Valle Cano, Ramón Antonio del. Villanueva de Mena (Burgos), 10.II.1801 – Madrid, 20.III.1891. Escolapio (SChP), humanista y vicario general de las Escuelas Pías de España.
Era el cuarto de ocho hijos de una familia distinguida, formada por D. Manuel y Dña. Manuela. Ramón y Saturnino serían escolapios; una hermana suya, abadesa del convento de Villasana de Mena. Todavía niño, sus padres, deseosos de una educación esmerada, lo llevaron a Madrid, al internado del Real Colegio San Fernando de las Escuelas Pías, después de la Guerra de la Independencia. Allí se inició en la caligrafía —tan importante en aquellos tiempos, y en la que los escolapios eran pioneros— en las humanidades clásicas y en las matemáticas. Tuvo como amigo y condiscípulo al que luego fue ministro de la Corona, Bertrán de Lis. Dejó el colegio el año 1818. Pidió ser admitido en el noviciado, donde vistió el hábito calasancio en 1820. Aunque entonces el noviciado era de dos años, Ramón se vio dispensado de uno, debido a su comportamiento y adelanto en los estudios. Del colegio de San Fernando pasó al de San Antón. Se especializó en la enseñanza y estudio de los autores latinos, sobre todo Cicerón, Tito Livio y Horacio. Se inició en la lengua griega, la filosofía y la teología, lo mismo que en el aprendizaje y ejercicio de la oratoria castellana y latina, en las que más tarde sería admirado maestro y humanista distinguido. Se ordenó de sacerdote en 1825.
En aquel Real Colegio de San Antonio Abad, de alumno aventajado pasó a ser profesor. Al principio, de leer y escribir, trámite obligatorio a todo profesor escolapio. Luego, prefecto de los internos de segunda enseñanza, que comprendía humanidades y retórica. Y de profesor y prefecto, a rector. La Guerra de la Independencia había dejado los colegios de la Iglesia esquilmados de material pedagógico y de profesores religiosos, huidos o asesinados. El P. Valle se entregó por entero a la reconstrucción del colegio y a la recuperación de su antiguo esplendor, de su tradición educativa y científica. Para ello acudió incluso al apoyo de su sobrino, el ministro de Hacienda, D. Santiago Angulo. Durante el tiempo de su rectorado escribió con esta finalidad una elegante y bien argumentada pieza oratoria, Utilidad de las Escuelas Pías, contra el intento de supresión de algunos colegios escolapios, en virtud del tendencioso decreto del Sr. Romero Ortiz, ministro de Gracia y de Justicia. En ese tiempo se iniciaron los Actos Académicos públicos, que dieron tanto nombre a San Antón y a otros colegios de escolapios.
Al iniciarse las reformas de la enseñanza, promulgadas por el ministro Pidal, fue nombrado juez de un tribunal de oposición a cátedras universitarias de literatura latina. Perteneció a la Academia Greco-Latina. En los dieciocho años que estuvo en el mismo colegio, tuvo más de cincuenta alumnos que luego fueron ministros de la Corona, como se pude comprobar en los expedientes académicos de alumnos, que se conservan en el Archivo Provincial de Madrid. Uno de sus alumnos, Fermín de la Puente y Apezechea, en la recepción de la R.A.E. dijo del P. Ramón que era “digno de comunicarse con Cicerón en su lengua patria, si tornase a la vida”. Y cuando el mismo Sr. Puente preparaba la traducción de algunos libros de la Eneida en octavas reales, consultó frecuentemente a su “queridísimo Maestro”, el P. Valle, a quien llama también su censor, en la dedicatoria del ejemplar que consideró obligatorio regalarle. Por ese tiempo escribió, en 1845, la Cartilla de silabeo y ensayo regular de lectura, método facilísimo de lectura y escritura y Elementos de Gramática Castellana, “cimentada en las verdades ideológicas, que con método claro y sencilla frase expongan los principios del idioma español y siembre en las inteligencias de los pequeños las fecundas semillas de las ideas primordiales”. Encontraba una verdadera delicia el investigar los orígenes de los vocablos de la lengua castellana. Eso le llevó a enriquecer con abundantes etimologías latinas la Colección de Autores Clásicos, temas graduados para la versión hispano-latina, que se usó muchos años en todos los colegios escolapios, y preparó el primero de los tres tomos que forman la otra Colección de Autores selectos latinos. Sus libros escolares tuvieron muchísimas ediciones. Le unió estrecha amistad con el también latinista Joaquín Gómez de la Cortina, marqués de Morante, que le consideraba como “uno de los mejores latinos españoles”. Parte de sus manuscritos pudieron salvarse de la “terrible persecución declarada por él mismo a sus papeles”. Uno de esos manuscritos, de hacia 1845, tiene por objeto “dictar reglas de pedagogía práctica para la enseñanza del latín y de la retórica en cinco cursos”. Otro, un Sumario de Retórica y Poética. Algunos sonetos y piezas oratorias fueron publicados más tarde. Rechazó una y otra vez los intentos de sus antiguos condiscípulos y amigos que quisieron promoverlo al episcopado, aunque se vio obligado a aceptar cargos de importancia dentro de la misma Orden.
