Nerva. Marcus Cocceius Nerva. Narni (antes Narnia) (Italia), ¿8.XI.30? – Roma (Italia), ¿27?.I.98. Emperador de Roma.
Miembro de una antigua familia de senadores, Marcus Cocceius Nerva había nacido en la región italiana de Umbría, supuestamente el día 8 de noviembre del año 30 (Chronógrafo del año 354), aunque sobre el año puede dudarse entre 30 y 35 (Dión Cassio, 68, 4, 2). Su abuelo y homónimo, cónsul en el 24, fue un reputado jurista muy cercano al emperador Tiberio (14- 37), a quien acompañó a su retiro en Capri (Tácito, Annales, 6, 26, 1-2). Su tío abuelo, Lucius Cocceius Nerva, había participado en las negociaciones entre Marco Antonio y Octavio (el futuro emperador Augusto). Sus padres fueron Marcus Cocceius Nerva, un senador dedicado a la tarea judicial, y Sergia Plautilla, emparentada con los descendientes de Tiberio.
A lo largo de su carrera política, Nerva ocupó puestos de responsabilidad que le permitieron permanecer en Roma. Su promoción estuvo vinculada sobre todo con funciones judiciales y religiosas. Tuvo el mando honorífico de un escuadrón de caballeros (sevir equitum Romanorum). También fue prefecto de Roma nombrado para la celebración de las ferias latinas (praefectus Urbi feriarum Latinarum causa), luego cuestor (quaestor), hasta alcanzar la pretura en el año 66 (praetor designatus), todavía en el gobierno de Nerón (54-68). Su relación con la dinastía Julio-Claudia fue buena y parece que contribuyó, en alguna medida, a hacer fracasar la conspiración de Caius Calpurnius Piso contra Nerón el año 65. Además, recibió de este Monarca las condecoraciones propias del triunfo (ornamenta triumphalia y estatua). Los años siguientes los pasó ocupado en el desempeño de cargos religiosos, primero como Salius Palatinus (sacerdote del culto a Marte), luego como augur (sacerdote encargado de los presagios y la adivinación) y finalmente como Sodalis Augustalis (sacerdote del culto al divino Augusto).
Con la llegada de los Flavios al poder, estuvo muy cerca del emperador Vespasiano (69-79), con quien compartió el consulado en el 71, aportándole el apoyo de los más antiguos grupos senatoriales. A pesar de la mala relación de Domiciano (81-96; el último de los Flavios) con muchos senadores, no parece que este distanciamiento afectara a Nerva, a juzgar por el consulado que compartieron ambos en el año 90 (el segundo para el entonces senador). Probablemente el Emperador le debía el haber colaborado en desmontar la conspiración de Lucius Antonius Saturninus a comienzos del año anterior. Las fuentes dejan ver un distanciamiento entre Nerva y Domiciano en los últimos años del reinado de éste, como parte del clima de condenas de opositores al Monarca. Filóstrato (Vita Apollonii, 7, 8 y 11) afirmó que Nerva había sido exiliado a Tarento (Dión Cassio, 67, 15, 5), aunque quizá, como afirma Julian Bennett, sólo se trató de un breve exilio voluntario.
El día 8 de septiembre del año 96, el emperador Domiciano fue asesinado como resultado de una conjura. El mismo día se eligió como nuevo príncipe a Nerva, por entonces ya un hombre de edad avanzada (más de sesenta años). Los magnicidas ya tendrían preparado un candidato de consenso, que reunía las cualidades de senador de antigua y reconocida familia y hombre de avanzada edad y sin hijos, lo que permitía una solución transitoria. Sin embargo, su falta de experiencia militar y su escasa o nula relación con el Ejército dificultaron su aceptación por los sectores militares. Para calmar posibles reticencias, Nerva tuvo que aceptar la ejecución de los asesinos de su predecesor en el trono. El Monarca aceptó en su entorno a delatores de Domiciano (Plinio, Epístolas, 4, 22, 4), aunque también permitió volver a muchos exiliados por éste.
