Sánchez García, Julián. El Charro. Muñoz (Salamanca), 3.VI.1774 baut. – Etreros (Segovia), 19.X.1832. Guerrillero, militar, brigadier.
Su partida de bautismo, que tuvo lugar en la parroquia de San Pedro, en Muñoz, provincia de Salamanca, fechada el 3 de junio de 1774, acredita que nació “tres o cuatro días antes”, hijo legítimo de Lorenzo Sánchez y de Inés García. Por otro lado su Hoja de Servicios señala su condición de noble, a la vez que confirma como lugar de nacimiento el mismo en que fue bautizado.
Participó en la Guerra del Rosellón, enrolándose voluntario como soldado distinguido el 3 de marzo de 1793 en el Regimiento de Infantería Mallorca, licenciándose el 1 de diciembre de 1801. Su Hoja de Servicios es parca en noticias de su actuación en aquella guerra, limitándose a consignar que “recibió siete heridas”, que participó en la toma y retirada de Tolón y en los combates y rendición de El Boló, donde cayó prisionero de guerra, permaneciendo dieciocho meses en manos de los franceses hasta que la Paz de Basilea hizo posible su regreso a España y posterior licenciamiento.
El 15 de agosto de 1808 se presentó en Ciudad Rodrigo, donde ingresó voluntario en una unidad de Caballería allí formada, poniéndose al frente de una pequeña partida de jinetes armados de lanzas para hostilizar a las fuerzas enemigas que se encontraban desplegadas al sur de la actual provincia de Salamanca.
A partir de febrero de 1809, su Hoja de Servicios recoge una relación pormenorizada de las acciones en que intervino, así como el aumento progresivo del número de hombres a sus órdenes. Ese mes, al frente de sólo doce jinetes, interceptó en las proximidades de Vitigudino a un convoy francés, capturando armas, municiones, víveres y metálico, haciendo cinco prisioneros; al día siguiente, en el Puente de Yecla, capturó a otros quince. Unos días más tarde, el 22 de marzo, en presencia del general inglés Wilson, sorprendió en Ledesma a una avanzada francesa compuesta por un oficial y veintitrés hombres, a los que logró derrotar.
El 25 y el 26 de abril, encontrándose los franceses en las proximidades de Ciudad Rodrigo, se propuso hacerles levantar el campo con frecuentes escaramuzas, lo que consiguió, forzándoles a retirarse y continuando atacando su retaguardia. Sorprendió otro convoy enemigo en Herguijuela, matando a veintiocho hombres de su escolta y cogiendo setenta y cinco carros de víveres y armas con algunos prisioneros.
En mayo se centró en la defensa de Ledesma hasta que los franceses se retiraron, y en junio, en las inmediaciones de Zamora, sorprendió a otro convoy de víveres, escoltado por cuarenta dragones, a los que quitó ciento veinte bueyes e hizo veintidós prisioneros, recogiendo igual números de caballos. El 21 del mismo mes, atacó en Almeida de Sáyago, con cincuenta de sus lanceros, a ciento ochenta y seis dragones, de los que mató a cuarenta y tres, recogiendo sus caballos. También en ese mes, por orden del general Vives logró reclutar y extraer de la provincia de Zamora, entonces ocupada por los franceses, a mil doscientos reclutas, que entregó al Ejército.
El 17 de julio, en las inmediaciones de Baños de Ledesma, al frente de veintidós de sus lanceros, cogió prisioneros a un capitán, un sargento y treinta y dos húsares con sus correspondientes caballos; y el 29, en San Julián de los Alamos, al frente de cien de sus jinetes, atacó a un destacamento francés de noventa y cuatro húsares, matando a cuarenta y seis y haciendo cuarenta y tres prisioneros.
