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Plinio

Biografía

Plinio. El Joven. Caius Plinius Caecilius Secundus. Como (antes Novum Comum) (Italia), 61 d. C. – Bithynia (Turquía), 113 d. C. post. Senador romano, escritor y correspondiente de Trajano.

Perdió pronto a su padre, Lucius Caecilius, y marchó a Roma a la casa de un tío materno, el escritor y naturalista Plinio el Viejo, que le adoptó y le envió a estudiar con Quintiliano. Se conoce bien su carrera.

En el año 82 fue tribuno militar en Siria; en el año 88 era cuestor imperial y en el 91-92 era tribuno de la plebe. Posiblemente fue pretor en el año 94. En los años 95-96 fue prefecto del erario militar. En el año 97 fue prefecto del erario de Saturno. En el año 100 era ya elegido cónsul. Este año pronunció el Panegírico a Trajano, que publicó más tarde. En el año 103 desempeñó el cargo de augur. Durante los años 104 al 107 era curator alvei Tiberis et riparum et cloacarum urbis. Plinio el Joven fue un famoso orador. Era amigo de Tácito y con él tuvo procesos judiciales importantes.

En el año 111 fue enviado como legado consular con potestad imperial a Bithynia y al Ponto. Debió de arreglar la desastrosa situación de la provincia, pero no preparar la guerra contra los partos. En Bithynia se le planteó el problema cristiano. Él vivió al parecer en su provincia. Se casó dos veces. No tuvo hijos. Hizo grandes regalos a Como, ciudad a la que favoreció en el testamento. Imitando a Cicerón, escribió cartas a sus amigos con la idea de publicarlas. Las cartas no sólo tratan de temas artísticos, son también dirigidas a caballeros y amigos de su patria. Las cartas quieren ser expresión de una cultura sofisticada y de la educación típica de su época. Describe en ellas detalladamente las cosas. A los amigos que viven fuera de Roma les informa sobre los sucesos recientes de la ciudad y sobre los acontecimientos culturales. Responde en ellas a sus preguntas. A veces, da juicios de valor. Plinio el Joven escribió las cartas entre 98 y 109. El libro X recoge las cartas que Plinio el Joven dirigió a Trajano, y las respuestas del Emperador. A partir de la carta 15, llegaron las cartas desde Bithynia o fueron dirigidas a Bithynia. La colección de cartas es completa. Las cartas de Trajano deben ser consideradas como mandatos del Emperador, escritos por él y no por la cancillería.

El Panegírico dirigido a Trajano es pieza clave para conocer las ideas políticas del primer emperador hispano, y su programa político. El Panegírico que hoy se lee no es el que Plinio el Joven pronunció en el Senado en el año 100, sino una refundición, ampliada con posterioridad, publicada en el año 101. Probablemente Plinio el Joven elaboró un discurso idóneo y extenso, que se convirtió en el modelo de los panegíricos imperiales. Trató el panegirista sobre la actitud de Trajano antes del tercer consulado; de su generosidad y su buen gobierno; de Trajano en el tercer consulado; de la vida privada del Emperador. Plinio le da las gracias y termina con unas conclusiones. El discurso primitivo debió de ser fundamentalmente la última parte del publicado más algunos trozos sueltos del anterior. La lectura del Panegírico es fatigosa. Para los romanos el panegírico era el modelo más perfecto de oratoria. El orador utilizó un vocabulario rico y selecto. Empleó mucho la antítesis y otros artificios retóricos. A veces alcanzó un tono elevado de descripción poética. Se ha emparentado el Panegírico de Plinio el Joven con el Agesilao de Jenofonte. Imitó el Pro Marcello de Cicerón, y un discurso de agradecimiento a César, fechado en 46 a. C., reelaborado después. Influyeron también Velayo Patérculo y Séneca. Plinio el Joven expuso los tópicos políticos propios de todos los escritores políticos de la época, cuyo máximo exponente fue el discurso Sobre la monarquía de Dión de Prusa, contemporáneo del panegirista, que dirigió, igualmente, a Trajano como a príncipe modelo.

