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Alfonso Limón Montero

Biografía

Limón Montero, Alfonso. Puertollano (Ciudad Real), f. s. xvi-p. s. xvii – ?, c. 1679. Médico interesado por los estudios en la naciente disciplina científica de la Química, catedrático de Vísperas de la Universidad de Alcalá de Henares.

Escribió Tractatus de urinis in quattuor disputationes divisus (Alcalá, F. García Fernández, 1674), o Tratado semiológico de la orina, en el que practicando un enfoque galenista deja ya entrever sus aportaciones químicas al recoger aspectos sobre la composición de la orina. Fue un detractor de los conceptos alquímicos, particularmente beligerante contra los aspectos curativos del denominado “oro potable”. Adoptó la postura de los galenistas eclécticos frente al paracelsismo y la iatroquímica.

Pero, sin ningún género de dudas, su principal aportación fue la obra Espejo cristalino de las aguas de España (Alcalá, F. García Fernández, 1697). Es considerado el primer título sobre hidrología médica. El propio Limón Montero hizo hincapié en que desconocía la existencia de obra semejante sobre las aguas de España y Portugal, de las que también hablaba someramente.

El libro comienza con la aprobación por parte de la censura eclesiástica, que decía no contener nada que fuera en contra de la fe, y después es aprobado por el catedrático de Prima de la Universidad de Alcalá, también médico de cámara del Rey, Francisco Díaz del Castillo, que comenta las bondades del agua apoyándose en Séneca, que decía que en el agua “se hallaba la esperanza de otro mundo”.Tanto sus comentarios, como los del censor eclesiástico añadidos inmediatamente después, e incluso la dedicatoria que Limón hace del texto, “A la hermosísima y milagrosa imagen de Santa María de Jesús, titular y patrona del muy religioso convento de San Diego de Alcalá. Soberana Princesa”, ponen de manifiesto la entonces común coexistencia pacífica de conceptos religiosos y científicos, plasmados de manera relevante en la fundación de la Universidad de Alcalá por el cardenal Cisneros. Abundando en la misma línea, la mencionada obra cuenta con un índice de autores citados en los que se encuentran científicos católicos tales como los santos Alberto Magno o Isidoro, al lado de clásicos como Paracelso, Avicena, Aristóteles, Séneca, Sócrates, Empédocles, Galeno, o científicos como Arnaldo Vilanova y otros, mezclados con san Pablo o san Mateo: tal era el modo de hacer ciencia de la época, integrador y sin discriminaciones por motivos religiosos.

Ya el doctor Francisco Ribas, catedrático de Prima de Medicina de la Universidad de Alcalá, comenta en su “Aprobación”, dirigiéndose a los enfermos: “Con razón pues le deben dar gracias, y alabanzas al Autor de este libro, pues del agua ha sabido sacar universal curación para las humanas dolencias; y si es prodigio sacar agua de las piedras, es prodigio también sacar del agua salud”. El mencionado autor aprueba su publicación y subraya, al igual que Limón Montero, ser la primera obra que se escribe sobre las aguas de España en esa dirección de catálogo de propiedades, firmando el 4 de agosto de 1679.

Limón Montero contó para la elaboración del libro con una red de unos cincuenta colaboradores, muchos de ellos médicos, dándole situación y características sobre los lugares y las propiedades curativas del agua. Un ejemplo de esta corresponsalía que generaba informes que Limón Montero utilizaba es el caso de La Guardia en Jaén, informe que le remitió Francisco de Torres y Velasco, alcaide del castillo y Alcázar de Lopera, o las de Cazorla, referidas por Antonio Morales, que decía generaban buenas voces en los que las bebieran, motivo por el que la Iglesia de Toledo buscaba en ella cantores para sus coros. El agua, dice en su “Prólogo”, da fertilidad al suelo y salud, y dice que no hay mal que no cure, lo cual es ciertamente exagerado y supraempírico. Comenta Limón Montero haber tardado más de cinco años en recopilar la información que se recoge, muchas veces de tradiciones, y otras de sus propios estudios, particularmente de sus determinaciones químicas a las que da una importancia grande. Trata de aguas termales y frías. Dice también en su “Prólogo” haber empleado para hablar de propiedades dos modos de razonamiento: el deductivo, a partir de principios generales según buena filosofía, y por la observación y/o experiencia de personas de toda fe, así como de observaciones realizadas mediante evaporación de las mismas, concepto este último claramente asimilable a las técnicas empíricas de la naciente química. Justifica haberla escrito en castellano romance y vulgar porque la obra trata de algo universal de interés, que a todos toca.

Recoge en el Índice la estructura de la obra. En el denominado Libro I, trata “de la aguas simples y minerales, en general y en particular”, con el Tratado I “de las aguas simples y minerales en general”, el Tratado II “de las fuentes minerales en particular y sus medicinas y otras aguas notables”, comentando las fuentes, su localización y propiedades una por una, y el Tratado III “de las aguas acedas del Campo de Calatrava y de sus medicinas”. En el Libro II habla “de los baños y aguas termales de España y de sus medicinas”, dedicando el Tratado I a “las aguas termales en particular”. En el Libro III, hay un Tratado Único “de los baños de aguas simples, así fríos como calientes artificialmente”. Finalmente en el Libro IV, también de Tratado Único, se habla “de los baños compuestos de cocimientos y mezclas de cosas diversas, y de los otros licores distintos de las aguas, y de otras cosas que están en uso y su aplicación se llama comúnmente baño”.

 

Obras de ~: Tractatus de urinis in quattuor disputationes divisus, Alcalá, F. García Fernández, 1674; Espejo Cristalino de las Aguas de España […], Alcalá, F. García Fernández, 1697.

 

Bibl.: L. S. Granjel, “Limón Montero y la literatura hidrológica española del siglo xvii”, en Cuadernos de Historia de la Medicina Española, 12 (1973), págs. 265-277; W. Álvarez Oblanca, “León en la bibliografía hidrológica de los siglos xvii al xix”, en Revista Tierras de León, n.º 61, año XXV (diciembre de 1985), págs. 70-87; M. Amezcua, “La fuente medicinal de La Guardia en la literatura hidrológica del siglo xvii”, en Sumuntan-Anuario de Estudios sobre Sierra Mágina, 4 (1994), págs. 83-90.

 

Alfonso V. Carrascosa

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