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Luis Cabeza de Vaca

Biografía

Cabeza de Vaca, Luis. Jaén, c. 1465 – Palencia, 12.XII.1550. Obispo, preceptor, consejero de Indias, humanista y teólogo.

Luis Cabeza de Vaca es uno de los prelados españoles más influyentes del siglo xvi, claro exponente de la transformación que sufren los obispos españoles que abandonan los comportamientos medievales para encarnar las nuevas tendencias de pensamiento que, poco a poco, se difunden en la Península Ibérica conforme se consolidan las bases del estado moderno.

Nació en Jaén en 1465 en el seno de una de las familias que componían la oligarquía jienense y que se fue consolidando a lo largo de la Baja Edad Media.

Sus orígenes familiares se remontan al siglo xiii en el contexto de las políticas de repoblación vinculadas a los repartimientos de las tierras andaluzas, muy especialmente a las de Sevilla y Jaén. Era hijo de Urraca Cabeza de Vaca y de Gómez de Sotomayor. Tuvo tres hermanos, a dos de los cuales se les conoce por los apellidos del padre, en cambio, él y su hermano Pero Cabeza de Vaca utilizaron sistemáticamente los apellidos de la madre. Su escudo de armas está jaquelado de oro y gules y bordura de azur con seis cabezas de vaca de plata.

Con clara vocación continuista, la proyección del prelado no se hizo esperar. Durante su juventud estuvo muy influenciado por el obispo jienense Luis de Osorio y Guzmán, quien le va a granjear el espacio político suficiente para proyectar su carrera de impronta europeísta.

En 1505 fue nombrado preceptor y responsable de la formación de quien habría de convertirse en Carlos V formando parte de la Casa del Rey en Flandes hasta su regreso a la Península en un momento que no se puede concretar con exactitud. Formó parte del séquito que se trasladó a Alemania para presenciar la coronación imperial, donde asistió a la Paz de Worms en 1520. Su estancia en Flandes le permitió conocer de cerca las obras del humanismo europeo y con especial interés las de Erasmo de Rótterdam. Éste sería su punto intelectual de referencia que lo acompañaría en muchas de sus acciones al frente de cada una de las diócesis de las que fue titular a lo largo de su carrera eclesiástica.

Como pago a los servicios prestados al Emperador en esta etapa, Luis Cabeza de Vaca recibió el obispado de las Islas Canarias, del que tomó posesión solemne el 11 de marzo de 1523. Desde allí fue removido a Salamanca en lo que se ha tomado como un ascenso en la jerarquía eclesiástica. Sucedió en esta mitra a Francisco de Bobadilla desde el 22 de junio de 1530.

Siete años más tarde se le concedió el obispado de Palencia, del que sería titular hasta su muerte, acaecida el 12 de diciembre de 1550, en uno de los pontificados más duraderos y estables con los que contó la diócesis palentina. Fue designado consejero de Indias el 1 de agosto de 1524, integrando el grupo de servidores que obtuvieron los primeros títulos específicos para conformar el organismo.

En 1536, el Emperador le encargó la realización de una visita al monasterio de Las Huelgas Reales de Burgos y en ese mismo año fue nombrado obispo de Palencia.

Luis entró en la capital palentina el 14 de julio de 1538, aunque había tomado posesión de la diócesis por acreditación el 30 de mayo de 1537.

En todas las diócesis mantuvo una línea ideológica que le movió entre el erasmismo y el patronazgo espiritual que para Luis Cabeza de Vaca siempre significó fray Hernando de Talavera, arzobispo de Granada, y modelo a seguir entre los prelados españoles.

A esta misma ideología pertenecieron otros prelados coetáneos de Luis Cabeza de Vaca, como Alonso III de Fonseca, arzobispo de Santiago de Compostela, y Alonso Manrique de Lara, arzobispo de Córdoba y de Sevilla e inquisidor general. A esta misma vocación pertenece el encargo que hizo al canónigo palentino Alonso Fernández de Madrid —arcediano del Alcor— cuando en el sínodo celebrado en Palencia en 1545 se le encomendó poner orden en las constituciones capitulares y en reformar la honestidad de las personas y de los clérigos a la par que se extendía, de forma imparable, el pensamiento erasmista.