El tópico del buen príncipe insiste en la contraposición entre el buen rey y el tirano, que Plinio el Joven encarna, respectivamente, en las personas de Trajano y de Domiciano. Las virtudes y los defectos explican las diferencias entre los dos modelos. Dión de Prusa había tratado este tema.

La imagen del tirano contrario al buen rey cuadraba bien con Domiciano. Dión de Prusa, desterrado, recorrió varias ciudades haciendo propaganda contra el déspota. Al llegar Trajano al poder imperial, el nuevo príncipe fue el modelo del rey de la teoría cínico-estoica, que obtenía el poder como una carga, que era un excelente padre para el pueblo, que era bienhechor para todos los ciudadanos libres, no un amo despótico, amigo de los senadores, valiente y guerrero, amante de la paz y de la caza. Plinio el Joven sigue este programa. El pensamiento de Plinio el Joven coincide plenamente con el de Dión de Prusa. Ambos parten de un tópico cínico-estoico. El escritor latino no usa el término rey, odioso para los romanos desde la caída de la Monarquía, sino el de príncipe o emperador.

Esta teoría aparece ya en la carta del Ps. Aristeas, datada en el siglo ii a. C., que es un verdadero espejo de príncipes. En la carta se afirma que debe gobernar el mejor por naturaleza, lo que justificó la adopción de Trajano por Nerva. Esta teoría reaparece en Plinio el Joven y en Dión de Prusa. Dicha teoría moral se completaba con otra según la cual el elegido debe tener capacidad técnica, que ya aparece en el historiador griego Jenofonte. Esta teoría exigía en el gobernante poseer una serie de virtudes, como justicia, control de sí mismo, rectitud, ser un buen legislador, benévolo, etc., y eran propias de la paz. El gobernante debía ser semejante a Dios. El gobernante aceptaba el poder como una carga, según Dión, tal como sucedió en el caso de Trajano. El príncipe desempeña una función divina, a la que alude Plinio el Joven a lo largo del Panegírico, de ahí la comparación de Trajano con Hércules, o con el dios Sol. El príncipe se iguala a los súbditos. La igualdad es una virtud del príncipe. Plinio el Joven alaba el carácter democrático de Trajano en el Panegírico. El príncipe es no sólo legislador, sino él mismo ley. Someterse al príncipe es someterse a la ley, como afirma el panegirista varias veces.

En la filosofía político-helenística se supone un concepto de tiranía que arranca de Platón y de Aristóteles, que dio un carácter peyorativo al término, que no tenía en origen. Aristóteles consideraba la tiranía una forma degenerada de la Monarquía.

El Senado elegía al mejor y éste era adoptado como hijo por el príncipe y asociado ya en vida a su gobierno.

Augusto instauró esta forma, al proclamarse hijo adoptivo de Julio César. Esta fórmula subsanaba las faltas de descendencia y servía al interés dinástico. El panegirista latino censura las adopciones en las que el adoptado no poseía más garantías de ser el mejor que un hijo de sangre. Plinio el Joven acepta mejor un mal príncipe de sangre que de adopción. El Senado en el caso de Trajano sólo corroboró una sucesión inevitable.

Los ciudadanos libres de época del principado estaban sometidos al padre de la patria, título que llevaba Trajano. La libertad de los senadores y la seguridad no eran contrarias. Para los senadores, tiranos como Nerón y Domiciano eran un peligro permanente. La seguridad pública era una garantía del Senado. Como Plinio el Joven puntualiza, los testamentos de los senadores van a respetarse y no se perseguirá a los senadores con procesos de lesa majestad. Todo esto se identifica con la libertad de los senadores. Plinio el Joven leyó el Panegírico ante los senadores. La seguridad de los senadores contribuye al bienestar del pueblo, por eso los repartos de alimentos y la cancelación de las deudas fiscales. El orador latino es contrario a que los libertos se encumbren. Opina que la inferioridad del liberto es señal de libertad. Esta idea repetida por Plinio el Joven es una idea senatorial. Estas últimas ideas de libertad, de seguridad y la teoría de la adopción no arrancan de tendencias filosóficas, sino de los intereses de los senadores, que querían conservar las apariencias de dignidad. Trajano guardó estas apariencias muy bien y se ajustó al programa del Panegírico.

