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Cesáreo Gardoqui Orueta

Biografía

Gardoqui Orueta, Cesáreo. Bilbao (Vizcaya), 25.II.1767 – Valladolid, 20.VIII.1834. Intendente del Ejército y alcalde de Valladolid.

Hijo de José Joaquín Gardoqui y Arriquíbar, regidor del señorío de Vizcaya, y de Higinia Josefa de Orueta y Uriarte, ambos de ascendencia vasca y con familia vinculada a la Administración del reino. El tío de Cesáreo, Diego María Gardoqui y Arriquíbar, fue secretario de Estado de Hacienda entre 1792 y 1796, y su primo hermano José Gardoqui y Orueta, hijo de este último, fue intendente del Ejército y reino de Valencia (1794), de Mallorca (1795) y de Aragón (1796).

Estas circunstancias facilitaron la meteórica carrera de Cesáreo Gardoqui, quien, en lugar de seguir el cursus honorum característico del Cuerpo político de la Real Hacienda Militar a lo largo del siglo xviii, accedió con tan sólo veintiséis años al empleo de intendente de provincia, sin pasar, como era habitual en la mayoría de los casos, por los de comisario de guerra, comisario ordenador o contador. En efecto, en diciembre de 1793, y después de haber sido encargado de varias comisiones, fue nombrado intendente de la provincia de Burgos (una de las consideradas de primera clase con 50.000 reales anuales de sueldo) y corregidor de esta ciudad.

Permanecía su tío al cargo de la Secretaría de Hacienda cuando tres años más tarde fue ascendido al empleo de intendente del Ejército y destinado como tal al Ejército y reino de Castilla la Vieja con 60.000 reales de sueldo más 15.000 de gratificación, y con residencia en Zamora, aunque sin el corregimiento de esta ciudad (julio de 1795). A partir de 1804, la sede de la Intendencia de Castilla la Vieja se trasladó a Valladolid, y con ella Gardoqui, quien dos años antes había sido también nombrado consejero honorario del Consejo de Guerra (octubre de 1802).

A pesar de que la institución de la Intendencia había perdido buena parte del prestigio adquirido durante el siglo xviii, el cargo de intendente del Ejército en una determinada circunscripción aún constituía el vértice de la pirámide corporativa dedicada a gestionar y controlar la administración civil y militar del reino, fundamentalmente en los ámbitos de la Hacienda y de la subsistencia, economía y policía general de las tropas. En este sentido, correspondía a Gardoqui cuidar de la exacción de los impuestos de la Tesorería General y de los pagos o libramientos; preocuparse de la administración de Fomento, es decir, de las obras públicas, agricultura, ganadería e industria; recibir informes de los administradores, corregidores y subdelegados, y, en definitiva, responsabilizarse de casi toda la Administración.

Por lo que se refiere a la Hacienda militar, tenía a su cargo el libramiento de los haberes a las tropas con cargo a las rentas y productos de su provincia e inmediatas; la atención de los gastos extraordinarios, en especial lo que tocaba al mantenimiento de las fortificaciones, cuarteles y almacenes; las contratas con los asentistas para el suministro de víveres, pan, cebada, leña, etc.; todo lo relativo a los pertrechos, municiones, impedimenta y equipo; cuidar del resarcimiento a la población civil de posibles daños ocasionados por las tropas, exigiendo responsabilidades directas al jefe que mandara el destacamento; dirigir la administración de los hospitales militares; cuidar de que los comisarios de guerra cumplieran con sus funciones fiscales, etc.

Todo este cúmulo de funciones, y en especial las militares, lo llevaron a Irún a comienzos de 1808 con objeto de recibir a las tropas francesas que entraban en la Península. Después, conocidos por él los sucesos del 2 de mayo en Madrid y el traslado de la Familia Real a Bayona, decidió sumarse a los que se levantaban contra la invasión francesa. Por Vitoria y Bilbao buscó la línea de resistencia que ya se formaba por el norte entre Santander y La Coruña, y contactó con las autoridades de las Juntas que se constituían en Asturias, Galicia y León.

La necesidad de estructurar la defensa y los diferentes ejércitos españoles que combatían en los distintos ámbitos de la geografía nacional llevó a la Junta Central a designar intendentes en cada uno de ellos. Gardoqui fue nombrado por ésta intendente en comisión del Ejército y reino de Galicia (julio de 1809), cargo del que le fue expedido título en propiedad el 18 de julio de 1811. Se encontró en plena guerra con unas tropas desastradas y mal abastecidas. La falta de recursos económicos había dado lugar en Galicia, como en el resto de España, a un ejército mal dotado, mal pagado y falto de un adecuado sistema logístico, tanto por lo que se refiere a armamento como a subsistencias, vestuario, hospitales, etc. Por otro lado, los generales exigían de los intendentes los medios que necesitaban sus tropas, demandas que con frecuencia no era posible satisfacer. Igual ocurría con las Juntas Provinciales.

