Narváez de Valdelomar, Gaspar de. Jaén, 1556 – Santiago de Chile (Chile), 13.VII.1632. Letrado y oidor en Indias.
Hijo legítimo de Luis Narváez y Valdelomar, natural de Baeza, que litigó su nobleza en la Audiencia y Chancillería Real de Granada, donde sacó carta ejecutoria de hidalguía, y de Catalina de la Cruz Aldana y Robledo, natural de Jaén, quienes habían contraído matrimonio en dicha ciudad, y que fueron sepultados en la iglesia parroquial de la Magdalena de la ciudad de Jaén, en una bóveda junto al altar del Sagrario.
Hacia 1578 residía en la villa de Madrid como procurador general de las provincias de Charcas. Pasó luego a Sevilla, donde fue recibido como abogado por dicha Audiencia, y sirvió como relator de ella, saliendo a muchas comisiones. En 1581 era teniente de la tierra en Sevilla y en ese mismo año contrajo matrimonio en la ciudad hispalense con Úrsula Ortiz Romano, enlace del que nacieron varios hijos, de los que sólo sobrevivieron tres, que acompañaron a sus padres a las Indias, junto a una hija natural que el oidor había tenido mientras residía en Madrid.
Gaspar pasó a los Reinos del Perú en 1584 junto al virrey conde del Villar, y allí fue dos veces teniente de corregidor de la ciudad de Lima. El virrey conde del Villar le designó corregidor de Pauparcolla, oficio en que fue confirmado por el virrey marqués de Cañete, quien también le nombró juez de residencia de Gabriel de Montalvo, gobernador de Chucuito, tras lo cual fue designado teniente de corregidor de Potosí por dos veces, y luego corregidor de dicho partido a instancias de Luis de Velasco.
Sobre consulta de Cámara de Indias fechada en Valladolid el 5 de octubre de 1604 fue nombrado oidor en la Real Audiencia de Santo Domingo, y se le extendió su título por Real Provisión expedida el 30 de octubre de 1604. Mientras servía este empleo en Santo Domingo fue enviado a Río Hacha para entender en la averiguación de las denuncias que se hacían contra el gobernador de dicha provincia por haber usurpado una gran cantidad de esclavos negros de una arribada maliciosa, y decretó la prisión del gobernador, pero éste huyó a Santa Marta, donde reunió gente armada y asaltó Río Hacha, prendiendo al escribano y demás oficiales de la comisión, habiéndose refugiado en sagrado el oidor Narváez y Valdelomar, tras lo cual escribió al Rey, quien destituyó al gobernador y comisionó al mismo oidor para el castigo de los culpados. Así, nuevamente puso en prisiones al gobernador, pero éste poco tiempo después huyó, y el oidor se retiró a Cartagena de Indias, desde donde se dirigió a Santo Domingo y fue relevado de su encargo por el licenciado Diego de Medina Rosales.
Sobre consulta del 22 de enero de 1620 fue nombrado oidor de la Real Audiencia de Santiago de Chile, para ocupar la vacante dejada por muerte del licenciado talaverano Gallegos. Por Real Provisión fechada en Madrid el 20 de marzo de 1620 se le despachó título de esta plaza, de la que tomó posesión el 19 de enero de 1622 y en la que se mantuvo hasta su muerte.
Al fallecer poseía una regular fortuna, habiendo dispuesto de crecidas sumas para sus misas y entierro, para las mandas forzosas y de limosna, incluso para decir mil misas rezadas de réquiem. A su hija la había dotado con 15.000 pesos de plata, y contaba con una esclava llamada Catalina, un esclavo negro criollo de Santiago llamado Manuel, dos indios mingacos cogidos en guerra, y una pequeña biblioteca que se componía de 94 volúmenes.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Chile, 1; Indiferente General, 1846A; Archivo Nacional Histórico de Chile, Escribanos de Santiago, 132, 237, 411; Real Audiencia, 3.136.
J. T. Medina, Biblioteca Hispanochilena (1523-1817), vol. II, Santiago, Imprenta Elzeviriana, 1898, págs. 270- 272; A. de Silva y Molina, “Oidores de la Real Audiencia de Santiago de Chile durante el siglo XVII”, en Anales de la Universidad de Chile, CXIII (1903), págs. 29-35; J. Barrientos Grandon, “La biblioteca del oidor Gaspar de Narváez y Valdelomar (1556-1632). Notas para el estudio de la cultura jurídica en Chile durante la época indiana”, en Revista de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional y Mayor de San Marcos (Lima), 48 (1992), págs. 47-60.
Javier Barrientos Grandon
