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Leandre Cristòfol i Peralba

Biografía

Cristòfol i Peralba, Leandre. Os de Balaguer (Lérida), 8.VI.1908 – Lérida, 19.VIII.1998. Escultor surrealista.

Nació en el seno de una modesta familia campesina, sin tradición artística alguna. Su infancia y su adolescencia transcurrieron en el ambiente rural propio de su lugar de origen. Permaneció en su hogar hasta la edad de catorce años, ocupado en ayudar a sus padres en los quehaceres cotidianos, en aprender las primeras letras y en iniciarse de modo espontáneo en el modelaje del barro que transformaba en ninots (muñecos), así como en la talla de figurillas de madera, predilecciones que marcaron su camino vocacional hacia el mundo de la plástica.

En 1922, dado que su condición de hijo segundo le impedía ser el hereu (heredero) de la casa paterna y, sobre todo, motivado por sus inquietudes artísticas, se marchó a vivir a Lérida, acogido en el domicilio de su tía Dolors en la calle de la Academia, n.º 9. El impacto de la ciudad fue muy brusco para el Leandre de catorce años, por lo que regresó muy pronto a su pueblo, donde permaneció prácticamente todo el año 1922, trabajando como aprendiz de carpintero en el único taller allí existente. Su figura menuda, pero siempre agrandada por la vivacidad de sus ojos, le supuso el típico apodo con que era conocido en Os de Balaguer: El Fusteret (el pequeño carpintero). Vuelto a Lérida aquel mismo año, nuevamente a la casa de su tía, se colocó en la carpintería del señor García, que lo admitió como aprendiz. Aquí perfeccionó el oficio de carpintero y su atenta aplicación y sus dotes naturales lo transformaron en un extraordinario ebanista y tallista.

En el taller permaneció trece años; pasó después —a causa de una huelga suscitada por causa de los salarios— a trabajar en Muebles Armengol.

Su vocación artística —siempre estaba obsesionado por dibujar cuanto observaba y por dar forma al barro— la canalizó, entre los años 1926 y 1929, como alumno de la Academia que el alicantino Justo Almela y Company, catedrático de Dibujo del Instituto de Segunda Enseñanza, tenía en Lérida. En 1930 y 1931 siguió cursos de pintura al óleo y acuarela y realizó algunas obras de interés (El pati clar, Raig de llum, Natura morta). Sin embargo, no dejó por ello de modelar constantemente, siendo su primer volumen de importancia un retrato de yeso (1930). Esta y otras obras de tendencia expresionista (caso de la figura femenina titulada Dolor), además de doce pinturas, otros tantos apuntes urbanos y rurales, un autorretrato y un retrato al carbón del pintor Baldomer Gili i Roig figuraron en su primera exposición, tenida en Lérida en octubre de 1930 en el Museo Morera y titulada Uns altres. En la misma muestra también participaron Ramón Roca y Josep Sanabria, amigos y colegas de la Academia de Almela, de cuyos rostros hizo Cristòfol un relieve. Nuevas exposiciones colectivas reafirmaron la personalidad de Cristòfol, ya en contacto con otra serie de artistas (Francesc Charles, Antoni Garcia Lamolla, Josep Tufet) formando un grupo que se autodenominó Estudi d’Art, nombre tomado del taller donde se instalaron, ubicado en el Carrer Nou, n.º 4. Bajo ese nombre expusieron en 1932 en el Casino Independiente de Lérida, muestra que luego se exhibió en las galeries Laietanes de Barcelona.

Cristòfol, único escultor del grupo, presentó bocetos en barro, de tipología rodiniana, junto a unos dibujos de paisajes y figuras. El Estudi d’Art no duró mucho tiempo.

En 1933 realizó su primera exposición individual en el Casino independiente de Lérida con nueve ejemplares figurativos (entre ellos su autorretrato y varias Testas) y uno abstracto, titulado Cosa lírica, que más tarde el propio Cristòfol tituló De l’aire a l’aire, hoy propiedad del Ayuntamiento de Lérida. Esa obra —de soberbia línea y valorado en aquel entonces en 1.500 pesetas— significaba en palabras del propio autor una “rectificación de toda su obra anterior” y “el camino hacia nuevas formas”. Terminaba diciendo en el catálogo editado al efecto: “Creo encontrarme en el comienzo del comienzo”. Con la citada obra Cristòfol se iniciaba públicamente en la producción no figurativa, plenamente vanguardista.

