González de Azaola, Íñigo. Burgos, 1.VI.1779 – Manila (Filipinas), 7.XI.1850. Magistrado, administrador, político, agricultor.
Sus padres fueron D. Silvestre González y Fernández, oficial mayor de la administración de correos y postas de Burgos, natural de Lomas de Villamediana (Burgos), y Dª. Damiana de Azaola y Bolumburu, natural de Bilbao. Tuvo dos hermanos: Gregorio (nacido en 1776), famoso político, diputado, químico e ingeniero y Juan Pablo (nacido en 1780), cuya trayectoria posterior desconocemos. El padre ganó pleito de hidalguía por sí y por sus hijos en 1789. Dada la trayectoria de Íñigo y Gregorio, debieron recibir una esmerada educación que, al menos en el caso del primero, se vio reforzada con sendos cursos en Filosofía Moral y Teología de Melchor Cano, que cursó en la ciudad de Burgos. Posteriormente, en 1799, se licenció en Leyes por la Real Universidad Sancti Spiritus de Oñate.
A principios del siglo XIX trabó amistad con el famoso naturalista y explorador alemán Alexander von Humboldt, probablemente a través de los círculos eruditos e ilustrados en que se movían los hermanos Azaola, y con él zarpó rumbo a su famoso viaje por los territorios de la América hispana. Años después, cuando hospedó a los exploradores Elisha Kent Kane y Diedrick von Loë en su hacienda de Calauán, Azaola recordaría con ellos la experiencia de visitar los volcanes de México con Humboldt. En noviembre de 1803, Íñigo González de Azaola escribía desde La Habana que, estando presto Humboldt para pasar a Filadelfia, él se disponía a partir a Europa para publicar sus conclusiones sobre las muestras de “herbarios y colecciones recogidas en el Orinoco, costa de Caracas &c.” Sin embargo, la amenaza de guerra y la convulsa situación que se vivía en la Europa del momento le convencieron de que no era el mejor momento para regresar y decidió, en cambio, proseguir a las islas Filipinas, separándose de Humboldt. El 28 de febrero de 1804 escribía desde Acapulco poco antes de su marcha, explicando a su hermano Gregorio su frustración por no poder acompañar al célebre alemán, que había quedado en México.
La andadura política y administrativa de Azaola en las islas Filipinas comienza en el año de 1805, concretamente el 23 de abril, cuando fue nombrado agente fiscal de la Real Audiencia de Filipinas y su abogado de matrícula. A partir de entonces, favorecido por su amistad con el gobernador de las islas Filipinas, D. Mariano Fernández de Folgueras, su ascenso fue meteórico, asignándosele puestos de cada vez mayor capacidad que le otorgaron un peso significativo en la administración española de Filipinas, aunque su carrera, como se verá, no estuvo exenta de contratiempos. El 7 de diciembre de 1808 fue nombrado alcalde corregidor de la provincia de Tondo, a las afueras de Manila, cargo que desempeñó hasta el 30 de julio de 1813 en que cesó por su inminente nombramiento como diputado a Cortes por las islas Filipinas, para sustituir a D. Ventura de los Reyes, que entonces se hallaba en Cádiz.
El 3 de septiembre de 1814 se recibió noticia en Manila de que Azaola y los otros diputados electos, D. José de Vergara y D. Camilo de Pividal, habían llegado a París y se dirigían a España. Sin embargo, para entonces, Fernando VII había sido restaurado en el trono y con la abolición de la Constitución de 1812 y el retorno al absolutismo, el nombramiento de Azaola como diputado quedó anulado. Permaneció en España los dos años siguientes atendiendo a sus asuntos. Es posible que en la Península coincidiera con el anterior diputado y signatario de la Constitución de 1812, Ventura de los Reyes, pues a su regreso a Filipinas, González de Azaola casó, el 23 de junio de 1817, en Binondo, con Dª. Dolores de los Reyes y Monterroso (1799-h. 1840), hija de aquél y de su segunda esposa, Dª. Josefa de Monterroso.
