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Valentín Galarza Morante

Biografía

Galarza Morante, Valentín. El Puerto de Santa María (Cádiz), 28.IV.1882 – Madrid, 7.VI.1952. Coronel de Estado Mayor del Ejército y ministro de la Gobernación.

Figura compleja de la historia reciente de España, su importancia fue sobredimensionada por la historiografía franquista, especialmente en las obras de Joaquín Arrarás, Ricardo de la Cierva, José Manuel Martínez Bande o los historiadores del Servicio Histórico Militar. Trascendencia que se ha mantenido en la historiografía posterior.

Para explicar la figura de Galarza, vamos a dividir su trayectoria profesional en tres etapas. La primera correspondería al reinado de Alfonso XIII (1902-1931), y en la misma destaca un hecho clave: su vinculación con los órganos centrales en la dirección del Ejército, consecuencia de su pertenencia al Cuerpo de Estado Mayor. Galarza entró en la Academia de Infantería de Toledo el 28 de agosto de 1899, y tres años después, el 14 de julio de 1902, obtenía el empleo de segundo teniente. El 14 de julio de 1905, ascendía a teniente de Infantería, y tras un año como instructor de reclutas, ingresaba el 4 de agosto de 1906 en la Escuela Superior de Guerra. Tras superar las pruebas correspondientes y el periodo de prácticas, pasaba a formar parte del Cuerpo de Estado Mayor el 30 de septiembre de 1911, con el empleo de capitán. Su primer destino fue el Estado Mayor de la Capitanía General más importante, la de la I Región Militar, donde permanecería hasta mayo de 1915; cuando pasaría al gabinete militar del Ministerio de la Guerra. En este destino estaría un año, hasta el 16 de mayo de 1916, paso a servir en el Estado Mayor Central donde permaneció hasta el 23 de mayo de 1921, y donde ascendió a comandante de Estado Mayor el 2 de junio de 1917. Entre el 23 de mayo de 1921 y el 14 de abril de 1931, prestó sus servicios en el Ministerio del Ejército, ocupando, entre otros cargo, el de secretario de la Junta Clasificadora para el ascenso de generales y coroneles, y ascendiendo a teniente coronel por antigüedad el 4 de marzo de 1926. Esta estancia tan prolongada en el órgano de gobierno del Ejército español le permitió poseer un conocimiento muy profundo de su funcionamiento y también del generalato español; lo que iba a resultar clave en su labor conspirativa posterior. Sin embargo, y a diferencia de buena parte de sus contemporáneos, careció de experiencia de combate, pues no tuvo ninguna participación en las campañas de Marruecos que se prolongaron entre 1909 y 1927.

La segunda etapa se desarrolló durante la II República (1931-1936). Monárquico convencido, hasta el extremo de tener su despacho decorado con fotografías de la Familia Real, como escribió Juan Antonio Ansaldo, Galarza se opuso al nuevo régimen desde el primer momento. Sin embargo, Azaña le mantuvo en su destino, a pesar de no confiar en él, llegando a escribir: “es muy inteligente, capaz y servicial. Escurridizo y obediente. Pero decididamente está del otro lado”.

