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Miguel Damián Ruiz de Arcaute Arzá

Biografía

Ruiz de Arcaute Arzá, Miguel Damián. Vitoria (Álava), 27.IX.1848 – Tolosa (Navarra), 6.XII.1908. Empresario papelero, diputado provincial (1903) y miembro de la Liga Foral Autonomista.

Es hijo de Damián Ruiz de Arcaute Urbina y de Micaela Arzá Ortiz de Urbina. Nació en Vitoria y fue bautizado en la parroquia de Santa María. Desarrolló su vida profesional en Guipúzcoa y destacó por sus negocios en el ámbito papelero. Su nombre está ligado a uno de los hitos de la industrialización decimonónica española: la fábrica “La Esperanza”. Ésta había sido pionera por tratarse de la primera fábrica de papel continuo (1842), montada con maquinaria procedente de Angulema. Fue fundada por la sociedad “Brunet, Tantonat, Guardamino y Cía.” a iniciativa del primero de los socios. Se emplazaba en los alrededores de la villa de Tolosa y en sus instalaciones se transformaban el trapo y las pastas químicas en papeles finos para imprenta, litografía, escritura y encuadernación. Con ella se inició una fase de expansión de factorías papeleras en Guipúzcoa, a la que seguiría un proceso de concentración de firmas.

Participó en la fundación de “Arzá y Compañía”, firma que recogió el testigo de la explotación de “La Esperanza” en 1877; así como de otra papelera, “La Providencia”, fundada en 1856 por Baldomero Arza en la cercana villa de Alegría. Entre los socios destacó su suegro, Genaro de Sorarrain y Ruiz de Ogarrio. El 13 de junio de 1892 la firma se reconstituyó bajo la denominación “Arcaute, Arzá y compañía, sociedad en comandita”, teniendo como socios a Miguel, su suegro Genaro, Martín de Garmendia y Lasquíbar y Daniel de Arzá y Sorarrain, propietario avecindado en Sarriá. Miguel se hizo cargo de la administración, gerencia y representación de la sociedad. El capital social ascendía a 400.000 pta., siendo Sorarrain y Garmendia quienes aportaban las mayores cantidades, 130.000 pta. cada uno. La participación de Miguel era de 50.000 pta. “para responder de su gestión”. Se le asignó un sueldo anual más el 3% del importe total de las utilidades. En calidad de gestor de la empresa disfrutó, además, de derecho preferente al tanteo en el caso de que uno de los socios comanditarios quisiera vender su parte en la empresa. Para entonces “La Esperanza” estaba valorada en 297.179’20 pta. (la tasación incluía la fábrica más la captura de aguas, patios y huerta, más no la maquinaria) y ocupaba un solar de 182’40 a. La segunda fábrica de la firma, “La Providencia”, se extendía en 44 a. y estaba valorada en 175.000 pta. (maquinaria incluida).

En la última década del siglo XIX la producción papelera sufrió un estancamiento y una crisis de superproducción. La tasa de crecimiento anual acumulativo en el sector, que hasta 1892 había sido del 9%, descendió a un 4%. A partir de 1902 Miguel fue adquiriendo diversas proporciones de las participaciones de su familia política. Poco antes de su muerte, en enero de 1908, la sociedad se había disuelto con vistas a constituir una nueva, en la cual se actualizarían las condiciones de explotación. Y apenas unos meses atrás, el 18 de mayo de 1907, Miguel había fundado una nueva sociedad regular colectiva, “Arcaute y Compañía”, con el industrial de Tolosa Fulgencio Echaniz y Aguirre y con Daniel Arzá y Sorarrain, para explotar la fábrica “Olaberri”. En ella se elaboraba papel mate para litografías o cromolitografías, papel charolado blanco y de colores, engomado, y para cajas de lujo, entre otros productos. El capital social, 71.000 pta., respondía al valor de la propia factoría con sus solares, edificios, bienes de equipo... y se repartía del siguiente modo entre los socios: 27.000 pta. correspondían a Miguel; una cantidad similar a Daniel; las restantes 17.000 pta. eran de Fulgencio.

