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Francisco de Salcedo

Biografía

Salcedo, Francisco de. Ávila, p. m. s. xvi – 12.IX.1580. Caballero, sacerdote, maestro espiritual, místico.

Estaba casado con Mencía del Águila, prima de Catalina del Águila, esposa ésta de Pedro Sánchez de Cepeda, tío de Teresa de Ahumada, hermano de su padre, Alonso Sánchez de Cepeda. Pedro, que ya en 1519 había enviudado, residía en Ortigosa (Ávila) como “converso” retraído y lector de “buenos libros en romance”; inició a Teresa en la lectura de estos libros espirituales; cuando ella se hospedaba en su casa, camino de Becedas para curarse, “me dio aquel tío mío —confiesa ella— un libro: llámase Tercer Abecedario, que trata de enseñar oración de recogimiento” (Vida de Santa Teresa, 3, 4 y 4, 7). Mencía del Águila es llamada por Teresa “una mujer tan gran sierva de Dios y de tanta caridad, que por ella no se pierde; en fin, como mujer de quien Dios sabía había de ser tan gran siervo suyo, la escogió” (V, 23, 7). “Con otro harto siervo de Dios, que estaba casado con una prima mía, tenía mucha comunicación”, añade doña Teresa. Era éste Alonso Álvarez Dávila, casado con Mencía de Salazar, “hombre —según el padre Ribera— muy noble en linaje, y más en virtudes, por cuya causa le llamaban Alonso Álvarez, el Santo” (V, 2, 5). Una de sus hijas era María de San Jerónimo (1541-1602), natural de Ávila, que ingresó en el Monasterio de San José de Ávila, y profesó el 22 de abril de 1565. De novicia, María fue una de las jóvenes fervorosas descritas por la fundadora en Fundaciones c. 1: “Almas de ángeles”, según ella. Como se ve en la ciudad de Ávila, “los ideales de servicio a la comunidad y formación espiritual del individuo fueron muy avanzados gracias a un grupo de clérigos y seglares comprometidos [...] que patrocinaron [...] a Teresa de Jesús y a su reforma de la Orden Carmelita. Teresa, a su vez, tomó muchas de sus ideas relacionadas con la práctica religiosa, administración y oración de los movimientos e instituciones religiosas que surgieron en Ávila a mediados del siglo xvi. Éstos crearon una atmósfera en la que pudieron desarrollarse sus propias ideas”. Así observa con acierto Jodi Bilinkoff.

Francisco de Salcedo ocupa en la vida y obra de Teresa de Jesús un lugar decisivo como asesor espiritual: primero, en el esfuerzo de discernimiento personal, luego en su obra fundacional. “Este bendito y santo hombre, con su industria, me parece fue principio para que mi alma se salvase” (V, 23, 7). Le llama “el caballero santo” (V, 23, 6; 32, 18), “este santo” (ib, 10), “es alma temerosa y santa” (V, 30, 6).

Francisco de Salcedo estudió Teología en los dominicos de Santo Tomás, de Ávila. “Su humildad a mí espántame, que con haber [...] poco menos de cuarenta años que tiene oración... y lleva toda la vida de perfección [...] que sufre su estado [de casado]” (V, 23, 7). Al enviudar en 1570, se ordenó sacerdote. A él acudió la madre Teresa en el momento primero de su crisis mística; para él y Daza escribió la primera Relación espiritual de que se tiene noticia (“relación de mi vida y pecados lo mejor que pude por junto, que no confesión, por ser seglar [Salcedo]” (V, 23, 14) y a él encomendó la búsqueda de un buen director espiritual (V, 23), hasta ponerla en contacto con san Francisco de Borja (V, 24, 3).

Era al “caballero santo”, “a quien en todo acudía —escribe Teresa— como el que más en ello hacía” (V, 36, 21). Cuando fray Juan de la Cruz estaba preparando la fundación de Duruelo, lo presentó y recomendó a Salcedo. “Hable vuesa merced a este padre (fray Juan), suplícoselo, y favorézcale en este negocio” (Carta, 13, Valladolid, finales de septiembre de 1568). Salcedo fue uno de los asistentes al acto íntimo de la nueva profesión de Teresa de Jesús, en la renuncia a la Regla mitigada, y como tal testigo, firmó al pie de la dicha Renuncia. Al morir, Salcedo dejó sus bienes, ya mermados por un ruinoso pleito, al Carmelo de San José de Ávila. Antes ya había hecho construir en el lugar donde estuvo la primera iglesia del monasterio la “capilla de san Pablo”, terminada en 1579, y en cuyo pavimento yacen hasta hoy los restos del “caballero santo”. Murió en Ávila el 12 de septiembre de 1580. Con todo, de él escribió Teresa de Jesús: “Le debo mucho” (Carta, 140, Toledo, 2 de noviembre de 1576, 16), y “no sé si podré afirmar que es la persona que más debo en la vida de todas maneras, porque me comenzó a dar gran luz, y así le quiero muy mucho” (Carta, 139, 4: Toledo, principios de noviembre de 1576).

 

Bibl.: O. Steggink, “Registro biográfico y geográfico”, en Obras Completas de Santa Teresa, t. III, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1959 (col. BAC, t. 189), pág. 1032; E. de la Madre de Dios y O. Steggink, Tiempo y vida de Santa Teresa, Madrid, BAC, Maior 52, 1996, passim.; T. Álvarez (dir.), Diccionario de Santa Teresa, Burgos, Monte Carmelo, 2002, págs. 1141-1142; L. de S. José, Concordancias de las obras y escritos de santa Teresa de Jesús, Burgos, Monte Carmelo, 2002, págs. 1200-1202.

 

Otger Steggink, OCarm.

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