En 1934, el Ayuntamiento organizó por primera vez un concurso dedicado a premiar a los artistas leridanos, montando una exposición en el Museo Morera con las obras presentadas al mismo. Participaron treinta y cuatro artistas. Cristòfol acudió con su Construcció lírica —que ha servido de ilustración para diferentes libros de Psicología y de la que hizo varias réplicas—, estructurada en forma de “T”. Al no estar de acuerdo varios de los concursantes con el veredicto del jurado, los artistas Enric Crous —fundador en 1933 de la revista Art, de planteamientos antiartísticos y de corta duración—, Antoni Garcia Lamolla y Leandre Cristòfol retiraron sus obras un día antes de la finalización de la “Exposició-Concurs de Primavera” (19 de mayo de 1934) argumentando desacuerdo con las bases de la convocatoria. Aquel hecho, muy comentado en la ciudad, les supuso una multa a cada uno de ellos de cincuenta pesetas, multa comunicada directamente por el alcalde de Lérida. Además el Consell de Govern de la Paeria les notificaba que llevaría aquel “acto de rebelión” al juzgado y a inhabilitar a los artistas durante tres años consecutivos en manifestaciones artísticas organizadas por el Ayuntamiento. Días después los artistas aludidos respondieron al alcalde en una carta abierta, publicada en la prensa local en que justificaban su actuación y tildaban a los componentes del jurado de “analfabetos impuros”.

Dos años después (1935), Cristòfol volvió a exponer en el Cercle Mercantil de Lérida. En tal muestra, titulada Figuratiu-No figuratiu, presentó una selección de obras realizadas entre 1930 y 1935, a base de óleos, acuarelas, dibujos y nueve esculturas expresionistas, entre las cuales destacaba la titulada Nàusea.

Entre las obras no figurativas se hallaban Construcció lírica, Cosa aquàtica y el famoso Peix sobre la platja, obra de vidrio, porcelana y acero, desgraciadamente hoy desaparecida.

El catálogo estaba escrito por José Viola Gamón (1916-1987), artista zaragozano que vivía en Lérida desde 1923 y que tuvo una muy directa relación artística con Cristòfol. Con motivo de esta última exposición fue invitado a concurrir con el grupo Logicofobista a la exposición que dicho grupo montó en la Galeria Catalònia de Barcelona en 1936, acto patrocinado por ADLAN (Amics de l’Art Nou), grupo del que formaron parte, entre otros, J. L. Sert, S. Gasch, A. Ferrant, J. V. Foix, S. Dalí, C. Sindreu y J. Prats. Cristòfol, a la sazón con veintiocho años, participó en la muestra con cuatro obras, todas ellas fechadas en 1935, de las cuales sobresalía, por su impacto rupturista, la titulada Finestra.

Coincidiendo el paso por Lérida del poeta surrealista francés Benjamin Peret, y en una visita a Cristòfol acompañado por José Viola y la pintora Remedios Varo, aquél le solicitó cuatro dibujos de sus Morfologies que fueron enviados por el poeta a la Exposición Internacional de Surrealismo de 1938, organizada por André Breton y Paul Eduard y celebrada en el Beaux Arts de París con el famoso montaje de Marcel Duchamp. Dicha muestra fue trasladada aquel mismo año a Tokio, presentada bajo el título de Échange Surrealiste.

Parte de los años de la Guerra Civil los pasó Cristófol en campos de concentración de Francia y Marruecos, donde estuvo en prisión. Esta circunstancia no supuso el cese de su actividad artística, sino que pudo continuar trabajando con papeles, conchas marinas y piedras, que luego le facilitaron algunas de sus composiciones (caso de Temàtica meridional, de 1940).

En ese año de 1940 marchó a Barcelona, donde vivió en la calle de Villarroel, n.º 58, viéndose obligado a subsistir durante tres años a costa de tallar muchísimas molduras de silla. A pesar del monótono trabajo artesanal, su experiencia como artista fue muy gratificante, pues pudo perfeccionar su quehacer acudiendo a la Escuela de Bellas Artes y Oficios Artísticos. En el año 1946 se fundó en Lérida el Círculo de Bellas Artes, entidad que nombró a Cristòfol profesor de Dibujo y Escultura, actividad que compaginó con sus inquietudes plásticas y que cristalizaron en su exposición Antología, presentada en 1949 en el Instituto de Estudios Ilerdenses. En 1950 logró exponer en el III Salón de Octubre de Barcelona, punto de inflexión en su trayectoria y que le permitió ser reconocido internacionalmente.