Miguel se había convertido en una figura del sector, con varias fábricas punteras a su cargo. Pertenecía también al Consejo de Administración de la Sociedad del Puerto de Pasajes, principal salida marítima de Guipúzcoa. Pero sus actividades no se limitaban al ámbito económico, era también una referencia en la política provincial. El diario republicano La Voz de Guipúzcoa lo ensalzaba como “uno de los liberales que más lucharon contra la reacción en la villa de Tolosa” y Cillán Apalategui lo calificó de “liberal a la antigua usanza”. Presentó su candidatura en las últimas elecciones a Cortes de la Regencia (1901) por el partido liberal. En su programa abogaba por el proteccionismo industrial como medio por excelencia para fomentar la prosperidad del país. No consiguió el escaño, que fue para el carlista Víctor Pradera por apenas un centenar de votos de diferencia. En 1903 accedió a la Diputación Provincial de Guipúzcoa por el distrito de Tolosa. Fue uno de los animadores de la Liga Foral Autonomista (1904-1906), movimiento político que propugnaba la restauración de la administración privativa vasca, los antiguos Fueros (abolidos por la Ley de 21 de julio de1876). Aunó esfuerzos bajo la bandera fuerista con otros significados empresarios (como Agustín Brunet, Francisco de Goitia o José de Orueta, entre otros) que buscaban garantizar una favorable renovación del concierto económico entre las provincias vascas y el Estado; así como presionar a favor de una política arancelaria proteccionista. Miguel prestó además apoyo moral y material al periódico La Región Vasca, principal órgano informativo de la Liga, que se publicó durante 1906.

Se casó con María de las Mercedes Sorarrain Miláns del Bosch, nacida en Tolosa el 16 de diciembre de 1861, hija del ya mencionado Genaro Sorarrain. El matrimonio tuvo once hijos: Genaro Dionisio Nicolás, Luisa María de la Blanca, Ramón, Vicente, María del Carmen Adriana, Micaela María Enriqueta, María, María de la Asunción Francisca, Dionisio Enrique Bruno, Ladislao Luis y María de los Dolores Ruiz de Arcaute Sorarrain.

Murió en 1808, en su domicilio de Tolosa, ubicado en la misma “La Esperanza”. El funeral se convirtió en un acontecimiento social. Durante el entierro, personalidades de la esfera empresarial y política llevaron las cintas que pendían del féretro: Francisco de Goitia, Antonio Elósegui, Juan Bodi, Pedro Vignau y Ladislao Zavala. El legado papelero pasó a manos de sus hijos. El mayor de ellos, Genaro, asumió la gerencia y dirección de las fábricas. En 1915 “La Esperanza” seguía despertando admiración.

Fuentes y bibl.: Archivo General de Guipúzcoa; Archivo Histórico Diocesano de Vitoria; Archivo Municipal de Tolosa; Registro Civil de Vitoria; Registro Mercantil de Guipúzcoa.

La Voz de Guipúzcoa, 7 y 8 de diciembre de 1908; R. Picavea, (dir.), Álbum Gráfico-Descriptivo del País Bascongado. Años de 1914-1915, s.l., 1915, fol. 88 rº; A. Cillán Apalategui, Sociología electoral de Guipúzcoa (1900-1936), San Sebastián, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, S.A., de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País (CSIC), Obra Cultural de la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián, 1975, pags. 220-241; Mª M., Gárate Ojanguren, El proceso de desarrollo económico en Guipúzcoa, San Sebastián, Cámara oficial de Comercio, Industria y Navegación de Guipúzcoa, 1976; L. Castells, Fueros y conciertos económicos. La Liga Foral Autonomista de Guipúzcoa (1904-1906), San Sebastián, L. Haramburu, 1980; Modernización y dinámica política en la sociedad de la Restauración (1876 – 1915), Leioa, Servicio Editorial Universidad del País Vasco – Siglo XXI ed., 1987; J. Catalán, “Capitales modestos y dinamismo industrial: orígenes del sistema de fábrica en los valles guipuzcoanos, 1841-1918” en J. Nadal y A. Carreras (dir. y coord.), Pautas regionales de la industrialización española (siglos XIX y XX), Barcelona, Ariel, 1990.

Elena Legorburu Faus

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