Plinio el Joven y Dión coinciden en muchos puntos. Ambos asimilaron un tópico político cínico-estoico. Este tópico es netamente helenístico. La filosofía cínico-estoica trasplantó el modelo a Roma. La caricatura del tirano, como antítesis del buen rey, fue elaborada por la filosofía político-helenística y trasladada al mundo romano por Plinio el Joven y por Dión de Prusa. El principado no constituyó fácilmente un régimen de gobierno hereditario. La fórmula política fue la adopción imperial. La adopción de Trajano por Nerva era inevitable al ser Trajano el mejor. La libertad política no era distinta de la libertad jurídica. En el Panegírico, seguridad y libertad se presentan como sinónimos. Ambas son entendidas como situaciones de la clase senatorial. Para los senadores, la libertad se identificaba con su propia seguridad.

En la historia del cristianismo es importante la consulta que Plinio el Joven, siendo gobernador de Bithynia, hizo a su amigo Trajano. Confiesa que nunca ha presenciado un proceso contra los cristianos, y que desconoce qué es lo que debe investigarse y castigarse. Duda si hay que establecer distinciones por la edad; si se permite el arrepentimiento; si el nombre de cristiano debe castigarse, aunque no haya delitos. Informa al Emperador el procedimiento seguido. Cree que debe castigarse su tozudez e intransigencia inflexible. Se había publicado un libelo anónimo denunciando a muchas personas. Se podría dejar libres a los apóstatas. Toda la culpa consistía en reunirse ciertos días antes del alba para cantar himnos en coros a Cristo como Dios, y comprometerse a no robar ni a cometer adulterios, a no faltar a la palabra dada ni negar los préstamos. Plinio el Joven comunica al Emperador que ha prohibido las asociaciones según lo mandado. También informa al Emperador que ha dado tormento a dos esclavas que eran diaconisas del culto. No ha encontrado nada, sino una superstición sin razón ni medida. Indica que esta superstición se ha extendido por las ciudades y por los campos. Parece que se puede detener aún. Los templos, antes casi vacíos, han vuelto a ser frecuentados. Trajano contesta a su amigo que no puede establecerse una norma fija. No hay que buscar a los cristianos. Si son denunciados y convictos, hay que castigarlos. Los libelos anónimos carecen de valor. Es la primera vez que el poder estatal estableció las normas a seguir con los cristianos, que estuvieron vigentes hasta mediados del siglo iii. Con la persecución de Valeriano y de Galieno cambió el criterio.

En las cartas de Plinio el Joven se leen algunos datos muy importantes sobre Hispania. A finales del siglo i, Plinio el Joven defendió a los habitantes de la Bética en tres procesos contra Baebio Massa (Cartas, VI, 29, 8-9; VII, 33, 4-8), año 93; contra Mario Prisco, años 99-100 y contra Cecilio Classico, año 101 (Cartas, III, 4, 2-7; VI, 29, 8-9). Baebio Massa, un cónsul de la Bética, fue acusado del delito de concusión por Herennio Senecio, en colaboración con Plinio el Joven, nombrado por el Senado abogado de los hispanos. Fue condenado y se le confiscaron los bienes. Bebio Massa había sido procurador de África en el año 70. Fue delator bajo Domiciano y procónsul de la Bética. Herennio Senecio, originario de la Bética, fue cuestor de la Bética hacia el año 56. Fue asignado como abogado a Liciniano acusado de incesto en el año 93. Mario Prisco, natural de la Bética, fue procónsul de África. Fue también acusado de concusión. El Senado le impuso una multa grave y le desterró de Italia. Había sido nombrado cónsul en fecha desconocida. El tercer acusado por Plinio el Joven y por Lucceyo Albino fue Cecilio Classico (Cartas, III, 1, 1-22), originario de África. Había sido procónsul de la Bética, que gobernó de modo violento y arbitrario. Murió antes de la condena.