En 1952, el Cercle Maillol del Instituto francés de Barcelona le concedió una beca para estudiar en París.

Su breve estancia (seis meses en 1953) con los consiguientes problemas de adaptación, se puede calificar como muy provechosa, pues efectuó un viaje a Italia, en donde pudo contrastar su formación con la visión directa del clasicismo escultórico renacentista.

El atractivo de la ciudad de Lérida, que fue una constante vital en Cristòfol, hizo que retornara otra vez a ella, donde reanudó su actividad docente y creativa, ésta en su taller-estudio de la ilerdense Avinguda de Catalunya, n.º 5 (taller-estudio hoy desaparecido). Su fructífera labor vanguardista, totalmente aislada de influencias —algún crítico ha bautizado a muchas de sus piezas como “obras espontáneas”—, le permitió acudir con éxito a tres bienales hispanoamericanas: Madrid (1951), La Habana (1954) y Barcelona (1955) y concurrir al Tercer y al Cuarto Salón de Octubre de Barcelona (1950 y 1951). En estos años su obra vanguardista se vio complementada con la realización de numerosos Crucificats (hoy dispersos en diversas colecciones privadas y oficiales), de planteamientos románicos y barrocos y de sentida espiritualidad. Con veinte ejemplares de tales “Crucificados” pudo efectuar en 1955 una muestra temática religiosa, con gran éxito de público y crítica, en el salón de la Caixa de Pensions de Lérida. Asimismo, realizó entonces diferentes relieves (Safareig, El forn —éste en barro—, Feinejant) de temática rural, aparte de una serie de “Maternidades” —continuadoras del ciclo iniciado en 1934—, obras todas en las que, desde planteamientos humanos, lograba alcanzar la sublimidad.

Inmerso en su constante renovación plástica, Cristòfol se sintió atraído en los años cincuenta por el componente cinético y, en general, por los plantea mientos de la entonces denominada “nueva escultura”.

Fueron los años de la difusión de la escultura móvil en cuya realización Cristòfol fue artista pionero en Cataluña e incluso en España. Sus Ralentis fueron las creaciones que concretaron aquellos presupuestos, hechos a base de pequeñas estructuras metálicas con varillas, corcho, vidrio e hilos, bautizadas algunas con títulos tan emblemáticos como Harmonia estel·lar (1957), Aparença excèntrica (1957), Factor ascensional (1958). Obras igualmente de los años cincuenta son diversos ensayos de plástica geométrica, caso de sus series tituladas Planimetries y Assaigs volumètrics.

En el año 1961, el Instituto Nacional de Enseñanza Media de Lérida solicitó su presencia como profesor de Dibujo, actividad que desarrolló hasta 1973 en el Departamento dirigido por el catedrático Medina.

Entre 1961 y 1963 trabajó con máquinas y objetos diversos, totalmente obsoletos, creando conjuntos armoniosos titulados Situacions y Ordenacions. Dos obras muy significativas fueron las denominadas Germinant el fruit y su magnífico Intent de vol, obras donadas por el artista en 1988 al Ayuntamiento de Barcelona.

Profundizando todavía más en la extracción artística que cualquier material ya desechado podía encerrar, Cristòfol se sumergió en experimentaciones geométricas, rítmicas y líricas, piezas con las cuales pudo presentar una muestra monotemática en 1966.

A partir de 1967 se desligó de cualquier figurativismo, interesándose tan sólo por el hecho especulativo, postura que mantuvo hasta el año 1975 y fruto de la cual fueron sus series Elements competitius y Objectes de consum. En aquel año (1975) fue invitado a participar en las exposiciones colectivas montadas en Madrid sobre “El surrealismo en España: 1929- 1950” (galeria Multitud) y en Barcelona sobre “Petita escultura” (Caixa de Barcelona) y “El surrrealisme a Catalunya, 1925-1975” (galería Dau al Set). El progresivo reconocimiento de su labor artística motivó que en 1976 parte de su obra fuera seleccionada y expuesta en diferentes ciudades europeas: Colonia, Basilea y Múnich conocieron la pureza y sinceridad de su vanguardia en la muestra “Spanische Avantgarde, 1920- 1938”.

En aquel mismo año, expuso también en otras tres colectivas (Lérida y Barcelona, aquí en el Hospital de la Santa Creu y en la Fundació Joan Miró).

