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José Isidro Barreda

Biografía

Barreda, José Isidro. Arequipa (Perú), 15.V.1687 – 31.V.1763. Superior jesuita (SI) y operario en América.

Nacido en las Indias, era sacerdote desde hacía dos años, cuando entró en la Compañía de Jesús en febrero de 1713 y en la ciudad de Lima. Pronto destacó, sucesivamente, en el gobierno de los colegios de Cuzco (1720-1723), Arequipa (1724-1726), Potosí (1727-1732), Chuquisaca (1733-1739), La Paz (1740-1742), Lima (1743-1745) y, por último, Cuzco (1746-1750), domicilios todos ellos en Perú y Bolivia. Fue durante ese mismo año cuando el prepósito general, Francisco Retz, le nombró visitador y provincial de Paraguay, en un momento crítico para aquellos territorios, en el tiempo de aplicación del Tratado de Límites, firmado entre España y Portugal.

Su antecesor en este oficio, Manuel Querini, se oponía decididamente a este acuerdo diplomático, pues suponía el abandono de siete reducciones dirigidas por los jesuitas (San Nicolás, San Luis, San Lorenzo, San Miguel, San Juan, Santo Ángel y San Borja).

Suponía, pues, el final de estas reducciones, de sus sistemas urbanos y de las explotaciones agrarias que habían desarrollado. En sustitución, ocuparían otros terrenos alejados que todavía no habían sido especificados.

Resultaba llamativo que entonces la dirección espiritual del Monarca español le correspondía a un jesuita, Francisco de Rávago, y que éste hubiese permitido una solución política y diplomática que perjudicaba notablemente a la Compañía. En el momento en que llegaba Barreda a Córdoba de Tucumán en enero de 1752, se había producido un cambio en el gobierno del instituto, con la elección del prepósito general Ignacio Visconti, el cual ratificó la orden que había dado su antecesor, de no poner dificultades en la ejecución de las disposiciones del acuerdo diplomático.

Sin embargo, la libertad de acción de Barreda se vio reducida con la presencia del jesuita comisionado por el padre general, oficio que había recaído en Lope Luis Altamirano. Éste contaba con competencias de gobierno sobre todos los miembros de la Compañía en Paraguay, Perú y Quito, considerando que eran sus propios hermanos jesuitas los auténticos opositores a los acuerdos firmados entre España y Portugal.

El carácter de Altamirano era impulsivo, de aplicación autoritaria hacia las disposiciones que creía voluntad del prepósito general que le había enviado.

Por eso, amenazaba con la excomunión a los religiosos que no cumpliesen con lo establecido por él. No obstante, Barreda tuvo muy en cuenta las actitudes de los misioneros y de los propios indios guaraníes.

Por eso, tras escuchar al superior de esas misiones, el bávaro Bernardo Nusdorffer, se dirigió por carta a Fernando VI de España en 1752, solicitándole la revisión del tratado. Altamirano y el comisionado real, creyendo en la actitud inocente de los guaraníes, no tuvieron en cuenta a los superiores de la Compañía de aquellos lugares. Barreda se dirigió al mencionado comisionado, el marqués de Valdelirios, que había sido alumno suyo en Lima. De nuevo, le insistía en la necesidad de no precipitarse en la entrega de las siete reducciones.

Antes sería menester realizar el traslado de treinta mil indios, evitándose cualquier acción hostil que desencadenase la rebelión de los guaraníes. Ante la falta de diálogo con la otra parte, Barreda como provincial y Nusdorffer como superior de las misiones decidieron la evacuación de las mencionadas reducciones.

Los guaraníes, como temían los jesuitas, se levantaron en armas y su desobediencia fue aplastada por tropas hispano-portuguesas, en acciones que jalonaron la llamada “guerra guaraní”, entre 1754 y 1756. Altamirano no dudó en acusar a los propios religiosos de la Compañía de instigadores de la rebelión de los indios. El ministro Ricardo Wall insistió al nuncio Portocarrero en la desobediencia demostrada por los jesuitas ante el comienzo de la pérdida de su “Reino temporal” del Paraguay. Es más, la “Instrucción reservada” que el gobernador Pedro de Ceballos había recibido firmada por el rey Fernando y refrendada por Ricardo Wall, hablaba de once jesuitas sospechosos de haber participado en esta rebelión indígena.

