Sardaneta, José Mariano. Marqués de San Juan de Rayas (II). Guanajuato (México), 11.XII.1761 – 9.I.1835. Minero, hacendado, político e insurgente.
Nació en el seno de una familia célebre en el negocio de la minería. Recibió una esmerada educación en el Colegio de San Ildefonso de México y fue su casa sitio de reunión de los literatos más famosos de la época. Cultivó las letras con dedicación, sobre todo a los clásicos pero en lo que más sobresalió fue en el estudio de las ciencias naturales.
Sardaneta llamó pronto la atención de sus conciudadanos y comenzó a acumular empleos y cargos públicos.
A los veinticinco años ya era regidor perpetuo de su ciudad natal. En su calidad de alférez real juró y proclamó fidelidad al rey Carlos IV de España del cual, en premio a sus servicios, recibió la Cruz de Carlos III, la maestranza de Ronda y sucedió a su padre en el título de marqués de San Juan de Rayas.
En su actividad de minero, siguió el camino emprendido por sus antepasados, concluyendo obras en sus minas y enriqueciendo el ramo con mejoras de gran utilidad.
Se dedicó también a la labranza, introduciendo grandes adelantos de la que su provincia es deudora.
Sardaneta llevó a sus tierras plantas exóticas de nuevo cultivo, extendiendo por toda la provincia olivos, papas, alcachofas, habas, alfalfa, la tuna de Alfajayucan y otros vegetales desconocidos en ella.
A todas estas pacíficas ocupaciones en La Nueva España habían de suceder otras de muy distinta índole.
Los viejos estados de Europa estaban agitados y pronto esas sacudidas llegarían al otro lado del Atlántico.
Francia, bajo el imperio de Napoleón, atacó España y retuvo en su poder a la Familia Real; la vasta monarquía de Felipe II estaba a punto de ser absorbida por Napoleón. En estas críticas circunstancias, el virrey y demás representantes del monarca español en La Nueva España habían dejado de serlo y no sabían cómo reanudar los contactos con la metrópoli.
Los americanos vieron entonces la oportunidad de lanzarse a la lucha por su independencia, pero los españoles pretendían conservar su poder a todo trance.
José Mariano Sardaneta se afilió al partido de los independentistas, estando a favor de convocar un congreso nacional en Nueva España que ejerciese la soberanía durante la cautividad de Fernando VII, idea que contenía el germen siempre latente de la independencia.
El virrey Iturrigaray deseaba conservar su cargo, a pesar de tener que gobernar en nombre de un rey puramente nominal. El partido europeo consideró a Iturrigaray un obstáculo para sus planes y la noche del 15 de septiembre de 1808 el virrey fue detenido y sus bienes confiscados. Todos sus colaboradores y amigos fueron encarcelados e Iturrigaray fue enviado a España, nombrando como apoderado a Sardaneta.
A consecuencia de la revolución que comenzó en 1810 con el alzamiento de Hidalgo de Dolores, que ocupó Guanajuato junto a Calleja, las minas del marqués de Rayas que se encontraban en pleno auge tuvieron que paralizar sus trabajos, por lo que Sardaneta vio mermados sus intereses y su fortuna.
Pero seguía manteniendo sus opiniones acerca de la conveniencia de proclamar la independencia. Electo diputado a las Cortes de España por su provincia según la constitución promulgada en el año 1812, no llegó a ir, como le ocurrió al resto de sus colegas, porque el gobierno les negó los viáticos para viajar, además de considerarlos sospechosos desde ese momento; Sardaneta, en particular, fue declarado como el principal artífice de la insurrección desde su origen.
El gobierno buscaba la ocasión de actuar contra él, y la encontró: Morelos, al que en su día votó Sardaneta para el cargo de generalísimo, fue detenido y entre sus papeles se encontraron pruebas incriminatorias contra Sardaneta. En consecuencia fue detenido el 18 de enero de 1816 por un alcalde de Corte que lo condujo a la ciudadela que los españoles habían convertido en prisión de Estado. Gracias a su esposa no pudieron proceder contra él, pues aquélla había quemado todos los papeles que obraban en poder de su marido y que lo comprometían ante el Gobierno.
Permaneció preso en la ciudadela y más tarde su esposa consiguió que le trasladasen a la cárcel de la Diputación.
La causa continuó y, finalmente, el 17 de marzo de 1816 fue indultado, a pesar de lo cual se le ordenó que en el plazo de dos meses partiese hacia España, en donde se le desterraba para siempre, debiendo permanecer mientras tanto arrestado en la diputación guardándosele, sin embargo, las consideraciones debidas a su rango.
El 16 de octubre partió en el convoy junto al virrey Calleja, llegando el 15 de diciembre al puerto de Veracruz; Sardaneta no se embarcó rumbo a la Península, so pretexto de enfermedad, permaneciendo en esta plaza hasta 1820 en que se le permitió regresar a México gracias a la amnistía decretada por las Cortes restablecidas en España.
Sardaneta, ya rehabilitado y bajo el régimen constitucional, volvió a obtener el voto de sus conciudadanos, que lo nombraron miembro de la Diputación provincial en su Guanajuato natal, y de la Corte, que lo nombró miembro de la junta de censura de libertad de imprenta, empleo que supo aprovechar por la influencia que le proporcionaba la absolución de escritos, de muchos de los cuales era él el autor pero hacía circular bajo nombres ajenos.
En 1821 vio realizado su sueño de independencia, e Iturbide le nombró miembro de la Junta Soberana Gubernativa del imperio, formada al día siguiente de la entrada triunfante del ejército trigarante en la capital.
En el acta de independencia figuran su firma con la de otros compañeros de lucha. Después fue elegido diputado del primer congreso mexicano, y fue nombrado consejero en 1830, cargo al que renunció dada su avanzada edad.
José Mariano Sardaneta, segundo marqués de San Juan Rayas, falleció el 9 de enero de 1835 a la edad de setenta y cuatro años. Sus restos mortales están depositados en el convento de San Diego de Guanajuato, del que era síndico y benefactor.
Bibl.: VV. AA., Diccionario Universal de Historia y Geografía, México, Tip. de Rafael, Imp. de M. Andrade y Escalante, 1853; A. Leduc y L. Lara y Pardo, Diccionario de Geografía, Historia y Biografía mexicanas, París, C. Bouret, 1910; VV. AA., Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México, México, Ed. Porrúa, 1965-1966; M.ª T. Fernández-Mota de Cifuentes, Relación de títulos vacantes, y principales documentos que contiene cada expediente que, de los mismos, se conserva en el Archivo del ministerio de Justicia, pról. de V. de Cadenas y Vicent, Madrid, Hidalguía, 1984 (2.ª ed.).
Patricia Areal Torres-Murciano