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Manuel Martínez Pingarrón

Biografía

Martínez Pingarrón, Manuel. Madrid, 27.II.1710 – 21.XII.1777. Bibliotecario y traductor.

Fue hijo de Blas Martínez y de María Pingarrón. Tras sus primeros estudios en Valencia, en el Real Seminario de Nobles, costeados por el arzobispo Andrés de Orbe, se trasladó a Madrid, donde se graduó como bachiller y presbítero. Desempeñó el puesto de capellán segundo en la capilla de San Isidro de la parroquia de San Andrés, al que tuvo que renunciar en 1740 para entrar, como sustituto de Mayans, que había renunciado, y por recomendación de éste, en la Real Biblioteca. El propio Pingarrón presentó la renuncia de Mayans al padre Clarke, confesor real y director de la Biblioteca, y aprovechó la ocasión para ofrecerse a ocupar el puesto vacante, lo que consiguió con el apoyo del director y sin conocimiento del bibliotecario mayor, Blas Antonio Nasarre. En la Real Biblioteca permaneció durante treinta y siete años, hasta su fallecimiento.

Ingresó como bibliotecario 4.º, y recibió de Nasarre el encargo de ocuparse del Museo, que comprendía el monetario, las medallas y algunas antigüedades, y se acababa de instalar convenientemente en una habitación de la Biblioteca; poco después, en 1743, quedaría a las órdenes del jesuita francés padre Alexandre Panel (1699-1764), traído por el padre Clarke, gran experto en numismática, al que se nombró anticuario de Su Majestad y preceptor de los infantes. Las relaciones entre Martínez Pingarrón y el padre Panel no fueron muy buenas, como se refleja en la correspondencia de aquél con su amigo Mayans. Tampoco parece que fuera especialmente cordial, pese a que le debía su entrada en la Biblioteca, la relación de Pingarrón con el padre Clarke, que falleció ese mismo año de 1743; y con su sucesor en la dirección, el padre Le Fevre, no parece que tuviera muchos contactos, pese a que colaboró con Mayans. En 1748, con motivo de haber forzado el padre Panel algunas cerraduras del Museo en ausencia de los bibliotecarios, y de haber sacado monedas para el monetario del infante Luis, Pingarrón hizo una minuciosa descripción de su contenido, que se conserva manuscrita en el Archivo de la Biblioteca Nacional. A la acusación a Panel por su actuación incorrecta, éste respondió con un memorial, solicitando, entre otras cosas, que el Gabinete de Medallas se independizase de la Biblioteca y del bibliotecario mayor, pero el padre Rávago, nuevo director, no autorizó tal pretensión. Al año siguiente se ordenó a Martínez Pingarrón que, en compañía de Felipe Pantorrilla, y por solicitud de Panel, hiciese entrega a éste, una vez catalogado, del monetario del abad de Orleans de Rothelein, que había sido adquirido en París para la Biblioteca por 319.000 reales.

En 1750 Martínez Pingarrón ascendió a bibliotecario 3.º, al ascender también Juan de Iriarte, que ocupaba esa plaza. En 1751 falleció Nasarre, y Pingarrón optó a la plaza de bibliotecario mayor (pensaba que dentro de la Biblioteca era el único que podía competir con Iriarte, puesto que éste no tenía grado académico), pero, aparte de que no querían a nadie de la Biblioteca para ese puesto, era pretendido por figuras tan destacadas como Pérez Bayer, el padre Sarmiento, el padre Flórez, Luzán, el propio Mayans su amigo, o el canónigo Juan de Santander, que fue quien finalmente fue elegido y nombrado por Fernando VI.

Para contentar a los no elegidos, Rávago concedió a Iriarte 300 pesos de ayuda de costa, y a Pingarrón el beneficio de 200 pesos sobre el Obispado de Canarias.

La opinión de Pingarrón sobre Juan de Santander fue variando a lo largo de los veintiséis años que convivieron en la Biblioteca, pues si al principio alabó su talante y gestión, con el transcurso de los años se quejó de su mal genio, de su soberbia y del modo en que conducía la Biblioteca.

Más amistad parece que tuvo Pingarrón con el padre Rávago, que había entrado en 1747 como confesor de Fernando VI y director de la Real Biblioteca, que propició la empresa investigadora, luego fracasada, del padre Burriel, y que trajo a España al arabista Miguel Casiri. En 1752 Pingarrón estuvo en El Escorial, ayudando a Casiri en la clasificación de los manuscritos árabes, y parece que recibió lecciones de lengua árabe del sabio maronita. Allí descubrió un manuscrito sobre la historia de Rasis que luego estudió Mayans, trabajo que, tras el fallido intento de incluirlo en la Bibliotheca arabico-hispana Escurialensis de Casiri (1760-1770), quedó finalmente inédito.

Tras las nuevas Constituciones de la Biblioteca dadas por Juan de Santander en 1761, por las que se fundían en uno los cargos de director y de bibliotecario mayor, Pingarrón fue confirmado como bibliotecario 3.º, y se le encargó de la jefatura de la sala de prohibidos, en la que trabajaron a sus órdenes bibliotecarios tan prestigiosos como Tomás Antonio Sánchez, Vicente García de la Huerta y José Rodríguez de Castro. En 1765 alcanzó el grado de bibliotecario 2.º, siguiendo de nuevo los pasos de Juan de Iriarte, que había sido nombrado bibliotecario 1.º; y una vez más ascendió, ahora a bibliotecario 1.º, en 1771, al fallecer Iriarte.

Su edad ya empezaba a ser avanzada, y el año anterior de 1770 había conseguido del Rey una licencia ilimitada para ir a Puertollano a tomar las aguas para recobrar su salud. Martínez Pingarrón falleció en activo, a los setenta y siete años, el 21 de diciembre de 1777.

