Aragón y Córdoba, Antonio de. Antonio de Córdoba y Aragón. Antonio de Aragón de Cardona y de Córdoba. Lucena (Córdoba), 1615 – Madrid, 7.X.1650. Presbítero, bachiller en Cánones, consejero de Órdenes, de la Inquisición, de Estado, cardenal.
Su padre, Enrique Ramón Folch de Cardona y Aragón, duque de Cardona y de Segorbe, era amigo personal del rey Felipe IV y del conde-duque de Olivares.
Cuando el monarca iba a Barcelona se hospedaba en su casa. Su madre, Catalina de Aragón y de Córdoba, era duquesa de Cardona. Antonio se hizo bachiller en artes y pronto pasó como canónigo a la catedral de Córdoba, y después a arcediano de Castro del Río (Córdoba) y beneficiado de Buelnes (diócesis de Jaén). Fue elegido becario del colegio viejo de San Bartolomé de Salamanca, de donde salió, en 1640, contando veinticinco años de edad, con los puestos de Consejero de Órdenes, de la Suprema Inquisición y con el hábito de caballero de la Orden Militar de Alcántara.
Son cruciales en su vida sus episodios en Cataluña (era descendiente de la última dinastía de Reyes de Aragón). Asesinado el virrey de Cataluña, Santa Coloma, el rey Felipe IV nombró por última vez a su padre, Folch de Cardona, virrey de Cataluña (12 de junio de 1640), ya se ve que en difíciles circunstancias, con poderes para castigar y perdonar. En ese momento se encontraba retirado en el Rosellón, enfermo, pero no vaciló en aceptar el cargo, aunque apenas duró un mes, pues falleció el 20 de julio siguiente.
El rey otorgó pensiones a la viuda, Catalina, y a sus cuatro hijos: el marqués de Povar, Juan Ramón, Antonio y Vicente. Además, Catalina hizo de mediadora a petición de los catalanes para gestionar una paz honrosa. Los miembros de la Junta de Ejecución decidieron que los hijos del duque de Cardona debían ir a Cataluña a ayudar a su madre en su misión conciliadora. Salieron de Madrid y en Zaragoza se enteraron de la entrada de tropas francesas en Cataluña.
Avisaron a Madrid y el ejército castellano se encaminó hacia Cataluña. Se había superado la etapa de negociación pacífica, pero, no obstante, Antonio de Aragón y un hermano siguieron viaje. Llegados a Lérida la vieron amotinada. Partieron para Barcelona, escoltados por la caballería. Llegaron a Barcelona el 11 de diciembre de 1640 y fueron recibidos por un obispo desconocido y unos pocos caballeros leales. El día de Navidad estalló un motín y el populacho intentó prender fuego a la casa de la duquesa y degollar a sus hijos. El cabildo y el clero catedralicio interrumpieron las vísperas y con sus capas y sobrepellices llegaron a casa de la duquesa, ofreciéndoles protección.
Pero los diputados rebeldes resolvieron prenderlos. El 3 (o el 4) de enero de 1641 encerraron a la duquesa en un convento y llevaron a la cárcel pública a los hijos.
Antonio de Aragón “trató a los catalanes como si ellos fuesen sus prisioneros; llamólos desleales y traidores a su rey” (Goñi, 1987). El 21 de enero de 1641 la casa de la duquesa fue saqueada. Antonio de Aragón se salvó de milagro. En represalia se detuvo en Madrid a los trece “embajadores” catalanes que allí había. Meses después se pactó un intercambio de prisioneros.
La duquesa y sus hijos fueron liberados el 15 de octubre de 1641. En compensación a su actitud y padecimientos duquesa e hijos recibieron mercedes reales. A Antonio de Aragón, que era ya miembro del Consejo de Órdenes y del Consejo de la Inquisición, como se ha dicho, se le nombró miembro del Consejo de Estado.
Además, y aquí viene la principal parte final de la corta vida de Antonio de Aragón, el rey mandó que se le propusiera para el primer capelo cardenalicio que el Papa reservase a España en la próxima promoción de cardenales. Le dio una ayuda de costa de 3.000 ducados y Antonio de Aragón viajó a Tarragona, Villarreal, Vinaroz y Valencia, desde donde un jesuita comunicaba el 21 de abril de 1642: “El Sr. D. Antonio de Aragón esta mañana ha recibido aquí, en casa del señor arzobispo, el primer órden sacro, mañana el otro y el domingo de Cuasimodo se ordenará de misa”. En 1643 se proveyó el obispado de Zaragoza dándoselo al obispo de Teruel. Como el reino de Aragón había pedido el obispado para Antonio, el rey escribió a su madre, la duquesa, diciéndole que no le había dado la mitra porque lo quería para cardenal.
Ciertamente, ya se había propuesto al papa Inocencio X una lista de cinco candidatos al cardenalato, encabezada por Antonio de Aragón. Pero el pontífice creó seis cardenales el 7 de octubre de 1647 y no apareció Antonio de Aragón entre ellos. El rey sintió desazón y se quejó al nuncio. El papa agravó la situación al no contestar. La situación era problemática, porque el papa había creado cardenal al arzobispo de Aix (Francia), hermano del cardenal Mazzarino. Hubo protestas del embajador español en el Vaticano. En el momento más espinoso del asunto falleció el arzobispo de Aix, y el papa nombró cardenal diácono a Antonio de Aragón el 14 de marzo de 1650, alegando que lo había nombrado con anterioridad in pectore el 7 de octubre de 1647. El birrete le fue enviado por el canónigo de Letrán Bernardino Casale. Pero, fatalmente, una fulminante enfermedad arrebató la vida a Antonio de Aragón el 7 de octubre de 1650, a la edad de treinta y cinco años, días antes de que se le impusiera el capelo y el Papa le asignara un título cardenalicio.
Recibió los últimos sacramentos con gran unción y sus últimas palabras fueron: “No temo a la muerte, porque tenemos un buen amo”.
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Fernando Rodríguez de la Torre