Mientras esto ocurría, Julián ascendía grado a grado en su carrera militar. El 20 de agosto de 1808 fue nombrado cabo 1.º; el 1 de diciembre de ese año era sargento 2.º; el 19 de febrero de 1809 ya ascendió a alférez, mientras que el 19 de julio obtuvo el grado de capitán. Durante ese mismo período se habían sucedido las normas de la Junta Central regularizando a las guerrillas: son el Reglamento de Guerrillas de 28 de diciembre de 1808 y la instrucción para el “corso terrestre” de 17 de abril de 1809, que establecían los empleos militares de los jefes de las guerrillas, sus haberes, el reparto del botín, su subordinación a los mandos militares de su zona de operaciones... Para entonces, su partida de guerrillas inicial se había convertido en un escuadrón de lanceros a caballo.
Siguieron sus acciones combatiendo a los franceses cada vez al frente de más hombres. El 18 de octubre participó en la batalla de Tamames, en la que el Ejército de la Izquierda que mandaba el duque del Parque derrotó a los franceses de Marchand, ganando en esa batalla una Medalla de Distinción. Dos meses más tarde, el 25 de noviembre, también tomó parte en la desgraciada batalla de Alba de Tormes y subsiguiente retirada de ese mismo Ejército de la Izquierda.
Su participación en esas batallas supuso un importante salto cualitativo, pues si nunca renunció a ese continuo combatir a las partidas enemigas que pretendían el control del territorio y la obtención de sus recursos, a partir de este momento sus lanceros formaron parte directamente del Ejército como otra unidad más, subordinados a los generales que los mandaban, primero a los españoles duque del Parque, La Carrera o España, para realizar las misiones de cobertura o exploración propias de la unidades regulares de Caballería, o participar en sus briosas cargas, para después hacerlo bajo las órdenes de Wellington.
Otra constante es su participación en la defensa de Ciudad Rodrigo, singularmente a partir de abril de 1810, efectuando salidas desde la plaza contra sus sitiadores, acciones por las que en 1815 se le concedió la Cruz de la Defensa de Ciudad Rodrigo; así en La Cruz de Tejada, al frente de sesenta de sus hombres, contando con el apoyo de los fuegos de la artillería de la plaza, derrotó a quinientos dragones, matando a cerca de doscientos de ellos. Cerrado el sitio por los franceses, en otra briosa salida al frente de doscientos de sus jinetes, asaltó y rompió las tres líneas enemigas que la cercaban, matando a cerca de doscientos cuarenta hombres y arrollando su campamento, acción por la que el marqués de La Romana, jefe entonces del Ejército de la Izquierda, le nombró Benemérito de la Patria en Grado Heroico, aprobado por el Gobierno español tras resaltar que en esa defensa había hecho más de ochocientos prisioneros en diversas acciones.
Se mantuvo en tierras salmantinas y el 28 de junio sorprendió cerca de El Bodón a un destacamento de doscientos dragones que forrajeaba en la zona, matando a sesenta y seis de ellos y cogiendo cincuenta y cuatro caballos. Pero el 10 de julio, abandonada por los ingleses, capituló Ciudad Rodrigo después de veinticuatro días de asedio, dieciséis de ellos bajo incesante fuego artillero enemigo, y Julián Sánchez se adentró en Portugal para unirse a las fuerzas de Wellington.
El 11 de febrero había recibido el grado de teniente coronel y el 9 de junio el de coronel, para ser ascendido el 7 de julio a coronel efectivo del Regimiento de Lanceros de Castilla, en que se había convertido su partida inicial.
Se inició una nueva fase. El Ejército de Massena se adentró en Portugal siguiendo a Wellington a través de Bussaco hasta Torres Vedras, donde se detuvo impotente. Era un Ejército poderoso ligado a una larga línea de aprovisionamiento que ha de proteger, mermando sus efectivos disponibles para el combate y ofreciendo innumerables objetivos a la acción de los guerrilleros. Julián Sánchez se situó sobre esa línea y sirvió también como descubierta y fuente de información inapreciable para Wellington, vigilando el movimiento de las reservas enemigas, capturando correos e impidiendo el movimiento de los convoyes de provisiones que tanto necesitan los franceses en un territorio esquilmado por el continuo guerrear y por las órdenes de tierra quemada que el general inglés había impuesto a los portugueses.
