De origen humilde, quedó huérfano de padre a temprana edad y con once años entró a trabajar como escribiente en el Juzgado de Guadalajara y después en la Delegación de Hacienda y en el Gobierno Civil.

Instalado en Madrid para trabajar como dependiente y repartidor en una tienda de alimentación, conoció a la que luego sería su esposa, Soledad Pérez. De nuevo en Guadalajara, retornó a su oficio de escribiente y en 1909, con algunos ahorros, montó un quiosco en la plaza del Jardinillo para vender chucherías, tabaco y postales y ayudar a cumplimentar papeles a personas analfabetas. Andando el tiempo se dedicó al alquiler de pianos de manubrio, prosperó económicamente y en 1920 abrió comercio en la calle Mayor Alta, un establecimiento donde era posible encontrar de todo y que pronto se convirtió en lugar de cita obligada para los vecinos de Guadalajara. Al comienzo de la Guerra Civil fue detenido por milicianos debido a su talante conservador y creencias religiosas, aunque los amigos y empleados forzaron su liberación. En los años cuarenta ocupó una concejalía del Ayuntamiento y un puesto de diputado provincial. No dejó descendencia y los últimos años de su vida los repartió entre el cuidado de su negocio y la literatura, alumbrando los siguientes libros y folletos: Cosas de mi tierra (1947), Miradero Municipal (1947), Jubilación y compañerismo (1948), Memorias de mi vida (1950), Turismo alcarreño (1952), Viajes por España (1954), Lo que he visto en Madrid (impresa en 1955) y Homenaje íntimo (sin fecha). [...]