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Fernán Gómez de Toledo

Biografía

Gómez de Toledo, Fernán. Toledo, s. m. s. xiii – 23.X.1331. Notario mayor del reino, camarero mayor del Rey y consejero privado de Fernando IV.

Nació en el seno de una familia caballeresca de linaje mozárabe toledano, los Beni Lampader. Su padre, Gómez Pérez, fue alguacil de la ciudad, y su hermano Gutierre Gómez, arzobispo de Toledo.

Comenzó su influencia en la Corte el año de la muerte de Sancho IV, de mano de la reina regente María de Molina, quien en las Cortes de Valladolid de 1295, para atraerse a las ciudades para su causa, en la minoridad de su hijo, el futuro Fernando IV, incluyó como oficiales de la Casa Real a representantes de las oligarquías urbanas. Por ello, fue designado para ocupar el oficio de notario mayor del reino de Toledo, cargo que se creó expresamente para él.

De 1295 a 1301, Fernán Gómez fue el hombre de confianza de María de Molina. Pero, a partir de 1302, Fernando IV, ya proclamado Rey, decidió atraerle a su servicio, convirtiéndole en su privado y más próximo consejero, además de nombrarle camarero mayor del Rey, cargo que simultaneó con el de notario mayor del reino de Toledo.

Como consecuencia de su privanza, intervino activamente en política exterior. Destacó su actuación en 1303, cuando fue el enviado por el Rey a la Corte del nuevo rey de Granada, Muűammad III , con el fin de alcanzar un acuerdo de paz en la frontera de ambos territorios. Fernán Gómez consiguió un pacto ventajoso en el que el rey granadino se reconocía vasallo del castellano, comprometiéndose a pagar cuantiosas parias, y Castilla conservaba la plaza estratégica de Tarifa. El tratado fue ratificado por Fernando IV en Córdoba. Un año más tarde, Fernán Gómez, junto a su conciudadano, el caballero Diego García de Toledo, canciller del Sello de la Poridad, tuvieron el poder del Rey para negociar la paz con Aragón que concluyó en la sentencia arbitral de Torrellas, poniendo fin al contencioso de la ocupación del reino de Murcia por la Corona aragonesa, al repartirse la región entre ambos reinos.

En política interior estuvo al lado del Rey en todos los enfrentamientos con la nobleza, al ser su más próximo consejero, intentando siempre acercar posiciones. Intervino como enviado real ante la nobleza rebelde, pactando el acuerdo de Pancorbo de 1306, por el que Diego López de Haro y Juan Núñez de Lara volvieron momentáneamente a la obediencia real. Gracias a su influencia consiguió, con la intercesión decisiva del Rey, el nombramiento de su hermano Gutierre Gómez como arzobispo de Toledo en 1310.

Desaparecido Fernando IV, Fernán Gómez no participó en las pugnas por la regencia, durante la minoridad del infante don Alfonso, sino que se retiró a su ciudad natal. En la mayoría de edad del rey Alfonso XI, volvió a gozar del favor real, hasta el punto de que su esposa, Teresa Vázquez de Acuña, fue nombrada aya del infante don Pedro (futuro Pedro I), y sus hijos fueron armados caballeros de la Orden de la Banda Real de Castilla, durante la coronación del Rey en Burgos en 1332, un año después de su muerte.

Durante los años que sirvió a la Monarquía, se convirtió en un gran señor territorial. En 1303, el Rey le concedió el condominio de la aldea de Albalat, en el término de Plasencia, junto a Diego Gómez; en 1307 le otorgó Malpica de Tajo, con exenciones para atraer pobladores al lugar, y en 1316 adquirió Val de Gébalo en el término de Talavera. También consiguió otras prebendas, como la explotación de parte de las salinas de Peralejo y de Seseña, y cuantiosos bienes en metálico que le posibilitaron engrandecer sus casas solariegas de la parroquia de San Antolín de Toledo, que legó a su hijo primogénito Gómez Pérez, alguacil de Toledo, creando un germen de mayorazgo.

Murió el 23 de octubre de 1331, dejando una numerosa descendencia continuadora del linaje, entre los que se encuentran Pedro Suárez Vázquez, camarero mayor del Rey; Gutierre Fernández, repostero mayor, y Vasco Fernández, arzobispo de Toledo.

 

Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, Colección Salazar, M-20, fol. 224.

A. Benavides, Memorias de D. Fernando IV de Castilla, t. II, Madrid, Imprenta José Rodríguez, 1860, págs. 411-412; F. Sánchez de Valladolid, “Crónica de Fernando IV”, ed. de C. Rosell, Crónicas de los Reyes de Castilla, Madrid, Atlas, 1953, págs. 122, 125, 133, 145-146, 150-151 y 165-166 (Biblioteca de Autores Españoles, LXVI); S. de Moxó, “La sociedad política castellana en la época de Alfonso XI”, en Cuadernos de Historia, 6 (1975), págs. 312-313; “El auge de la nobleza urbana de Castilla y su proyección en el ámbito administrativo y rural a comienzos de la Baja Edad Media”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 178 (1981), págs. 468-479; J. Rodríguez Marquina, “Linajes mozárabes de Toledo en los siglos xii y xiii”, en Genealogías mozárabes, t. I, Toledo, Instituto de Estudios Visigóticos- Mozárabes de San Eugenio, 1981, págs. 61-64; J. Porres Martín-Cleto, Historia de las calles de Toledo, Toledo, Zocodover, 1982, págs. 1670-1672; D. Sánchez Loro, Historias placentinas inéditas, Cáceres, Institución Cultural El Brocense, 1983, págs. 102-104; C. González Mínguez, Fernando IV (1295-1312), Palencia, Diputación Provincial, 1995, págs. 99, 120, 133-135, 165, 171, 186-188, 218 y 226-227; P. Molenat, Campagnes et Monts de Tolède du xiie au xve siècle, Madrid, Casa de Velázquez, 1997, págs. 163-164 y 369; P. Molenat y J. Passini, Toledo a finales de la Edad Media. II: el barrio de San Antolín y San Marcos, Toledo, Colegio de Arquitectos, 1999, págs. 126- 129; B. Martínez Caviró, “Doña Inés de Ayala”, en Toletum. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, 77 (2000), págs. 107-115; J. Salazar y Acha, La casa del Rey de Castilla y León en la Edad Media, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000.

 

Pilar Morollón Hernández

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