Tras el golpe de Estado del 10 de agosto de 1932, liderado por sus amigos los tenientes generales Emilio Barrera Luyando y José Sanjurjo Sacanell, fue cesado de su puesto en el Ministerio de la Guerra y quedó en situación de disponible forzoso en la 1ª División Orgánica. A partir de ese momento, comenzó a desarrollar una labor conspirativa de primer orden dentro de la trama monárquica que se puso en marcha tras el 10 de agosto, y que estaba dirigida por el teniente general Barrera al negarse su conmilitón Severiano Martínez Anido a liderarla. Galarza recibió el nombre en clave de “el Técnico” encargándose, entre otras funciones de entrar en contacto y servir de enlace con diferentes generales y políticos, y de entregar los fondos para el mantenimiento de organizaciones fascistas: las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), Falange Española (FE) y posteriormente la que resulto de la unión de ambas, FE de las JONS, cuyas campañas terroristas fueron controladas por los monárquicos a través de Ansaldo, con el objetivo desestabilizar la República. Igualmente, actuó de enlace con la Unión Militar Española (UME), la organización clandestina antirrepublicana que, a comienzos de 1934, pusieron en marcha el teniente coronel Emilio Rodríguez Tarduchy y el capitán de Estado Mayor Bartolomé Barba Hernández; sin que, de acuerdo con las declaraciones del segundo, se integrara en la misma. Retorno al servicio activo tras el triunfo de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) y del Partido Republicano Radical (PRR), en las elecciones del 19 de noviembre de 1933; integrándose en el Ministerio de la Guerra de la mano del líder cedista José María Gil-Robles y Quiñones. No obstante, la trama monárquica a la que pertenecía continuó su labor conspiradora como demuestra la correspondencia entre los líderes monárquicos, aunque la situación no era propicia para sus intereses, dado que la derecha ocupaba el Gobierno. Sin embargo, esta coyuntura se modificaría tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero de 1936. Poco menos de un mes después, el 8 de marzo, y con el argumento de que se había iniciado un proceso revolucionario en España tras el triunfo electoral de las izquierdas, un grupo de generales formado por Ángel Rodríguez del Barrio, Manuel González Carrasco, Francisco Franco Bahamonde, Joaquín Fanjul Goñi, Rafael Villegas Montesinos, Emilio Mola Vidal, Luis Orgaz Yoldi, José Enrique Varela Iglesias, Alfredo Kindelan Duany y Miguel Ponte y Manso de Zúñiga, se reunieron en el domicilio del agente de Cambio y Bolsa José Delgado y Hernández de Tejada, afiliado a la CEDA, con el objetivo de preparar un golpe de Estado. A esta reunión también asistió Galarza. Resulta difícil de explicar la presencia de un teniente coronel en una reunión de generales. Se ha intentado justificar afirmando –como hizo Martínez Bande– que representaba a la UME, lo cual resulta difícil de aceptar si tenemos en cuenta que el creador de esta organización, Barba, no lo incluye dentro de la misma, y que, además, en Madrid estaba la junta central de la misma, encabezada por Rodríguez Tarduchy, quien podría haber asistido en nombre de la organización. Por su parte, Barba afirmó que actuaba como representante del jefe de la conspiración, el teniente general Sanjurjo. Sin embargo, tampoco resulta una explicación acertada porque entre los presentes había generales como Varela, que mantenían excelentes relaciones con el teniente general exiliado en Estoril. Igualmente tampoco se podría justificar su presencia como representante de la trama monárquica, pues entre los asistentes estaban los generales Ponte y Orgaz que formaban parte de la misma desde 1931. Por tanto, desechadas todas las posibles explicaciones que han intentado justificar la presencia de Galarza en esta reunión, debemos acudir a una cuarta: el teniente coronel estuvo presente en la reunión en su calidad de futuro enlace entre los conspiradores militares, ya que la trama conspirativa que había urdido desde 1932, tenía los cauces y redes necesarios para que poder realizar esa labor. De hecho, y como señaló el ayudante del general Mola, el teniente coronel de Infantería Emiliano Fernández Cordón, Galarza se convirtió a partir de ese momento en el “Jefe de E.M. del Movimiento”, actuando de enlace entre Mola como “director” de la conspiración y los generales comprometidos. No obstante, el título de jefe de Estado Mayor –que también le atribuyen Arrarás o De La Cierva– resulta exagerado, ya que Galarza no intervino en la organización de la conspiración, cuyas directrices tuvieron su origen en Pamplona donde residía Mola como gobernador militar. Si bien la función de enlace entre los conspiradores está documentada, más difícil resulta determinar el papel de Galarza en la organización de la sublevación en la capital de España. El futuro teniente general Ricardo Rada Peral en su declaración a la Causa General, fechada el 11 de diciembre de 1942, afirmó: “la dirección del Movimiento en Madrid desde el último mes la llevaba el Teniente Coronel de Estado Mayor, don Valentín Galarza”, añadiendo “que es quien convenientemente puede hablar de la gestación y desenvolvimiento del mismo en dicha época, así como de quien ostentaba la Jefatura”. Con estas palabras, parece que Rada –que había actuado de enlace con Sanjurjo– trataba de desvincularse del fracaso de la rebelión en la capital de España. No obstante, la documentación existente demuestra que el papel de Galarza no fue tan importante, ya que en Madrid existieron dos conspiraciones paralelas que estuvieron en contacto con Mola: la de los generales Fanjul y Villegas, que tenían oficialmente la jefatura de la rebelión en Madrid, y la de los jóvenes jefes y oficiales, dirigidos por el teniente coronel de Ingenieros Alberto Álvarez Rementería, que a pocos días de que se pusiera en marcha la sublevación, convencieron al general de brigada de Ingenieros Miguel García de la Herrán para que los liderase. En esta situación, que puede calificarse de caótica, Galarza simplemente actuó como enlace con Pamplona, desapareciendo de Madrid el 17 de julio de 1936, lo que provocó que las órdenes nunca llegaran a Villegas y Fanjul. Cuatro días después sería detenido y encarcelado por milicianos, permaneciendo en esta situación hasta que el día 9 de febrero de 1939 sería liberado por las tropas del general de brigada de Infantería Manuel García Valiño.

