Solarana, Tomás de. Covarrubias (Burgos), s. t. s. XVI – Lima (Perú), 1.IV.1606. Fiscal de la Inquisición de Lima.
Tomás de Solarana fue hijo de Cristóbal de Solarana y de Marina de Losa, también naturales de Covarrubias. Obtuvo la licencia para pasar a las Indias el 18 de enero de 1596, como fiscal de la Inquisición de la ciudad de los Reyes, en el Perú, a donde llegó a finales de agosto de ese año, junto al inquisidor, dr. Juan Ruiz de Prado. Tomás de Solarana era licenciado en Cánones por la Universidad de Salamanca. Cantó misa en su pueblo natal, Covarrubias, siendo beneficiado de la iglesia de Santo Tomé de esta población y capellán del rey.
Este burgalés ejerció el oficio de Fiscal de la Inquisición de la Ciudad de los Reyes (Lima) desde 1596 hasta 1606, año en que falleció. Su nombramiento se produjo cuando desempeñaba el cargo de relator en el Consistorio en España, y se debió a que el Fiscal que detentaba el cargo en la Ciudad de los Reyes, el doctor Antonio de Arpide, no tenía unas informaciones de limpieza de sangre lo suficientemente convincentes.
Tomás de Solarana también se dedicó a la labor comercial, como lo atestigua el hecho de que a su muerte tuviera en su poder 125 pares de medias de seda, que habían sido enviados por el capitán Marco Antonio Bellera, marido de su sobrina, para que los vendiera en el Perú. Poseía unas casas principales con la huerta en la ciudad de Lima, en la calle que iba desde el Colegio del Rey al Monasterio de Santa Clara, y también era suya la calle que la atraviesa y pasa el río con todas sus pertenencias.
Tomás de Solarana tenía como familia a su hermano, Miguel de Solarana, y a las hijas de este: María, casada con Damián Ortiz y Bárbola, y otra hija de este, Bárbara de Solarana, casada con el capitán Marco Antonio Bellera, a quienes nombró sus herederos universales.
El fiscal, antes de viajar a Indias, había redactado testamento en Covarrubias el mes de noviembre de 1595, y en la ciudad de los Reyes realizó otro testamento en 1606, en el que ordenaba que se respetase el testamento otorgado en su pueblo natal para los bienes que poseía en España. Murió en Lima, el sábado 1 de abril de 1606. Fue enterrado en la capilla del Santo Oficio de la Inquisición de la ciudad de Los Reyes.
Sus herederos serían dueños de todas las partidas de plata que llegaron a España, exceptuando lo destinado a la fundación de una capellanía en Covarrubias que ascendía a 2000 ducados de a 11 reales y 2000 pesos de plata ensayada, menos costas de avería y flete, que el licenciado mandó se enviaran a una niña llamada Isabel María que se criaba en el pueblo de Navalcarnero, en Madrid, con un cantero.
El fiscal ordenó que de sus bienes se llevasen a los reinos de España 2000 ducados de a 11 reales cada uno, los cuales menos los costes del viaje se debían echar en renta y censo sobre posesiones abonadas en la villa de Covarrubias. De la renta procedida se había de instituir y fundar una capellanía de misas por su alma y la de sus padres, ya difuntos, y personas a quien tuviera obligación; se debía servir en la iglesia mayor de Covarrubias, en el altar que nombren los patrones y nombró por primer capellán a un hijo de su hermano, Miguel de Solarana, si fuera sacerdote.
La fundación se hizo efectiva en el mes de septiembre de 1616 con 10.000 reales de principal. Los herederos del licenciado Tomás de Solarana fueron Damián Ortiz y su mujer María de Solarana, y Bárbara de Solarana, su hermana, viuda mujer que fue del licenciado Ordoño Beltrán. El día 6 de ese mes y año Damián Ortiz presentó los censos en los que se había invertido el dinero para realizar la fundación: Se conservan las cuentas de esta capellanía desde 1762 a 1862.
Bibl.: J. Pérez Villanueva, La Inquisición Española. Nueva visión, nuevos horizontes, Madrid, Siglo Veintiuno de España Editores, 1980, pág. 268; P. Castañeda Delgado y P. Hernández Aparicio, La Inquisición de Lima, t. I, Madrid, Ed. Deimos, 1989, págs. 19 y 20; Á. Pereda López, La Emigración Burgalesa a América durante el siglo XVI, tesis doctoral, Burgos, Universidad, 1997 (inéd.); La Emigración Burgalesa a América durante el siglo XVI, Burgos, Caja de Burgos, 2000, pág. 304.
Ángela Pereda López