El 10 de julio de 1817, Azaola recibió el puesto de alcalde mayor de Camarines, provincia al sureste de la ciudad de Manila, con sede en Nueva Cáceres (hoy Naga). Permaneció en Camarines hasta su nombramiento como juez de alzadas, el 13 de abril de 1823. Como tal, estaba encargado de las apelaciones suscitadas contra otros tribunales, aunque con la abolición del sistema constitucional, Azaola fue cesado el 1 de septiembre de 1824. Las autoridades filipinas habían previsto las mudanzas que se iban a dar con el cambio de régimen y unos días antes de su cese, el 21 de agosto, el gobernador y capitán general de las islas, D. Juan Antonio Martínez, le había nombrado asesor de rentas y del Superior Gobierno de Filipinas. El 23 de agosto de 1827 fue suspenso por un episodio que se relatará más adelante y del que fue absuelto. Finalmente, el 22 de marzo de 1828, a los 49 años, fue ascendido a magistrado y oidor de la Audiencia. Como tal, González de Azaola era uno de los cuatro jueces superiores a los que podían derivarse causas civiles y criminales en las islas Filipinas y era, por tanto, una de las personas con mayor poder jurídico en ellas. Con este cargo venían aparejados el tratamiento de excelentísimo señor y el título de consejero de su Majestad, preeminencias que se le guardaron tras su jubilación el 4 de septiembre de 1848. Acababa así su larga trayectoria profesional en las islas.
Parece que el carácter de Azaola, afable pero excéntrico, sus no siempre ortodoxas opiniones políticas y su éxito económico le granjearon enemigos en Manila. La raíz de los problemas se halló en un convite al que asistió en casa de James Strachan, comerciante inglés, en agosto de 1827, durante el cual, según parece, González Azaola profirió insultos al rey y a la monarquía. D. José Manuel Arizaga, nuevo oidor de la Audiencia, denunció a Azaola – según éste último por mera “saña” y con intención de medrar – por lo que fue preso y se inició un largo proceso contencioso en el que la defensa de D. Íñigo adujo que, en primer lugar, nunca se habían establecido con exactitud las palabras que éste supuestamente había dicho y, en segundo, que “dicho acusado estaba como otros, totalmente ebrio en cuyo triste estado le favorece la piedad de la ley”. Aunque fue absuelto en primera instancia, sus enemigos recurrieron varias veces, por lo que el asunto se alargó hasta 1837, año en que fue finalmente exonerado de toda culpa y pudo retomar su actividad como magistrado sin interrupciones.
Por otro lado, también estableció sólidas amistades a lo largo de su dilatada estancia en Filipinas. En un informe de 1819, fray Bernardo de la Concepción García (O.F.M.), obispo de Nueva Cáceres, había señalado su satisfacción con la labor de Azaola como corregidor de Tondo señalando que, no sólo había actuado en todas las causas con “la mayor integridad”, sino que, además, había luchado denodadamente por evitar los fraudes de los oficiales bajo su cargo, lo que le había granjeado el afecto de los naturales. Éstos habían llegado “a comprehender [...] que se portaba con ellos más como Padre que como Juez; vieron que limpió los Pueblos de Malébolos, que aumentó la agricultura, que abrió nuevas Calzadas y mejoró otras para la comunicación de los Pueblos con la Capital; y en suma veían que todos sus desvelos se dirijían a la felicidad de los pueblos del Corregimiento”.
Fue un apasionado de la agricultura y de la botánica, de ésta última hasta tal punto que el padre fray Manuel Blanco (O.S.A.), le dedicó el nombre de una especie filipina, la Azaola betis, en su célebre Flora de Filipinas (1837), quizás como agradecimiento por haber sido el mismo Azaola quien revisó y corrigió dicha obra. Junto a sus socios Domingo de Rojas y Antonio de Ayala, yerno del primero, Azaola compró y explotó la hacienda de Calauán, en la que experimentó con tecnología británica para incrementar la producción de azúcar y potenció el cultivo de café, ganando, en 1846, dos premios de 1.000 y 500 pesos respectivamente por la calidad de su producto. Promovió también la minería en aquellas regiones en las que tuvo influencia jurídica o política.