Lucceyo Albino era un retórico de fama. Ambos abogados probaron las acusaciones contra Cecilio Classico. La Bética continuó la acusación contra sus corruptos subalternos provinciales. La prueba principal aducida fue una carta de Cecilio Classico a su amante, en la que se jactaba de haber obtenido cuatro millones de sestercios y vendido como esclavos muchos béticos. El Senado adjudicó los bienes del acusado, ganados después de procónsul, a los habitantes de la Bética. Desterró cinco años a los cómplices, Bebio Prisco Probo, nacido en la Bética, y Fabio Hispano, también de origen bético. A Claudio Fusco, yerno político de Cecilio Classico, lo absolvió. Fueron absueltas la esposa y la hija de Cecilio Classico. Desterró para el resto de su vida a otros cómplices cuyos nombres son desconocidos.

Plinio el Joven (Cartas, I, 15, 3) reprocha a su amigo Septicio Claro que no haya ido a su casa, y que prefiriera otra donde se exhibían las bailarinas gaditanas, famosas en Roma por sus bailes indecentes (Marc., V, 78, 26; V, 71, 2; XIV, 20, 3; Ino., XI, 162).

Un gaditano (Cartas, II, 3, 8) viajó de Gadir a Roma para conocer a Tito Livio, lo que indica que hasta esta ciudad había llegado el prestigio del historiador romano.

Por otra carta (Cartas, II, 3, 4-7) se conoce a un hispano, C. Macrino Voconio Romano, famoso en Roma, a quien Plinio el Joven recomienda al legado de Pannonia, del 98 o del 99, L. Neracio Prisco. C.

Licinio Macrino Voconio Romano era originario de la Provincia Citerior, de buena familia. Caballero romano que desempeñó el cargo de sacerdote del culto imperial. Fue amigo de Plinio el Joven. Fue excelente abogado y escribía cartas en un excelente estilo. Plinio el Joven alaba su talento. Era de buen carácter. Larcio Licinio, legado propretor en la provincia tarraconense (Cartas, III, 5, 17) quiso obtener de Plinio el Viejo, entonces, año 73, siendo procurador de Augusto en Hispania, por la cantidad de 400.000 sestercios sus comentarios, aunque eran menos en número que después.

Plinio el Joven (Cartas, III, 21, 1-6) alaba las grandes cualidades de Marcial, y que los contemporáneos no le hayan premiado con bienes y con dinero.

En otra carta (Cartas, VI, 5) menciona de pasada a amigos de Hispania, y a Calestrio Tirón (Cartas, VII, 16, 3), que fue procónsul de la Bética en el 107. Fue uno de los amigos íntimos de Plinio el Joven; desempeñó el cargo de tribuno militar al mismo tiempo que Plinio el Joven, la cuestura con su amigo, el tribunado de la plebe un año antes que él, y la pretura.

El Panegírico de Trajano fue muy editado a partir del Renacimiento. Fue publicado por los mejores editores: Puteolanus, Catanaeus Aldus, Cuspinianus, Livineius, Lipsius, Arntz, y en el siglo xx: Bährens, 1910 y 1911; Müller, 1903; Kukula, 1908 y 1912; Durry, 1947; Schuster, 1952. En España, lo publicaron M. Olivar, 1932, y D’Ors, 1955, y algunas cartas, V. Blanco, 1951 y 1969.

