV obispo de la ciudad se encontró un panorama bélico, siendo así que la breve crónica de su actuación episcopal, según el historiador de la Iglesia A. de Egaña (1966), es lo más parecido a un parte de guerra, ya que el 20 de marzo de 1741 el almirante inglés Edward Vernon se presentó ante la ciudad con la mayor flota jamás vista en América (ciento ochenta y seis barcos de guerra), donde había embarcados nueve mil infantes, al mando del brigadier Wentworth, quince mil marinos, dos mil negros jamaicanos y cuatro mil norteamericanos. Tras las primeras escaramuzas, desembarcaron el 16 de abril, y después de duros combates, tuvieron que reembarcar el 20 de mayo, después de haber perdido dieciocho mil hombres. “Un Te Deum solemne, pontificado por el Obispo Garrido, cerró este capítulo glorioso de las armas hispanoaindias”, dice Egaña (1966), pero hay error en ello, pues ya se ha dicho que el obispo Martínez Garrido fue consagrado en Madrid el 5 de noviembre de 1741. Y no pudo llegar a Cartagena hasta el año 1742, encontrándole con las secuelas de la guerra (muertos y heridos en la parte hispana) y con la agravación de que en el verano de 1743 una ola de calor asoló los campos, apareciendo el fantasma del hambre por todo el Reino de Nueva Granada. Para colmo, el terremoto del 18 de octubre de 1743 fue una nueva catástrofe. El obispo solamente podía ofrecer la caridad, más o menos organizada, que dejó exhaustas las existencias monetarias de la Iglesia, para paliar estas desgracias. “Con estas experiencias moría el Obispo Garrido en 1746”, termina Egaña (quizás, sin investigación, por mera copia de Alcedo [1786], a quien también copia Groot [1889] que ofrece el mismo dato).
Pero la realidad fue que el obispo Martínez Garrido no murió en tal año, sino que estuvo, poco tiempo, eso sí, al frente de su diócesis, donde reconstruyó el palacio episcopal, instituyó el seminario diocesano y creó un monte de piedad para socorro de los pobres.
Fue breve su episcopado, porque el 22 de agosto de 1747 resignaba el cargo de obispo de Cartagena, siendo nombrado el mismo día, honoríficamente, obispo titular de Trecalae (o Tricala, diócesis extinta que estuvo en Tesalia, en Grecia), quedando la diócesis vacante hasta el año 1755, sin que se sepa ni cuáles fueron las razones de su dimisión ni tampoco cuáles fueron los movimientos del obispo dimisionario, aunque los autores del citado Diccionario de Personajes Conquenses dicen que “se le nombró Obispo de Tricala con la función de ejercer misiones episcopales en los lugares pertenecientes a la Orden de Santiago”.
Falleció en Tarancón (Cuenca) el 5 de febrero de 1757, con el título añadido de “Obispo emérito de Cartagena de Indias”.
Bibl.: A. de Alcedo, Diccionario Geográfico-Histórico de las Indias Occidentales ó América [...], vol. I, Madrid, Imprenta de Benito Cano [1786], pág. 398; Groot, Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada, vol. I, Bogotá, M. Rivas, 1889, págs. 31-33; A. de Egaña, Historia de la Iglesia en América Española. Desde el descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX. Hemisferio Sur, Madrid, La Editorial Católica, 1966 (Biblioteca de Autores Cristianos, n.º 256), pág. 969; E. Lemaitre, Breve Historia de Colombia, Bogotá, Editorial del Banco de la República, 1979, “El sitio de Vernon en 1741”, págs. 67-72; V. Guitarte Izquierdo, Episcopologio Español (1700-1867) (Españoles obispos de América, Filipinas y otros países), Castellón de la Plana, Ayuntamiento, 1992, pág. 61; H. Priego Sánchez-Morate y J. A. Silva Herranza, Diccionario de Personajes Conquenses (nacidos antes del año 1900), Cuenca, Diputación, 2002, pág. 244.
Fernando Rodríguez de la Torre