Huete, Juan de. Huete (Cuenca), p. s. xv – Baza (Granada), 1482. Redentor de cautivos y mártir de la Orden de la Merced (OdeM).
Se le supone natural de Huete, donde existió un renombrado convento mercedario. Este cenobio era ya importante en 1356, año en que el Legado Pontificio Cardenal Guillermo, le concedió el derecho de sepultura. Fray Juan sufrió el martirio en Baza, en unión de otro Juan, apellidado en este caso de Zorroza, nacido este último en el barrio de Zorroza, dentro del municipio vizcaíno de Baracaldo; cerca de allí se levantaba en convento de la Merced de Burceña, fundado por el conde Fernán Pérez de Ayala en 1384. En la Merced de Burceña profesó fray Juan de Zorroza en 1432.
Los dos santos redentores padecieron el martirio en Baza por condenar a los seguidores de Mahoma e instar a los cristianos a permanecer fieles a Jesucristo. Escritores de prestigio e historiadores de renombre narran el martirio de los dos y la estima y veneración que les tributaron generaciones posteriores.
El obispo de Rosse, fray Melchor Rodríguez de Torres, refiere en su obra Agricultura del alma: “Como se verá, en lo que, en los umbrales de nuestras puertas, y casi en nuestros días, pasó con los benditos redentores mártires Fr. Juan de Zorroza y Fray Juan de Huete, iguales en el hábito, en los nombres y en el martirio. Llegaron estos padres a la ciudad de Baza, cuando Granada era de moros, a los empleos de la redención, y habiendo sido recibidos muy bien y en los primeros días agasajados con mucho gusto, cuando con mayor seguridad vivían, fueron presos y tratados desde el primer punto con suma crueldad. Hiciéronles pasar muchos días de hambre, sed, fríos, desnudez, cárceles y prisiones; trujéronlos muchas veces con mofa y escarnio por las calles cargados de cadenas y grillos, no se teniendo por buen moro quien mayor empellón no les daba, y, en fin, concluyeron con entregarlos a los muchachos que, como a gallos de carnes tolendas, les sacaron de la ciudad, quitaron la vida a cañazos, haciendo de los cabellos plumajes para sus turbantes; y es cosa extraña leer en la averiguación de su martirio que en todo este tiempo ni hablaron palabra, ni se quejaron, ni hicieron más muestras o sentimientos que si fueran de piedra”.
Por su parte, el Maestro Téllez (Tirso de Molina), en su Historia General de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, respecto al martirio de los dos redentores afirma: “Llouieron sobre sus carnes nubes de cañas y sahetas, cayendo casi muertos, asta que, arrancándoles las pieles de las cauezas santas, en oprobrio de los cerquillos o coronas sacras, que con más breuedad adquiriesen las de el cielo, espiraron como corderos mansos, reciuidos de los angélicos exércitos con los laureles merecidos y triunfos majestosos, que durarán lo mismo que el Señor, por cuyo nombre eterno pelearon”.
El martirio sufrido por fray Juan de Huete, junto a fray Juan de Zorroza, se perpetuó en la memoria colectiva que le tributaron los claustros mercedarios, en la veneración que suscitó entre sus hermanos de hábito, y en las plumas que narraron, y en los pinceles que inmortalizaron, el momento de su glorioso tránsito.
Bibl.: M. Rodríguez de Torres, Agricultura del Alma [...], Burgos, por Iuan Baptista Varesio, 1603; B. de Vargas, Chronica Sacri el Militaris Ordinis B. Mariae de Mercede Redemptionis Captivorum [...], I, Palermo, Ioannem Baptistam, 1619; G. Vázquez, Mercedarios Ilustres, Madrid, Revista Estudios, 1966; T. de Molina, Historia General de la Orden de las Mercedes, t. I, Madrid, Revista Estudios, 1973.
Mario Alonso Aguado, OdeM