Fue un obispo claramente protector de la Orden de los dominicos, a los que nunca olvidó en la práctica del ejercicio del poder. Siendo obispo de las Islas Canarias, les encargó la ermita de la Virgen de la Candelaria y en 1540 acercó a las religiosas dominicas desde el pueblo de Torremormojón hasta la ciudad de Palencia, lo que habría de constituirse en el embrión de su futuro convento.

Su actividad eclesiástica estuvo marcada por algunos acontecimientos importantes, como su presencia en la consagración de dos arzobispos —Jorge de Austria y Jerónimo de Loayza— que ejercitarán su carrera en el Nuevo Mundo.

Pese a ser un obispo que contó siempre con el apoyo de la Monarquía, tuvo enfrentamientos con el Consejo Real a causa de diversos problemas jurisdiccionales tal y como aparece documentado en las actas capitulares del cabildo palentino en 1542. Sin embargo, también obtuvo varios favores regios, como el que se desprende de una carta del rey Carlos I, datada el 10 de noviembre de 1549, por la que se le autorizaba a erigir un nuevo palacio en Palencia en el mismo sitio en el que estaba construido el alcázar episcopal antes de su destrucción en 1465.

Hombre de letras, prudente y humanista, ejerció el mecenazgo en todas las diócesis por las que pasó.

Nunca olvidó sus orígenes jienenses —tal y como lo demuestra el envío de reliquias para la catedral de Jaén con el consentimiento del cabildo palentino— y su humanismo reformista le llevó a fundar en Palencia la capilla de Santa Cruz en 1541, el Colegio de Niños en 1549 y a contratar en 1541 la realización del púlpito situado en el trascoro de la seo palentina a maestros de la talla de Juan de Cambray, Pedro de Flandes y Juan Ortiz, el Viejo.

Luis Cabeza de Vaca falleció en Palencia en las postrimerías de 1550. Sobre su enterramiento se puede leer: “Ludovicus Vaca episcopus pallentinus, patria bienensis, proffesione theologus, Caroli Caesaris Quinti Hispaniae Regis pueritur institutor ac magister”.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la catedral de Palencia, Histórico, n.º 833.

P. Fernández del Pulgar, Historia secular y eclesiástica de la ciudad de Palencia, t. II, Madrid, Viuda de Francisco Nieto, 1679; L. Vilar y Pascual, Diccionario Histórico, Genealógico y Heráldico de las familias ilustres de la Monarquía Española, Imprenta de F. Sánchez a cargo de Agustín Espinosa, 1859-1862, 8 vols., pág. 114; J. Rodríguez Molina, “Patrimonio eclesiástico del obispado de Baena-Jaén en los s. xiii-xvi”, en Boletín de Estudios Gienenses, 72 (1976), págs. 9-74; J. L. Rodríguez Molina, “El diezmo eclesiástico en el obispado de Baeza- Jaén en los s. xiii-xvi”, en Cuadernos de Historia, 7 (1977), págs. 213-282; P. Rodríguez Martínez, Estatutos del deán y cabildo de la catedral de Salamanca (1230-1549), Salamanca, 1979; VV. AA., Jornadas sobre la Catedral de Palencia. Universidad de Verano Casado del Alisal, Palencia, Excma. Diputación Provincial de Palencia, 1989, págs. 154-157; E. Mogrobejo Ladrero, Diccionario Hispanoamericano de Heráldica, Onomástica y Genealogía, vol. XXX, Bilbao, Editorial Mogrobejo- Zabala, 1995-2003, págs. 332-342; A. Cabeza Rodríguez, La vida en una catedral de Antiguo Régimen, Palencia, Junta de Castilla y León, 1997; J. Martínez Millán (dir.), La Corte de Carlos V (2.ª parte). Los Consejos y los consejeros de Carlos V, vol. III, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, págs. 72-74; A. Polanco Pérez, Semblante de D. Luis Cabeza de Vaca. Un humanista al frente del obispado de Palencia. Relaciones con el cabildo y con los capellanes del número 40 (1537-1550), Palencia, Excma. Diputación Provincial de Palencia, 2002 (Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 73), págs. 137-163.

 

Arturo Polanco Pérez

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