Tuvo cinco hijas nacidas en su matrimonio con Dolores de los Reyes: Nicolasa (1818-1852), casada en primeras nupcias con D. Ángel Viniegra, alcalde mayor de la Pampanga, y en segundas con D. Fernando de las Cagigas, relator de la Real Audiencia; María Dolores (1823-1856), que falleció soltera y sin hijos; Luisa (1824-c.1900), esposa en primeras nupcias de D. José de Oyanguren, conquistador de Dávao en Mindanao, y en segundas de D. José González y Brenes, comandante de Infantería; María Camila (1826-1858), también fallecida soltera y, finalmente, María de la Concepción (1833-1856), que casó con su cuñado Cagigas tras enviudar éste de Nicolasa.
Íñigo González de Azaola falleció en Manila el 7 de noviembre de 1850 y fue enterrado en el convento de san Agustín. Sus herederas vendieron su parte de la hacienda de Calauán a Rojas y Ayala, siendo ésta la base de la fortuna de Ayala y Compañía (hoy conocida como Ayala Corporation). Los informes elaborados durante la partición de bienes nos muestran un hombre con un interés enciclopédico que poseía una biblioteca con cientos de volúmenes en cuatro idiomas (castellano, latín, francés e inglés) que comprendían temas muy variados, desde obras ilustradas hasta obras teológicas, pasando por otros géneros como la poesía, la literatura, la botánica, la mineralogía, la geología, la historia política y la natural, etc. y autores de muy distinto cuño, de Montesquieu a William H. Prescott, pasando por otros como Ovidio, fray Luis de Granada, Cervantes o el mismo Humboldt con quien Azaola viajara por el mundo hispano en su juventud.
Fuentes y bibl.: Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Sala de Hijosdalgo, caja 1180, nº 29; Archivo Histórico de Protocolos de Guipúzcoa, Universidad Sancti Spiritus de Oñate, AU 1.234; Archivo General de la Administración, Ministerio de Hacienda, expediente 733; National Archives of the Philippines (NAP), Protocolos de la ciudad de Manila, varios notarios; NAP, Bienes de difuntos, 1851-1861, Autos de testamentaría de D. Íñigo González de Azaola; Archivo General de Indias, Filipinas, 509, R. I, nº 20.
Gazeta de Madrid, nº. 58, 20 de julio de 1804; M. Blanco, Flora de Filipinas: según el sistema sexual de Linneo, Manila, Imprenta de Sto. Tomás por D. Cándido López, 1837; S. de MAS, Informe sobre el estado de las Islas Filipinas en 1842, vol. II, Madrid, Imprenta de I. Sancha, 1843; G. Lafond, Voyages autour du monde et naufrages célèbres. Mers du Sud, de la Chine et archipels de l’Inde, París, Pourrat Frères, 1844; C. Wilkes y J. D. Dana, United States Exploring Expedition. During the Years 1838, 1839, 1840, 1841, 1842, Filadelfia, C. Sherman, 1849; M. Buzeta y F. Bravo, Diccionario geográfico, estadístico, histórico de las Islas Filipinas, vol. I, Madrid, Imprenta de José C. de la Peña, 1850; P. Proust de la Gironière, Aventures d’un gentilhomme Breton aux Iles Philippines, París, Lacroix-Comon, 1855; H. H. Behr, “An Adventure in the Philippine Islands, Part I: Chapters I-IV” y “An Adventure in the Philippine Islands, Part II: Chapters V-VI” en Appleton’s Journal, 11, 64 y 65 respect., (1881), págs. 339-347 y 385-395, respect.; B. Martínez, Apuntes históricos de la provincia agustiniana del Santísimo nombre de Jesús de Filipinas, Madrid, Hijos de G. Fuentenebro, 1909; V. Valdés Lakowsky, De las minas al mar: historia de la plata mexicana en Asia, 1565-1834, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1987; P. Ortiz Armengol, Pasyón filipina del hermano Pulé, Madrid, Otero Ediciones, 1992; L. P. R. Santiago, Laying the Foundations: Kapampangan Pioneers in the Philippine Church, 1592-2001, Ángeles (Filipinas), Juan D. Nepomuceno Center for Kapampangan Studies - Holy Angel University, 2002; D. Chapin, Exploring Other Worlds: Margaret Fox, Elisha Kent Kane, and the Antebellum Culture of Curiosity, Amherst - Boston, University of Massachusetts Press, 2004.
Gonzalo Velasco Berenguer