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Francesc Gimeno i Arasa

Biografía

Gimeno i Arasa, Francesc. Tortosa (Tarragona), 4.II.1858 – Barcelona, 22.XI.1927. Pintor naturalista, precedente del expresionismo.

Hijo de una familia de campesinos humildes, tuvo una formación casi autodidacta. Aprendió los primeros rudimentos pictóricos en su ciudad natal, en el taller de pintura decorativa de Manuel Marqués en el que trabajó desde 1872 hasta 1880. Posteriormente, se trasladó a Barcelona y ejerció de pintor decorador en el taller de Josep Parera Santacana. Hay quien afirma que durante este período continuó su formación artística junto al paisajista Francesc Torrescassana y parece ser que también confraternizó con el pintor de crepúsculos solitarios, Modest Urgell. Su producción en este primer período barcelonés era básicamente paisajística, alternaba los temas de la ribera del Ebro con los de las cercanías de la Ciudad Condal. Dio a conocer al público algunos de sus paisajes en la Exposición del Centro de Acuarelistas del Museo Martorell, celebrada en 1885. A mediados de la década, Gimeno culmina su formación en Madrid, tras estudiar a los pintores del Siglo de Oro español y asumir los planteamientos realistas del que fue su maestro, Carlos de Haes. Gimeno consiguió ser alumno de este insigne paisajista gracias a la recomendación de su amiga, la arpista Elisenda Cerdà, hija del urbanista Idelfons Cerdà, que era conocida en los ambientes artísticos con el sobrenombre de Esmeralda Cervantes. El realismo de Carlos de Haes y el estudio de los pintores españoles del siglo xvii constituyeron la base a partir de la cual construyó su lenguaje plástico. Estas influencias aún estaban presentes en su pintura en la década de los noventa. En las figuras se percibe una clara influencia de Velázquez e, incluso, en algunos casos del Greco o de Ribera, mientras que en sus paisajes domina el naturalismo del maestro belga. Su etapa de formación madrileña terminó en 1887, cuando volvió a Barcelona y se dedicó a pintar a sueldo para su amigo Ramón Call. Al año siguiente se casó con Caterina Massaguer i Burch en Torroella de Montgrí (Gerona). La pareja se instaló un año en Llançà, donde Gimeno pintó a sueldo de la familia Ventosa.

