Lobato de Sosa Yarucpalla, Diego. Quito (Ecuador), c. 1541 – c. 1604. Sacerdote mestizo, predicador en lengua quechua, primer historiador quiteño.
Según los testimonios de sus coetáneos, Diego Lobato de Sosa fue hijo natural del capitán español Juan Lobato de Sosa y de Isabel Yarucpalla, “una de las mujeres más principales de Atahualpa Inga”, señor que fue de los reinos del Perú. Juan Lobato había llegado a Quito, en 1534, acompañando a Sebastián de Benalcázar, y su nombre figura entre los primeros pobladores de la villa de San Francisco de Quito. Se puede suponer que esta “palla” (princesa), oriunda del Cuzco y entonces residente en Quito, fue adjudicada, como parte del botín, al conquistador Lobato. La lealtad de la compañera india del conquistador español fue en Quito recordada por muchos años, pues, gracias a su intervención, se revelaron a tiempo los planes de los señores incas y algunos caciques quiteños de adherirse a la rebelión de Manco Cápac, en 1536. Juan Lobato de Sosa murió en la batalla de Iñaquito (18 de enero de 1546), en la que luchó en defensa del virrey Blasco Núñez de Vela y contra Gonzalo Pizarro.
El huérfano Diego Lobato de Sosa se crió bajo la responsabilidad de Gonzalo Martín, un amigo de su padre, a quien éste le había encomendado antes de seguir la bandera del Rey. Su instrucción básica la recibió en el colegio franciscano de San Andrés, donde se educaban “hijos de caciques, indios nobles y niños españoles pobres”. Ante la imposibilidad de seguir sus estudios en la Universidad de Lima, cursó Gramática y Lógica, Filosofía y Teología en el convento quiteño de Santo Domingo. A partir de los ocho años el mestizo Diego sirvió en la catedral como sacristán y cantor; desde entonces aspiró al sacerdocio para buscar “la conversión de los naturales”. Por su condición de mestizo e hijo ilegítimo requirió un permiso especial para recibir la ordenación sacerdotal. Además de ser nombrado cura sacristán y maestro de capilla de la catedral de Quito, donde a partir de 1566 organizó el coro con criollos e indios que habían aprendido música y canto en el plantel franciscano, fue beneficiado con el curato de San Blas y tuvo a su cargo las doctrinas de indios de Cumbayá y Cotocollao, en las cercanías de Quito. Debido al prestigio que disfrutaba como hijo de una “palla” del Tahuantinsuyo y por su gran conocimiento de la “Lengua del Inga”, la Audiencia y el obispo se valieron de él para misiones difíciles entre la población indígena: no sólo viajó con el escribano Suárez de Figueroa para conseguir 10.000 pesos en Riobamba y Ambato como un “empréstito” al Rey, y predicó la Santa Cruzada para obtener limosnas a cambio de indulgencias, sino también acompañó (1570-1572) a Francisco Atahualpa, hijo del último Inca, para conseguir que los cañaris no apoyaran la sublevación de los quijos, pueblo indio al que años más tarde visitó dentro de un viaje de inspección ordenado por las autoridades. A pesar de estas actividades el cura mestizo fue persona muy estimada por los indios naturales, debido a que siempre salió en su defensa.
Diego Lobato de Sosa fue nombrado por el obispo Luis López de Solís visitador general de la diócesis de Quito y examinador de la “Lengua del Inga”, ya que era considerado el mejor predicador en ese idioma. De él testimonia el prior de San Agustín: “A la voz del Padre Diego Lobato acuden como si fuera la voz de su propio emperador Inga de donde ha colegido este testigo que ningún predicador así teatino como religioso hace en ellos tanto provecho ni impresión en cualquier género de cosa como el dicho padre Diego Lobato”. Cada semana en la Cuaresma hacía tres o cuatro sermones y confesaba no sólo a los indios de su doctrina sino también a todos los caciques y a muchos indios del Obispado. Es lamentable que sus sermones, además de su exposición oral, no tuvieran expresión escrita. En el Memorial de Diego Lobato de Sosa (1591-1592), en el que solicitó, sin éxito, una canonjía, no hace referencia a un manuscrito suyo de esta índole. No obstante, con ocasión de su testimonio en la Probanza de Don Alonso Atahualpa (1582) alude a que conoce la filiación del nieto del Inca Atahualpa y de los sucesos de Cajamarca “por las historias escritas en español y por los antiguos desta tierra y por lo que este testigo ha inquirido para una historia que escribí”. Es posible deducir que la mencionada obra se amplió a la conquista española de Quito, pues, cuando en 1600 Pedro de Zámbiza hizo probanza de méritos, afirmó en su declaración Diego Lobato: “Como está este testigo escribiendo los sucesos de la conquista de esta tierra y otras cosas tocantes a ella, ha averiguado con mucho número de indios viejos ancianos della que el dicho Don Marcos Suquillo, padre del dicho Don Pedro de Zámbiza y otros caciques naturales Quitos, Pillajos y Collahuazos acudieron luego que llegaron a esta tierra el adelantado Don Sebastián de Benalcázar con gente que venía a conquistar esta tierra, a dar la paz a dicho adelantado”. Sobre esta obra histórica, probablemente escrita en castellano, nada se conoce hasta el momento. A partir de 1604, y a juzgar por los documentos, desaparece toda huella posterior de este predicador bilingüe, quien, además, debe ser considerado como el primer historiador quiteño.
Bibl.: F. González Suárez, Historia General de la República del Ecuador, Quito, CCE, 1969-1970; J. M. Vargas, “Diego Lobato de Sosa. Un sacerdote modelo del siglo xvi”, en Instituto de Historia Eclesiástica Ecuatoriana. Revista, 1 (1974), págs. 31-40; F. Salomón, “Don Pedro de Zámbiza, un Varayuj del siglo xvi”, en Cuadernos de Historia y Arqueología (Guayaquil, CCE), 42 (1975), págs. 285-315; U. Oberem, Notas y documentos sobre miembros de la familia del Inca Atahualpa en el siglo xvi, Guayaquil, CCE, 1976; R. Hartmann y U. Oberem, “Quito: un centro de educación de indígenas en el siglo xvi”, en Contribuiçoes à Antropología em homenagem ao Profesor Egon Schaden, vol. 4, São Paulo, Museo Paulista, 1981, págs. 101-127; R. Hartmann, “Un predicador quechua del siglo xvi”, en Memorias del Primer Simposio Europeo sobre Antropología del Ecuador, Quito, 1985, págs. 291-301; R. Hartmann, “Fuentes quechuas de la época colonial con referencia al Ecuador”, en Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas (Köln-Weimar-Wien, Böhlau Verlag), 34 (1997), págs. 53-72.
Segundo Moreno Yáñez