La tercera etapa se desarrolló durante los primeros años del franquismo. Galarza, tras ser sometido a un proceso de depuración –común a todos los militares que habían permanecido en la zona republicana durante la contienda civil–, fue ascendido a coronel de Estado Mayor el 17 de mayo y pasó a servir a las órdenes directas del general Franco el 25 de ese mes como subsecretario de la Presidencia del Gobierno, un importante cargo que demostraba la confianza del dictador en la persona de un militar que, como señaló Ansaldo, siempre le había reverenciado. Menos de un año después, y sin perder el cargo anterior, el 17 de marzo de 1940 recibió otro importante destino: la Jefatura de las Milicias de Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET y de las JONS). Se trataba de un cargo de confianza, máxime cuando ya empezaban a manifestarse las tensiones entre monárquicos y falangistas, y Galarza era uno de los máximos representantes de los primeros. La culminación de su carrera se produciría un año después, el 15 de mayo de 1941, cuando fue nombrado ministro de la Gobernación. En su nuevo cargo se convirtió en testigo directo y protagonista del intento del entonces ministro de Asuntos Exteriores Ramón Serrano Suñer –cuñado el general Franco– por transformar el régimen franquista en un Estado fascista, al que se opusieron los monárquicos y la Iglesia. El Ministerio de la Gobernación fue uno de los centros principales de esa lucha, ya que Galarza prescindió de los antiguos colaboradores de Serrano cuando éste ocupó el ministerio, especialmente del subsecretario, José Lorente Sanz, que había actuado como el auténtico titular mientras estuvo vacante el cargo entre el 17 de octubre de 1940 y el nombramiento de Galarza. Igualmente, se enfrentó con el ministro secretario general del Movimiento, el falangista José Luis de Arrese, a propósito de la elección de diferentes gobernadores civiles, ya que al llevar anexo el cargo de jefes de FET y de las JONS en sus provincias, su elección debía ser consensuada por ambos ministros. Además, en el seno del consejo de ministros, se opuso a que España abandonara la situación de “no beligerancia” en el segundo conflicto mundial, en contra de la posición de Serrano de un mayor acercamiento a las potencias fascista. El punto de inflexión de esta lucha se produciría el 16 de agosto de 1942, cuando unos falangista lanzaron dos bombas sobre la concentración carlista presidida por el ministro del Ejército, teniente general Varela, frente al santuario de la Virgen de Begoña, cerca de Bilbao. Aunque el atentado no ocasionó ningún muerto, si produjo más de un centenar de heridos. Varela y Galarza aprovecharon el atentado para arremeter contra los falangistas en general y Serrano en particular, presentando lo ocurrido como un ataque directo al Ejército. Franco intentó mediar entre las facciones en lucha, pero terminó aceptando la dimisión de Varela y cesando a Galarza. El conflicto terminó con la intervención del capitán de navío Luis Carrero Blanco, sustituto de Galarza en la Subsecretario de la Presidencia del Gobierno, quien aconsejó al general Franco que también cesara a Serrano para equilibrar el golpe que para los monárquicos había significado la salida de Varela del Gobierno. Y así lo hizo el 3 de septiembre de 1942, el mismo día que Galarza también dejó de ser ministro. Tras su cese como ministro, y estando ya en situación B, el servicio activo de Galarza en el Ejército había concluido. No obstante se convirtió en procurador en Cortes en 1942, aunque su estancia en este cargo no sería prolongada. El 15 de junio de 1943, firmó junto a otros veintiséis procuradores una carta para el general Franco, solicitándole que restableciera la monarquía tradicional católica. El dictador respondería cesando a todos los firmantes. A partir de ese momento, Galarza desaparecería de la vida pública.

Valentín Galarza Morante murió en Madrid el 7 de junio de 1952.         

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Guerra Civil (Archivo General Militar de Ávila); Boletín Oficial del Estado, Causa General (Archivo Histórico Nacional), Escalillas del Cuerpo de Estado Mayor (Instituto de Historia y Cultura Militar); Hoja de Servicios del coronel de Estado Mayor Valentín Galarza Morante (Archivo General Militar de Segovia).

J. A. Ansaldo, ¿Para qué? De Alfonso XIII a Juan III, Buenos Aires, Editorial Vasca Ekin, 1951; J. Arrarás, Historia de la Cruzada española, Madrid, Ediciones Españolas, 1940; R. de la Cierva, Historia de la guerra civil española. I: Perspectivas y antecedentes, Madrid, San Martín, 1969; Estado Mayor del Ejército-Servicio Histórico Militar, Historia de la Guerra de Liberación (1936-39), Madrid, Imprenta del Servicio Geográfico del Ejército, 1945; P. Preston, Franco: Caudillo de España, Barcelona, Grijalbo, 1994; J. M. Martínez Bande, Los años críticos: República, conspiración, revolución y alzamiento, Madrid, Encuentro, 2007; F. Sánchez Pérez (coord.), Los mitos del 18 de julio, Barcelona, Crítica, 2013; S. G. Payne, S. G. y J. Palacios, Franco: Una biografía personal y política, Madrid, Espasa, 2014; J. M. Thomàs, Franquistas contra franquistas: Luchas por el poder en la cúpula del régimen de Franco, Barcelona, Debate, 2016; R. Muñoz Bolaños, Guernica, una nueva historia: las claves que no se han contado, Madrid, Espasa, 2017.

 

Roberto Muñoz Bolaños