Ceballos los tenía que interrogar. Entre ellos se hallaba el provincial Barreda.

José Isidro Barreda regresó al Perú en 1757, y ya en Arequipa, se dedicó a dirigir ejercicios espirituales.

Un trabajo que le condujo a buscar la construcción de una infraestructura para este ministerio, a través de una casa dedicada a ese fin, en la mencionada ciudad de Arequipa y en 1760. Veinte años antes había tomado la misma iniciativa en La Paz. Cuando falleció en 1763, había sido nombrado rector del colegio de caciques de Santiago del Cercado, de la ciudad de Lima, un ámbito de actuación en el que habían trabajado los jesuitas desde sus inicios en las Indias.

Cuando Carlos III llegó al trono de España en 1759, pretendió anular las disposiciones acordadas, tratando de volver a los límites anteriores a 1750. La única solución fue la guerra, la cual llegó en 1762, recuperando los españoles, en la misma, la colonia de Sacramento. Los jesuitas regresaron a las reducciones que habían abandonado, restaurando la situación anterior.

Había comenzado una nueva etapa que habría de durar poco, ante la expulsión de 1767. Indicaba Antonio Astrain que en las mencionadas siete reducciones afectadas vivían en 1762 más de catorce mil indios. Sin embargo, aquella circunstancia ya no la conoció Barreda.

 

Obras de ~: Memorial que el P. Provincial de la Provincia del Paraguay presentio al señor comisario Marques de Valdelirios en que le suplica que suspenda, las disposiciones de Guerra, contra los Indios de las Misiones, Córdoua de Tucuman, 19 julio 1753, 22 fols. (ms., British Museum); Representación que hace al Rey N.S. en su Real Consejo de las Yndias el P. Provincial de la Compañía de Jesús de la Provincia del Paraguay en algunas reflexiones sobre las infelices y funestas resultas moralmente ciertas y opuestas al servicio de Dios y del Rey nuestro señor que se siguen del tratado ajustado entre las Majestades Católica y Fidelissima sobre la linea divisoria de los estados de las coronas de España y Portugal en Asia y América: por lo relativo á la entrega de los siete pueblos de las Misiones á los Portugueses, con las tierras adyacentes á dichos Pueblos que tiene fundados la Provincia Jesuítica y Misionera del Paraguay en la vanda oriental del Río Uruguay, año 1752, 12 fols.

 

Bibl.: F. J. Bravo, Atlas de cartas geográficas de los países de la América Meridional en que estuvieron situadas las más importantes misiones de los jesuitas, Madrid, Rivadeneyra, 1872, págs. 43-50; C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jesús, vol. 1, Bruxelles, O. Schepens, 1890, págs. 917-918; A. M. Díaz, “El tratado de permuta de 1750 y la actuación de las misiones del Paraguay”, en Estudios, 60 (1938), págs. 764- 769; R. Vargas Ugarte, “El P. José Isidro Barreda, S.J.”, en Revista Histórica, 15 (1942), págs. 36-51; F. Mateos, “El Tratado de Límites entre España y Portugal de 1750 y las Misiones del Paraguay 1751-1753”, en Missionalia Hispanica, 6 (1949), págs. 331-378; “Pedro de Ceballos, Gobernador de Buenos Aires y las Misiones de Paraguay”, en Missionalia Hispanica, 9 (1952), págs. 75-121; G. Kratz, El tratado hispano-portugués de límites de 1750 y sus consecuencias, Roma, Institutum Historicum, 1954; G. Furlong, Misiones y sus pueblos de guaraníes, Buenos Aires, 1962; P. Caraman, The Lost Paradise: an account of the Jesuits in Paraguay 1607-1768, London, Sidgwick & Jackson, 1975, págs. 243-247; M.ª B. Cava Mesa, “La problemática del Tratado de 1750, vista a través del confesor real P. Rávago”, en Letras de Deusto, 6 (1976), págs. 187-199; M. Martínez Gomis, “El ocaso de la Compañía de Jesús en América Latina. La misión”, en J. Uroz (ed.), Historia y cine, Alicante, Universidad, 1999.

 

Javier Burrieza Sánchez

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