En 1977 continuó experimentando con lo lineal, curvilíneo y esférico a la vez, avanzando con ello en la depuración de su trayectoria plástica no figurativa.

Sus series Temàtica y Presència ambiental fueron el resultado de sus experimentaciones, donde a la sencillez volumétrica se le sobreponía la complejidad conceptual.

Entre 1977 y 1981 continuó exponiendo en diferentes lugares (Lérida, Barcelona y Madrid —aquí en el Palacio de Velázquez en la muestra colectiva “Cien años de Cultura catalana, 1880- 1980”—).

En 1981 fue invitado por la Universidad de Barcelona a participar en el coloquio sobre la Escultura y su enseñanza. Siguieron años de exposiciones, tanto individuales (Museo Morera de Lérida, Escola Massana de Barcelona, Fundació Joan Miró de Barcelona) como colectivas (Lérida, Barcelona, Madrid, Londres —aquí en la muestra “Homage to Barcelona, 1988- 1936”, celebrada en la Hayward Gallery—, Reus, Olot, Girona, París —en el Centre Georges Pompidou—.

Muy significativa fue la exposición presentada en 1982 en el Institut d’Estudis Ilerdencs, consistente en dos series de seis ejemplares cada una realizadas poco antes: Presència ambiental, de 1976, y la titulada Alfa-Omega-Alfa, de 1980, constituida por un ciclo de seis pequeñas obras simbólicas e idealistas, de líneas geométricas muy simples, evocadoras de planteamientos ecológicos y espirituales en un verdadero canto a la humanidad (desde Gènesi hasta Albada).

Todas aquellas muestras culminaron con la concesión de la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña, de la Medalla de Oro de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura en 1989 y del Premio Nacional de Artes Plásticas de la Generalitat de Cataluña en 1990, año en que Valencia (Centro Julio González, del Instituto Valenciano de Arte Moderno), Teruel, Ardenne, en la Champagne francesa, Mallorca y Lisboa conocieron su producción vanguardista, ciudades a las que siguieron Franckfurt, México, Monterrey, Ámsterdam, Heilbrom y Asrav (Alemania). En 1994 Cristòfol expuso en una colectiva en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía alguna de sus obras de los años treinta, en la genérica titulada “El surrealismo en España”. En ese museo —y durante varios años— figuraron expuestas varias obras cristofolianas en la Sala 16, junto a esculturas de Joan Miró, Angel Ferrant y Ramón Marinel·lo.

Leandre Cristòfol pasó sus últimos años revisando su obra, además de recoger la amplia bibliografía y documentación generada sobre la misma, que entregó junto a su legado. Vivió dichos años en la calle Camp de Mart, n.º 21, de Lérida.

Puede decirse que Cristòfol, junto a Miró y Dalí, en opinión de Daniel Giralt-Miracle, ha sido uno de los grandes artistas del arte español del siglo xx que representó el espíritu de la vanguardia no culturalista.

En la actualidad su obra se halla repartida básicamente entre el Ayuntamiento de Barcelona (al que hizo donación de importantes piezas en 1988) y el de Lérida (donación en 1990). En Barcelona, ornamentando la plaza dedicada a George Orwell, se halla una escultura de Cristòfol, la cual ha popularizado el lugar con el nombre de “plaza del Trippi”. Lérida acogió su donación agrupándola en la Sala Leandre Cristòfol, muestra permanente ubicada en la Avinguda de Blondel, n.º 42.

 

Obras de ~: El pati clar, 1930; Raig de llum, 1930; Dolor, 1930; Natura morta, 1931; Autorretrato, 1933; Testas, 1933- 1934; De l’aire a l’aire, 1933; Construcció lirica, 1934; Cosa aquàtica, 1934; Morfologies, 1932-1934; Peix sobre la platja, 1935; Monument, 1935; Finestra, 1935; Temàtica meridional, 1940; Crucificats, 1947-1970; El forn, 1951; Feinejant, 1952; Safareig, 1954; Ralentis, 1957-1958; Planimetries y Assaigs volumetrics, 1957-1960; Germinant el fruit, 1962; Intent de vol, 1962; Elements competitius, 1974; Objectes consum, 1975; Presència ambiental, 1976; Alfa-Omega-Alfa, 1980.

Escritos: con G. Viladot, Nou plast poemes, Agramunt, 1965.

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Federico Lara Peinado

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