 

Obras de ~: Panegírico de Trajano (año 100) [algunas ediciones: A. D’Ors, Plinio, el Joven. Panegírico de Trajano, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1955; L. Rusca y E. Faelli, Plinio il Giovane. Carteggio con Traiano (libro X). Panegírico a Traiano, Milán, Rizzoli, 2000]; Cartas (Epistulae) [algunas eds.: V. Blanco, Plinio, el Joven. Cartas. Libro I, Madrid, Instituto Antonio de Nebrija, 1951; W. Melmoth, Pliny. Letters, London, Cambridge, Massachusetts, W. Heinemann, Harvard University Press, 1961-1963; R. A. B. Mynors, C. Plini Caecili Secundi. Epistularum libri decem, Oxford, E. Typographeo Clarendoniano, 1968; V. Blanco, Plinio, el Joven. Cartas. Libro II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1969; M. Durry, Pline Le Jeune. Lettres, Paris, Les Belles Lettres, 1972; L. Rusca, Plinio il Giovane. Lettere ai familiari, Milán, Rizzoli, 2000].

 

Bibl.: A. M. Guillemin, Pline et la vie littéraire de son temps, Paris, Les Belles Lettres, 1929; V. A. Sirago, “La proprietà di Plinio il Giovane”, en Antiquité Classique, 26 (1957), págs. 40-58; P. Merlat, “Pline le Jeune, propriétaire foncier”, en Hommages à Leon Herrmann, Bruxelles, Latomus, 1960, págs. 522 y ss.; L. Vidman, Etudes sur la correspondence de Pline le Jeune avec Trajan, Prague, Rozpravy Ceskoslovenské Akademie, 1960 (reed. Rome, 1960); A. N. Sherwin-White, “Trajan’s replies to Pliny: autorship and necessity”, en Journal of Roman Studies, 52 (1962), págs. 114-125; R. Syme, “Pliny and the Dacian Wars”, en Latomus, 23 (1964), págs. 750-759; G. B. Ford, “The letters of Pliny the Younger as evidence of agrarian conditions in the Principate of Trajan”, en Helikon, 5 (1965), págs. 381-389; J. Gaudemet, “La jurisdiction provinciale d’après la correspondence entre Pline et Trajan”, en Revue Internationale des Droits de l’Antiquité, 11 (1965), págs. 335- 353; A. N. Sherwin-White, The letters of Pliny. A historical and social commentary, Oxford, Clarendon Press, 1966; L. Rusca, Plinio il Giovane attraverso le sue lettere, Como, Cairoli, 1967; B. Radice, “Pliny and the Panegyricus”, en Greece and Rome, 15 (1968), págs. 166-172; J. Martínez Gázquez, “La economía en los escritos de Plinio el Joven”, en Durius, 2 (1974), págs. 95-113; B. M. Levick, “Pliny in Bithynia”, en Greece and Rome, 26 (1979), págs. 121 y ss.; R. J. A. Talbert, “Pliny the Jounger as governor of Bithinia-Pontus”, en C. Deroux (ed.), Studies in latin literature and roman history, II, Bruxelles, Latomus, 1980, págs. 412-435; B. E. Thomasson, Laterculi praesidum, I, Göteborg, Editiones Radii, 1984, col. 247, n.º 31; R. Syme, “The dating of Pliny’s last letters”, en Classical Quarterly, 35 (1985), págs. 176-185 (=Roman Papers, 5, Oxford, Clarendon Press, 1988, págs. 252-277); G. Giovanini, “Pline et les délateurs de Domitian”, en G. Giovanini y D. van Berchen (eds.), Opposition et résistance à l’Empire d’Auguste à Trajan, Genève, Fondation Hardt, 1986, págs. 219- 240; E. Aubrion, “La Correspondance de Pline le Jeune: Problèmes et orientations actuelles de la recherche”, en Aufstieg und Niedergang der römischen Welt II. 33.1, Berlin-New York, Walter de Gruyter, 1989, págs. 304-374; W. Williams, Pliny: correspondence with Trajan from Bithynia (Epistles X), Warminster, Aris and Phillips, 1990; L. Vidman, Prosopographia Imperii Romani saec. i, ii, iii. Editio altera (PIR²), Pars VI, Berlin, Walter de Gruyter, 1998, págs. 204-209, n.º P 490.

 

José María Blázquez

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