Alesón, Francisco. Viana (Navarra), [6].VI.1634 – Logroño (La Rioja), 8.X.1715. Cronista oficial del reino de Navarra, jesuita (SI).
Francisco Alesón nació en Viana (Navarra), en el seno de una familia de procedencia riojana. Ingresó en el colegio de la Compañía de Jesús en Logroño en 1650. Tras estudiar tres años de Filosofía y cuatro de Teología, fue profesor de Gramática y Filosofía, que explicaba ya en 1662 en el colegio de la Anunciada de Pamplona, antes de regentar la clase de Teología. En 1688 hizo su profesión solemne y los superiores de la orden le confiaron el gobierno, como rector, de los colegios de Soria, San Sebastián, Segovia, santuario de Loyola (1690), Pamplona (1692-1694), Valladolid (1698) y Salamanca (1701). En 1695, llegó a ser viceprovincial de la provincia de Castilla.
El 4 de diciembre de 1687, la Diputación decidió encomendarle el oficio de cronista del reino de Navarra.
Tres semanas antes había fallecido su predecesor, el también jesuita padre José Moret, quien lo había ejercido por primera vez desde 1654. La urgencia y el empeño del encargo tienen que ver con el atraso en la edición de los Annales del Reyno de Navarra, de los que sólo se había publicado, muy poco antes (1684), el primer tomo. Moret tenía muy avanzada la preparación del segundo y del tercer tomo, y había recogido otros muchos materiales y redactado notas con la intención de completar la narración de la historia del reino hasta aquel momento. Su muerte amenazaba con frustrar los trabajos.
Alesón fue, como se dictaminó, “el sujeto que ha parecido a la Diputación más a propósito para su conclusión y continuación de cronista”. Junto a su condición de jesuita, que le facilitaría la consulta de los materiales que se conservaban en el colegio de Pamplona, donde ambos habían convivido, debieron de pesar sus indudables condiciones literarias, como humanista, y el brillo de una notable trayectoria dentro de la misma Compañía. Sin embargo, no parece que tuviera particular afición al género cronístico como forma literaria. Tampoco era un “anticuario”, aficionado a coleccionar antigüedades, como monedas, inscripciones, sellos, etc. Alesón, más bien, parece ser un “político” en el más amplio sentido del término.
Así como Moret, antes de su nombramiento, se había acreditado con una Historia del asedio de Fuenterrabía, Alesón sólo había publicado un Elogio fúnebre a la muerte de Felipe IV (1665), escrito en griego, latín, castellano, portugués, toscano, francés y vascuence.
Cuando le llegó el nombramiento tenía una buena formación humanística adquirida según la ratio studiorum jesuítica. Alesón estudió Gramática, Filosofía y Teología, disciplinas de las que luego fue profesor en el colegio de la Anunciada en Pamplona, precisamente mientras Moret era su rector. Es lógico suponer que, además de tratarle con asiduidad, Alesón fuera hombre de su confianza. Pero, así como Moret volcó todo su esfuerzo en la reconstrucción de la historia del reino —y en su apología, principalmente contra los cronistas aragoneses—, no ocurrió lo mismo con Alesón, que empleó la mayor parte de su vida en el gobierno de distintos colegios en Castilla.
Sus ocupaciones en la Compañía limitaron el trabajo de Alesón como cronista del reino, por lo que la Diputación acordó suspenderle el sueldo de 150 ducados por cuatro años, aunque la intercesión de Felipe V anulara esta sanción.
Su trabajo en la preparación del segundo tomo de los Annales —entregado en 1692 y editado en 1695— se limitó a aspectos puramente formales. El tercer tomo (1704) también es obra de Moret en lo esencial: la Diputación no admitió que Alesón reescribiera los reinados de los reyes de la casa de Champaña y de Francia, utilizando cronistas franceses, y Alesón sólo aportó algunas adiciones y escolios. Son obra exclusivamente suya, sin embargo, los tomos cuarto (1709) y quinto (1715), escritos ya a muy avanzada edad, durante los últimos años de su vida. Comprenden los reinados de los últimos reyes de Navarra, desde Carlos II (1350) hasta el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V (1527).
Alesón leyó detenidamente a los grandes cronistas franceses y españoles disponibles, y también a algunos italianos, y tuvo el acierto de incorporar pequeñas crónicas y relaciones particulares de sucesos. No parece que le interesara tanto como a Moret, o a Zurita, la búsqueda documental, aunque se sabe que visitó Simancas en varias ocasiones, obsesionado con el tema de las famosas bulas de excomunión de los últimos reyes, Juan y Catalina. Alesón aportó, como buen retórico que era y hombre de su tiempo, una nueva interpretación del proceso de crisis interna del reino de Navarra, que lo abocó a la conquista de 1512 y a la llegada de una nueva dinastía. En definitiva, es comprensible que así fuera si se tiene en cuenta que escribió durante los años de la Guerra de Sucesión de España, teniendo muy presente las divisiones internas y las esperanzas que suscitaba la llegada, aunque fuese traumática, de la nueva dinastía Borbón. Y éste fue, precisamente, el fundamento del éxito de los Annales de Alesón: su interpretación del proceso de conquista e incorporación de Navarra a la Monarquía de España a la luz de las nuevas circunstancias del siglo xviii.
Obras de ~: “Elogios fúnebres al Rey Nuestro Señor Felipe IV el Grande en siete lenguas, griego, latín, castellano, portugués, toscano, francés y vascuence, con la traducción de las menos comunes”, en J. F. de Aguirre y Álava, Honores fúnebres que hizo el Real Consejo de Navarra a la piadosa memoria del Rey Nuestro Señor Philippo IV, Pamplona, Gaspar Martínez, 1665, págs. 40-54; con J. Moret, Tomo segundo de los Annales del reyno de Navarra. Compuestos por el RRM Joseph de Moret. Obra posthuma dispuesta en otra forma por el P. Francisco de Alesón, Pamplona, Bernardo de Huarte, 1695; Tomo tercero de los Annales de Navarra. Obra posthuma y última del P. José de Moret, con scholios y addiciones al fin del P. Francisco de Alesón, Pamplona, Fernando Zepeda, 1704; Tomo quarto de los Annales de Navarra, o primero de su segunda parte. Compuesto por el P. Francisco de Alesón, Pamplona, Francisco Picart, 1709; Tomo quinto de los Annales de Navarra, o segundo de su segunda parte. Compuesto por el Padre Francisco de Alesón, Pamplona, Francisco Picart, 1715.
Bibl.: J. Pérez Goyena, “El segundo Cronista de Navarra, P. Francisco de Alesón”, en Príncipe de Viana (PV), XIV (1944), págs. 43-65; J. R. Castro, “La historiografía navarra antes del P. Moret”, apéndice de J. Moret y F. Alesón, Annales del Reyno de Navarra, ed. facs., vol. V, Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1969, págs. 1-94; J. Goñi, “Alesón, Francisco de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, suplemento I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto Enrique Flórez, 1987, págs. 20-21; F. Pérez Ollo, “Alesón, Francisco de”, en La Gran Enciclopedia de Navarra, vol. I, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1990, págs. 215-217; A. Floristán Imízcoz, “Examen de la conquista castellana. La introspección de los cronistas navarros (siglos xvi-xviii)”, en PV, LXI (2000), págs. 79-134.
Alfredo Floristán Imízcoz