El 27 de septiembre de 1810, el mismo día de la batalla de Bussaco, regresó Julián Sánchez de Portugal para combatir al enemigo en nuestro territorio, asaltando el Barco de Ávila. Siguieron las acciones de Valdecasas, Muñoz y Alaejos, con un resultado total de setenta y tres enemigos muertos y treinta y dos caballos capturados, a la vez que se ocupaba en recoger desertores y dispersos que devolvía a sus unidades de origen, mientras llevaba a cabo la organización del Primer Regimiento de Lanceros y el Batallón de Cazadores de Castilla, con mil doscientos hombres, armados, uniformados y montados con las presas hechas al enemigo.
El 3 de febrero de 1811 sorprendió en Tamames a un gran convoy francés de víveres, causando veintiocho bajas a su escolta y capturando lo transportado, que remitió, junto con cien reses vacunas, al Ejército de la Izquierda que se mantenía con grandes penurias en Badajoz. Esa acción obligó a los franceses a enviar una división en su búsqueda, contra la que el guerrillero desarrolló con éxito su táctica combinada de retiradas y ataques sucesivos por sorpresa, escapando a su persecución y combatiendo sin cesar.
La retirada del Ejército de Massena desde Portugal volvió a ofrecerle nuevos objetivos. Atacó columnas y convoyes, haciendo hasta setecientos prisioneros y capturando gran cantidad de bagages. Después, el 5 de mayo, tomó parte en la batalla de Fuentes de Oñoro, en la que su débil línea de cobertura fue arrollada por efectivos franceses muy superiores, lo que motivó las críticas de Wellington, quien siempre, antes y después de este hecho, elogió sus actuaciones en la guerra. No obstante, fue recompensado con una Cruz de Distinción. Concluida la batalla, persiguió al enemigo en su retirada haciéndole hasta ciento cinco prisioneros.
Se volvieron las tornas, ahora eran los ingleses quienes bloqueaban Ciudad Rodrigo, ocupada por los franceses, y Julián Sánchez se dedicó a atacar los convoyes que se dirigían en su socorro. El 17 de junio, en San Muñoz, con doscientos jinetes y trescientos infantes atacó a uno de esos convoyes, protegido por seiscientos granaderos, haciéndole perder hasta trescientos sesenta hombres entre muertos y prisioneros, pese a que la guarnición francesa de Salamanca acudió en su socorro.
El 1 de octubre (o el 15 según otras fuentes), en la acción más espectacular de su participación en la guerra, cogió prisionero al general Regnault, gobernador militar francés de Ciudad Rodrigo, que había salido de la plaza para recoger un convoy con dos mil vacas y cuatrocientas cabras, que se encontraba ya al alcance de la artillería de la plaza. Para entonces ya había organizado el Segundo Regimiento de Lanceros y el Segundo Batallón de Cazadores de Castilla.
El 23 de noviembre atacó en Linares a una columna francesa de mil doscientos hombres, causándole ochenta bajas y la pérdida de los equipajes y del metálico que había extraído de la población de la zona. En enero de 1812, contribuyó a la conquista de Ciudad Rodrigo, hostigando a las fuerzas enemigas que podían socorrerla y, cuando Wellington marchó contra Badajoz y Marmont se internó en Portugal para atraer la atención de los ingleses, Julián Sánchez se mantuvo frente a las tropas francesas que habían quedado en Salamanca. Por esas fechas (28 de enero) El Charro fue ascendido a brigadier. Se produjo otro cambio significativo en su situación. Ya no sería más el guerrillero independiente sujeto vagamente a la autoridad de los mandos militares, ni el jefe de una unidad de Caballería entre la colaboración y la obediencia a Wellington; él y su unidad se iban a convertir en la 1.ª Brigada de la 3.ª División que mandaba el general España, perteneciente al 5.º Ejército a las órdenes de Castaños. El 12 de junio se puso en marcha el Ejército anglo-portugués en el que estaba integrada su división. Incorporada a su vanguardia, su brigada cruzó el Tormes cerca de Salamanca, participando en los combates que precedieron a la batalla de Los Arapiles y en la persecución del enemigo después de ésta, llegando en pos de él hasta las proximidades de Burgos, en cuya persecución produjo al enemigo más de mil bajas entre muertos y prisioneros.