El reinado de Nerva inauguraba una nueva época que en la literatura posterior se transmitió como una reconciliación de libertas y Principado (Tácito, Agricola, 3, 1). En los aspectos formales, el nuevo príncipe fue cuidadoso. En lugar de alojarse en la residencia imperial de Palatino, destinó ésta al disfrute de la población y se instaló en la vivienda de los Jardines de Salustio (horti Sallustiani). Las acuñaciones monetales del reinado recordaban las virtudes augusteas, la asistencia social a la población, el reparto de alimentos (los congiaria), pero también la cuidadosa relación con el Ejército (a través de la leyenda concordia exercituum).
Nerva llevó a cabo algunas medidas de gran calado destinadas a proteger a los habitantes de Roma e Italia (Dión Cassio, 68, 2, 2-4). Estableció un sistema de reparto de alimentos para asegurar la nutrición de los hijos de las familias más desfavorecidas (los alimenta), que continuaría luego Trajano (98-117), como se sabe por Plinio, (Panegírico, 37, 6). Promulgó una ley para el reparto de tierras por valor de sesenta millones de sestercios, cuya organización encargó a una comisión de cinco senadores. Reorganizó el abastecimiento de trigo a la ciudad de Roma, con la construcción de nuevos graneros, y también de la llegada del agua a toda la ciudad. También impulsó el asentamiento de veteranos en colonias ya existentes y en otras nuevas. Las novedades legislativas afectaron también a la reducción fiscal sobre algunas herencias, la reducción del gasto público (Plinio, Epístolas, 10, 1, 9), la ayuda financiera a algunas ciudades, la prohibición de las castraciones y la restauración de los espectáculos de pantomima (prohibidos por Domiciano). Continuó las obras públicas iniciadas por su antecesor e inició otras nuevas que, debido a la brevedad de su reinado, se terminaron en época de Trajano. Tal es el caso del Forum Transitorium, las obras en el Circo Máximo o las reparaciones en la ciudad por las inundaciones del Tíber.
A finales de octubre del año 97, Nerva se vio obligado a adoptar a Marcus Ulpius Traianus, un hispano, hijo del prestigioso senador homónimo, con experiencia militar y apoyos entre los soldados (Dión Cassio, 68, 4, 1-2). No era el único candidato con esos apoyos, porque había también un misterioso personaje que se ha identificado con Cornelius Nigrinus Curiatius Maternus, un senador hispano de Edeta (Liria, Valencia), que habría tenido también la pretensión de convertirse en el sucesor de Nerva. La cuestión se resolvió cuando los pretorianos, dirigidos por su prefecto Casperius Aelianus, se subordinaron y reclamaron la candidatura de Trajano, por entonces gobernador de Germania Superior.
Nerva murió en Roma el 27 (?) de enero del año 98. Fue enterrado en el mausoleo de Augusto y divinizado. Había desempeñado el consulado cuatro veces, entre los años 71 y 98, y ostentaba el título Germanicus desde noviembre del 97. El poeta Marcial alabó su modestia y talento, denominándole “el Tíbulo de nuestro tiempo”, evocando el nombre del poeta latino para ensalzar las supuestas dotes literarias del Monarca (Marcial, Epigramas, 8, 70; también Plinio, Epístolas, 5, 3, 5). Las posteriores generaciones de romanos le recordaron como un príncipe prudente y justo (Eutropio, 8, 1, 1-2; Aurelio Víctor, 12, 3).
En Hispania la huella del breve gobierno de Nerva (96-98) se observa en algunos miliarios pero, al mismo tiempo, hay un número de textos honoríficos superior al que cabría esperar. Algunos de ellos le fueron dedicados en vida, como los de León, San Xoan de Camba (Orense) o Riotinto (Huelva), pero en Azuaga fue honrado a finales del gobierno de su sucesor, Trajano (98-117), en una fecha tan inexplicable como el año 115.
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María Pilar González-Conde