En 1889 nace el primogénito del pintor, Martí, que creció en casa los abuelos maternos en Torroella de Montgrí. Ese mismo año, Francesc Gimeno y su esposa se instalaron definitivamente en la capital catalana, donde Gimeno trabajó durante más de diez años al servicio del empresario de pintura decorativa Pere Ferré, que tenía su establecimiento en la calle de Sant Doménec del Call. A diario, cuando terminaba la jornada de trabajo se iba a realizar dibujos de figura del natural al Círculo de Acuarelistas. En los días festivos y en su escaso tiempo libre Gimeno producía la obra pictórica personal. Además, participó en las muestras artísticas oficiales de Barcelona sin obtener ningún reconocimiento. Por lo que respecta a su estilo, durante los años noventa fue superando progresivamente las influencias de la pintura del Siglo de Oro y la de su maestro Carlos de Haes, hasta que en los primeros años del nuevo siglo llegó a consolidar definitivamente su estilo personal. Sus figuras se volvieron mucho más impulsivas, adoptando un personal expresionismo, y sus paisajes pasaron del realismo estático y mimético, más o menos acabado, a un realismo fenoménico, dinámico y sintético, en el que los elementos atmosféricos adquieren una gran importancia, especialmente la luz, aunque sin adoptar las soluciones formales del impresionismo. El ostracismo y el anonimato que caracterizaron a la última década del siglo xix continuaron durante los primeros años de la nueva centuria. Gimeno trabajaba como pintor decorador para mantener humildemente a su numerosa familia, que entonces se había instalado definitivamente en una pequeña casa de la calle de la Noguera en el barrio de Sant Gervasi. Durante su tiempo libre realizaba su pintura de caballete y en los días festivos se iba a elaborar sus paisajes al Tibidabo y a la sierra de Collserola. En 1904 su obra recibió el primer reconocimiento público, una mención honorífica en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Sin embargo, la suerte del pintor no cambió hasta que celebró la primera exposición individual de su producción en la Sala Dalmau de Barcelona, en 1915. La muestra no resultó un gran éxito, pero a raíz de ella se formó un grupo de adeptos incondicionales de su obra, entre los que destacaba su amigo Francesc de Paula Bedós. A partir de ese momento, Gimeno encontró el modo de independizarse del trabajo de pintor decorador a través de la financiación que le otorgaban los admiradores de su pintura. Desde 1915 hasta su muerte, realizó varias campañas paisajísticas en la Costa Brava, en Mallorca y en la Conca de Barberá. Los paisajes que pintaba durante esas estancias eran adquiridos por el doctor Bedós y sus amigos, y muchos de ellos fueron expuestos en su segunda exposición individual, en la Galería Dalmau, celebrada en el mes de junio de 1917, y en la que realizó junto con Modest Teixidor en la Sala Parés, en diciembre de ese mismo año. En 1918, el Ayuntamiento de Barcelona le compró la obra Un poble Empordanés que el pintor había mostrado en la Exposició Municipal d’Art. Asimismo, el artista aumentó en esta etapa su actividad expositiva. Participó así en el Salon d’Automne de 1920 y al año siguiente en la Exposició d’Art Català de Lisboa. En 1924 ganó una bolsa de viaje en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Durante el último período de su vida expuso individualmente en la Real Academia de Sabadell, en 1924, y en 1926 en Mataró. Se le empezó a considerar al fin como un destacado epígono del realismo decimonónico y, en consecuencia, sus obras comenzaron a valorarse entre los críticos y los coleccionistas. En el mes de diciembre de 1925 se le organizó una exposición homenaje en la Sala Parés en la que se adquirió al pintor el óleo titulado Portal de Santa Caterina, mediante una suscripción popular, que fue donado al Museo de Bellas Artes. Francesc Gimeno murió el 22 de noviembre de 1927 y un mes después se inauguró una exposición retrospectiva de su obra en la Sala Parés con un éxito extraordinario, sin precedente en la vida del pintor.

Francesc Gimeno i Arasa fue uno de los artistas más peculiares e independientes del arte catalán finisecular. No se integró en los canales comerciales; además, en las escasas ocasiones en las que expuso su producción fue, por lo general, incomprendido. Es suficientemente conocido que la marginación del artista la motivó su carácter misántropo y la intransigencia del público artístico barcelonés respecto a su obra. Se mantuvo siempre al margen, siguiendo una trayectoria propia, basada en unos planteamientos estéticos simples pero firmes. Gimeno no se sintió nunca atraído por las nuevas corrientes pictóricas francesas, como el impresionismo o el simbolismo, aunque, no obstante, dichas tendencias artísticas coinciden en algunos aspectos con su pintura, como, por ejemplo, en el hecho de realizar muchas de sus creaciones al aire libre.

 

Obras de ~: Autorretrato, 1875; El Manzanares nevado, 1885; El puente de Alcántara, 1886; La petita i el seu companyó, 1891; Madre e hija, 1896; Leyendo el periódico, 1897; La familia del pintor, 1910; Pont d’Armentera, 1914; Begur, 1916, Tejados de Torroella, 1918; Autorretrato en el jardín, 1919; Chimeneas de Sabadell, 1920.

 

Bibl.: J. Mates, El pintor Gimeno, Barcelona, La Mà Trencada, 1935; J. Cortés, Gimeno, Barcelona, Niubó, 1948; R. Monllaó y J. Gumí, Álbum de dibujos de F. Gimeno. Ensayo pinacológico, Barcelona, Saturno, 1975; VV. AA., Francesc Gimeno, Barcelona, Museu d’Art Modern, 1978; J. Pla, Francesc Gimeno. Homenots tercera sèrie, Barcelona, Destino, 1981; J. À. Carbonell, Francesc Gimeno, Barcelona, Rafols-Edicions Catalanes, 1989; J. À. Carbonell y C. Oliver, Gimeno, Tarragona, Fundació Caixa Tarragona, 2000.

 

Jordi À. Carbonell