En septiembre, durante la marcha de Wellington de Madrid a Burgos, permaneció en vanguardia de su Ejército. El 17 de ese mes tuvo una acción notable al frente de sus tropas a la derecha del despliegue aliado y, durante el sitio del castillo de esa ciudad por los ingleses, se mantuvo al norte de la misma formando parte de las tropas que cubrían el despliegue de los sitiadores. En el subsiguiente repliegue a Portugal, se mantuvo cubriendo la retaguardia de su Ejército, protegiendo los destacamentos anglo-portugueses en retirada, logrando evitar la captura por los franceses de mil quinientos de estos hombres que se habían detenido por la fatiga de la marcha y la escasez de víveres Después, a finales de diciembre, al frente del Primer Batallón de Cazadores y del Primer Regimientos de Lanceros, atacó en Vitigudino a una columna francesa de mil quinientos hombres, logrando hacerle retroceder hasta Ledesma con elevadas pérdidas. Ese invierno se mantuvo sobre la orilla izquierda del Tormes conteniendo al enemigo, y el 22 de mayo de 1813 se puso en marcha con la vanguardia anglo-portuguesa al frente del Primer Regimiento de Lanceros y una Compañía de Artillería. Cruzó el Duero por Toro y el 12 de junio atacó en Castro Nuño a un destacamento de dragones que capturó. Tras otras acciones menores en las proximidades de Burgos, participó en la batalla de Vitoria (26 de junio), cubriendo el ala derecha del despliegue aliado. Después siguió hasta Pamplona, contactó con Espoz y Mina y tomó parte en la persecución de las tropas del mariscal Clausel en dirección a Aragón siguiendo la línea del Ebro.
De Alfaro pasó a Tudela, siempre en contacto con el enemigo, actuando conjuntamente con los Húsares de Navarra de Espoz y Mina. El 8 de julio entró en Zaragoza con este último, para marchar seguidamente a la ribera del Cinca a vigilar las guarniciones francesas de Lérida, Fraga y Mequinenza. Entró en Lérida y persiguió a su guarnición mientras se retiraba. Al final de la guerra su unidad se encontraba en Barbastro.
El 17 de noviembre de 1820 recibió la Cruz de San Hermenegildo y el 21 de febrero siguiente la Laureada de San Fernando. El 6 de abril de 1823, el gobierno constitucional le destinó al Ejército de Operaciones que debía oponerse a la nueva invasión francesa en apoyo de los absolutistas. El 18 de ese mes se encontraba en Logroño al mando de un pequeño destacamento de ese Ejército frente a los franceses, cuando fue herido gravemente de un lanzazo y hecho prisionero. Conducido a Vitoria, el duque de Angulema le puso en libertad bajo palabra de honor, pasando a Burgos y de allí a Madrid.
Una vez terminada aquella guerra, Fernando VII le envió “de cuartel” a Salamanca y el 22 de diciembre ingresó en prisión en Valladolid, en la que permaneció veintisiete meses, hasta que el 6 de enero de 1827 fue declarado “buen servidor de Su Majestad”, a la vez que “se le reconocía el derecho a reclamar daños y perjuicios contra el felón que le había denunciado”. El 30 de ese mes fue declarado “purificado” y se le asignó Valladolid como lugar de residencia. No obstante lo anteriormente expuesto, hubo de trasladarse a Etreros, provincia de Segovia, donde falleció el 18 de octubre de 1832, siendo enterrado al día siguiente. Había casado en primera instancia con Cecilia Muriel, de la que no tuvo descendencia, y en segunda con Juana Velarde, con quien tuvo un hijo y una hija, también fallecidos en Etreros antes que él.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Exp. personal del brigadier Don Julián Sánchez.
N. Horta Rodríguez, Don Julián Sánchez “El Charro” guerrillero y brigadier, Ciudad Rodrigo, Patronato Municipal de la Casa de Cultura, 1986; J. Repollés de Zayas, “El guerrillero Don Julián Sánchez” en, Revista de Historia Militar n.º 30 (1971), págs. 89-117.
Andrés Cassinello Pérez