Esto originó fuertes tensiones, y la tradicional independencia de los intendentes de cualquier otra autoridad que no fuera la del Rey a través de su correspondiente secretario de Estado se vio condicionada por las especiales circunstancias que se vivían entonces.

Todo lo anterior sirve para explicar la destitución de que fue objeto Gardoqui por parte del general Mahy en 1811. El intendente había sido presionado por diputados de las Juntas de Asturias y León para que les hiciera determinados libramientos en perjuicio de la Junta de Galicia, y al resistirse aquél, le habían amenazado con la destitución. A su vez Mahy, capitán general de los Ejércitos 5.º y 6.º, le había dirigido una carta en abril de 1811 en la que, al tiempo que le pedía determinados socorros, le decía: “No es posible que las tropas del Rey y de la Nación se hallen en este estado de indigencia de que V.S. es responsable”.

Gardoqui se excusó aludiendo a la multitud de obligaciones a que había que atender con pocos medios, pero subordinándose a la voluntad del capitán general si así se lo ordenaba expresamente, cosa que Mahy no se atrevió entonces a hacer. Pero las tensiones entre ambas autoridades continuaron, y a los pocos meses Mahy lo suspendió en sus funciones.

La Junta Superior del reino de Galicia se negó a aceptar la decisión de Mahy por considerar que se excedía en sus competencias, y el propio Gardoqui, en escrito de 13 de junio de 1812, manifestó que “ni las ordenanzas de Exército, ni las de las Intendencias conceden facultad a los Generales en jefe para deponer por autoridad propia a los Intendentes de Exército y Provincia [...] pues ambas son autoridades diferentes e independientes en sus respectivos ramos”. El contencioso fue elevado a las propias Cortes para que tomaran una decisión, y éstas a su vez lo pasaron a la Regencia, que repuso a Gardoqui en sus funciones.

Terminada la guerra, fue de nuevo nombrado intendente del Ejército y reino de Castilla la Vieja (octubre de 1814) y ratificado como consejero honorífico del Consejo de Guerra. En 1816 ingresó en la Orden de Carlos III.

Retirado de su cargo de intendente (noviembre de 1819), desempeñó un papel activo durante el Trienio Liberal defendiendo las ideas emanadas de las Cortes de Cádiz. En un informe realizado para aportar al proceso de depuración que Gardoqui, como los restantes funcionarios y militares, sufrió cuando Fernando VII recuperó sus poderes absolutos, se dice que había sido “constitucional exaltadísimo desde el mismo 7 de marzo de 1820”, siendo luego alcalde constitucional de Valladolid (del 26 de marzo de 1820 al 1 de enero de 1821), vicepresidente de la Tertulia Patriótica y “el primero en las reuniones de café y alborotos, y en esparcir las noticias funestas a los realistas y animar a los jóvenes a que tomen las armas para defender la constitución”.

En consecuencia, en febrero de 1824 se le declaró impurificado por desafecto al Rey y se le suspendió la percepción de su sueldo como intendente jubilado. De hecho continuó como sospechoso para el Gobierno hasta la muerte de Fernando VII en 1833.

Había casado en 1794 con su prima María Gardoqui y Orueta.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), exp. G-1915; Archivo General de Simancas, Consejo Supremo de Hacienda, leg. 102; Dirección General del Tesoro, invent. 2, leg. 77; Archivo Histórico Nacional, Estado, exp. 1545; Ministerio de Hacienda, leg. 229/1.

A. Basanta de la Riva, Catálogo genealógico de Vizcaínas, t. 1, Madrid, Tipografía de Archivos, 1934, pág. 171; F. Abbad y D. Ozanam, Les intendants espagnols du xviiie siècle, Madrid, Casa de Velázquez, 1992, págs. 96 y 97; J. M. Teijeiro de la Rosa, La Real Hacienda Militar de Fernando VII, Madrid, Ministerio de Defensa, 1995, págs. 99-105; J. A. Cano García, “Gardoqui Orueta, Cesáreo”, en P. Carasa (dir.), Diccionario Biográfico de Alcaldes de Valladolid. Del absolutismo a la democracia.

Alcaldes y vida municipal en Valladolid (1810-2010), Valladolid, Ayuntamiento, 2010, págs. 383-388.

 

Juan Miguel Teijeiro de la Rosa