Puig, Francesc. Barcelona, c. 1542 – 1596. Jurista y doncel.
Exponente principal de la fundamentación teórica y de la actuación absolutista de Felipe II de Castilla en Cataluña. Miembro de un linaje dedicado al derecho en las últimas generaciones; además de su tío homónimo, su padre, Esteve Puig, había sido miembro de la Audiencia Real y, como él, abogado patrimonial.
Como resultado, gozaban de privilegio militar. Siendo todavía estudiante en el Estudio General de Lérida, contrajo matrimonio en 1565 con Jerònima Montsó, hija de un doctor en Artes y Medicina de la ciudad.
Al año siguiente obtuvo el grado de doctor. En 1569 entró sin éxito en la terna de candidatos al oficio de juez de tabla de la ciudad de Barcelona y durante los primeros años de la década de 1570 fue asesor habitual de la Diputación del General de Cataluña. Su acceso a la Administración real se inició en 1578, cuando ocupó el oficio de asesor del gobernador del principado. A principios del año siguiente, abandonó dicho oficio y la asesoría de los alcaldes de la ceca de Barcelona para ocupar un lugar de doctor en el Real Consejo Civil de Cataluña, juntamente al de abogado patrimonial. A los cuarenta años ya había igualado la carrera de su padre. Sus lazos con la familia Franquesa jugarían en adelante un papel esencial en su influencia política. A mediados de la década de 1580 tomó parte activa en la manipulación de los textos legislativos aprobados durante la Corte General de Monzón y se le acusó de haber retenido la entrada en vigor de la nueva legislación relativa al funcionamiento de la Diputación del General. Su nombramiento para la comisión encargada de la compilación de las Constituciones catalanas fue muy criticada por diversos gobiernos municipales, en especial el de Barcelona. En la primavera de 1587 viajó a la Corte, como hombre de confianza del virrey, para informar de la situación política de Cataluña. En ella defendió ante el Consejo de Aragón la intervención de la Audiencia en los asuntos de la Diputación del General y la suspensión unilateral por parte del Rey de una parte de la legislación sobre la institución. De Madrid obtuvo también una renta anual. En 1589, el virrey Manrique de Lara y Puig volvieron a la Corte para informar al Consejo de Aragón del deterioro progresivo de la situación política. Su posición le situó en el punto de mira de los sectores más independientes de la Monarquía, que lanzaron contra él abiertamente panfletos y acusaciones de traición al país. En especial, criticaron la acumulación de cargos que lo hacía todopoderoso.
Puig volvió de la Corte con el nombramiento para la tercera sala y el de regente de la tesorería de Cataluña bajo el brazo, en substitución del difunto Martí Joan Franquesa. Se convirtió desde entonces en el verdadero primer ministro del gobierno virreinal en Cataluña. La Diputación del General, encargada del pago de los salarios reales, se negó a saldar los suyos.
Al estallar las turbaciones de los años 1591-1592, el ministro dirigía el bando real. Mantuvo una decisiva correspondencia con el secretario Jeroni Gassol, en especial después de la muerte del virrey a principios de 1592. En ella se mostró partidario de una acción de fuerza del Rey en Cataluña, similar a la desarrollada en el vecino Reino de Aragón. El ejército de Alonso de Vargas debería cruzar las fronteras del principado y su comandante convertirse en lugarteniente real en Cataluña. Se propuso socavar el apoyo popular y fomentar las diferencias en el seno de la Diputación del General hasta provocar la ruptura de la institución en dos bandos encabezados por el diputado militar Joan Granollacs y el eclesiástico obispo de Gerona. Una vez huido el primero y sus partidarios, Puig aplicó las principales medidas temporales de control de la institución hasta el momento de su muerte.
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Miquel Pérez Latre