Entre 1845 y 1849, fue maestro de jóvenes escolapios y vicerrector del colegio. Al trienio siguiente (1849-1852) se le confió de nuevo el rectorado. De 1852 a 1858 fue nombrado provincial de Castilla y, de 1858 a 1863, otra vez rector de San Antón. El papa Pío IX quiso promoverlo a general de la Orden, pero el P. Valle renunció a tan alto cargo. Sin embargo, tuvo que cargar con el de vicario general de España y Ultramar, para el que fue nombrado el día 20 de octubre de 1864. De este tiempo es su carta circular Accipe librum, modelo de pieza literaria, que ensalza el libro de las Constituciones de la Orden, “Libro de oro traído del cielo. … al eco de estas palabras el corazón toma aliento, la apagada voz entonación, y hasta el cuerpo enfermo movimiento y vida”. En 1866 publicaba un Plan de estudios para novicios y juniores, que comprendía todas las asignaturas oficiales de segunda enseñanza: 1.º Gramática Castellana, Gramática Latina con traducción e Historia Sagrada; 2.º Retórica, Poética, Aritmética y Pedagogía; 3.º Filosofía, Agricultura e Industria, Álgebra y Geometría; 4.º Teología, Dibujo lineal, Química, Física, Trigonometría y Topografía; 5.º Teología Moral, Geografía, Francés, Historia, Historia natural y Griego; 6.º Teología Moral, Historia, Griego, Composición en Latín y Griego. Este plan estuvo en vigor hasta el del vicario general Juan Martra (1879). Durante su vicariato se abrieron los colegios de Utiel y Molina de Aragón (ambos en 1867), Sanlúcar de Barrameda y Celanova (ambos en 1868). Terminado su mandato en el capítulo general de Roma de 1869, en el siguiente capítulo general de 1875 fue elegido asistente general de Castilla, hasta el año 1878. Desde esa fecha vivió retirado en sus rezos y aficiones literarias, aunque todavía se le pudo ver rodeado de los pequeñines, enseñándoles la doctrina cristiana.
Murió el 20 de marzo de 1891 y fue enterrado en la cripta de de los PP. Escolapios del Cementerio de San Isidro.
Obras de ~: Elementos de gramática castellana, Madrid, Imprenta Real, 1829 (Madrid, Impr. Aguado, 1845); Cartilla de silabeo y ensayo regular de lectura y escritura, Madrid, 1845; Nueva Colección de Autores selectos latinos, Madrid, Impr. La Esperanza, 1853-1854; Temas graduados para la versión hispano-latina, Madrid, Impr. de las E.P., 1861.
Bibl.: P. Díaz, “Apuntes para la Biografía del Rvmo. P. Ramón Valle de las Escuelas Pías”, en Separata de Revista Calasancia, t. VII, Madrid, Impr. A. Pérez Dubrull, 1891 págs. 367-385; 467-474 y 553-567; T. Viñas, Index Bio-Bibliographicus Clericorum
Regularium Pauperum Matris Dei Scholarum Piarum, Romae, Typographia Vaticana, 1908, pág. 354-357; C. Rabaza, Historia de las Escuelas Pías de España, vol. IV, Valencia, Tip. Moderna, 1917, págs. 249-270, 414-428 y 503-522; C. Vilá-Palá, Calasanz Casanovas, educador y General de una Orden docente, Salamanca, Ed. Calasancias, 1970, pág. 268 y ss.
Valeriano Rodríguez Sáiz, SChP