En sus últimos años, desde 1774, desempeñó también el cargo de capellán mayor de la Congregación de San Pedro de presbíteros madrileños, a la que pertenecía desde 1738.

En su labor literaria destaca como traductor, especialmente de las obras del eclesiástico francés de la época de Luis XIV Claude Fleury (1640-1723). Antes de su ingreso en la Real Biblioteca ya había traducido y publicado Las costumbres de los israelitas y Las costumbres de los christianos de Fleury, ambas impresas en Madrid, por Juan de Zúñiga, en 1737 (hay reimpresiones de las dos, de 1769, 1771, etc.); la primera de ellas iba dedicada a su protector de entonces, Andrés de Orbe y Larreátegui, arzobispo de Valencia e inquisidor general, y llevaba un juicio de Gregorio Mayans y Siscar, bibliotecario real, referente a las dos obras, en el que elogiaba al traductor: “Ha penetrado y explicado la mente del autor con tan feliz acierto, que su traducción puede pasar por obra original, y en mi juicio debe ser contada entre las mejores que tenemos”.

En 1741, en la misma imprenta, y del mismo autor, sacó, una vez revisada por su amigo Mayans, la traducción de Las obligaciones de los amos y las de los criados (con reimpresión en 1771), que, tras la duda de si dedicársela al rey, por el tema de la obra y lo delicado de la situación, optó por dirigirla al padre Clarke, en agradecimiento por haber propiciado su entrada en la Biblioteca, y también, sin duda, para ganarse su favor.

Pero la traducción en que puso más interés y trabajo propio, pues, a la vez que aprendía, recogía la experiencia de su labor en la Biblioteca, fue la de la Ciencia de las medallas, con notas históricas i críticas de Louis Jobert (Madrid, 1777-1778, en 2 volúmenes), que desgraciadamente no pudo ver impresa completa, tras largos años de espera para su publicación. Empezó a trabajar en esta traducción en 1753, con la aprobación de Nasarre, que deseaba mostrar al padre Panel que los españoles no eran ignorantes en esa materia, y le fue agregando abundantes notas, para lo que recurrió a la erudición de Mayans y otros. Juan de Santander se interesó también por la publicación, y recurrió al padre Rávago, aunque sin resultado, por lo que, aunque finalmente salió, en edición modesta, Pingarrón no la pudo ver terminada, y quedó sin incluirse la parte dedicada a la numismática española, que se conserva manuscrita en el Instituto Valencia de Don Juan (Madrid). En el extenso prólogo que precede al primer volumen impreso, Pingarrón se refiere al fondo numismático de la Real Biblioteca, reivindica los estudios españoles de la materia, y cita a los principales autores; y en las abundantes, y a veces prolijas, notas al fin de cada capítulo, así como en los índices de monarcas y ciudades emisoras en el volumen segundo, se ve el abundante trabajo que esta obra debió costar a su autor, aun contando con que quedó inacabada, que supera con creces lo que es una traducción normal. Según la opinión de Rada y Delgado, más de un siglo después de su publicación, aunque el trabajo estaba anticuado respecto al sistema de clasificación, era apreciable por las noticias eruditas que contenía, tanto en el original como en las adiciones del traductor.

Aspecto muy conocido de la biografía de Martínez Pingarrón es el de su amistad con Gregorio Mayans, con el que mantuvo una nutrida correspondencia a lo largo de más de treinta años. Pingarrón comunicaba a Mayans los asuntos de la Real Biblioteca, y emitía sus juicios sobre la actuación de los directores y bibliotecarios mayores y sobre las actividades intelectuales que se desarrollaban en el entorno, con opiniones personales sobre Feijoo, Burriel, Flórez, Sarmiento, Luzán, Nasarre, Montiano y otros; también le proporcionaba materiales para sus trabajos o copias de manuscritos, como en el caso de los adquiridos de las bibliotecas de Fajardo y de González de Barcia, en 1741 y 1744 respectivamente. Por estas cartas, publicadas modernamente por Antonio Mestre, se conoce la personalidad cultural de Pingarrón, sus deseos por perfeccionarse en las lenguas cultas, como el árabe, su interés por las novedades literarias francesas, su fidelidad a las ideas regalistas, manifiesta en el elogio que hace al concordato con la Santa Sede de Rávago y Ensenada, su cierta animosidad hacia los jesuitas, su afán por informar de todo lo que ocurría en la Biblioteca y de aprovecharse de los conocimientos de su sabio corresponsal.

Es, en fin, una personalidad que se muestra inmersa en las preocupaciones intelectuales de su tiempo y con gran capacidad para transmitirlas.

 

Obras de ~: Ciencia de las medallas, con notas históricas i críticas, traducida del idioma francés según la edición de París del año MDCCXXXIX [1739] al español por ~, Madrid, Joachin Ibarra, 1777-1778, 2 vols.

 

Bibl.: J. de D. de la Rada y Delgado, Bibliografía numismática española, Madrid, Imprenta de Manuel Tello, 1886, págs. 171-172; J. García Morales, “Los empleados de la Real Biblioteca (1712-1836)”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, LXXIII (1966), pág. 54; G. Mayans y Siscar, Epistolario, VII-IX: Mayans y Martínez Pingarrón, transcrip., est. prelim. y notas de A. Mestre, Oliva, Ayuntamiento, 1987-1989, 3 vols.; F. Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, vol. V, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1989, págs. 510-512; L. García Ejarque, La Real Biblioteca de S.M. y su personal (1712-1836), Madrid, Asociación de Amigos de la Biblioteca de Alejandría, 1997, págs. 89- 94 y 512-514.

 

Manuel Sánchez Mariana

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