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Antonio Gallego Cañamero

Biografía

Gallego Cañamero, Antonio. Don Benito (Badajoz), 2.VI.1936 – 16.I.2013. Pintor.

Antonio Gallego Cañamero, excelente paisajista como Juan Tena Benítez, amigo y compañero, que gustaba  más del equilibrio entre tierras y cielos en sus paisajes, decía  de los de Tena:

“ … Yo me quedo con esa franja de tierra donde descansan los grandes espacios; ese pequeño palmo de tierra de amplias profundidades que Juan resuelve con gran sutileza y maestría. Él da vida al paisaje con delicados árboles que nacen con timidez ante la sequedad de la tierra; y a los canchos puntiagudos clavados en el suelo, vigilantes de los páramos donde las primeras luces iluminan sus salientes como crestas de los gallos que nos cantan y anuncian un nuevo día”.

Nacido en el seno de una familia humilde y numerosa en Don Benito el 2 de junio de 1936 Cañamero se formó inicialmente en la Escuela de Artes y Oficios de Don Benito con el pintor local Juan Aparicio Quintana. En 1954 se traslada a Madrid y asiste por poco tiempo a las clases de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, acude también para practicar el dibujo al Museo de Reproducciones Artísticas del Casón del Buen Retiro y poco después ingresa en  la Facultad de Bellas Artes de Madrid, donde obtuvo la licenciatura.

Después de veinticinco años en Madrid, casado y con tres hijas, regresa a Extremadura, se establece en Don Benito y se entrega por entero a la pintura del paisaje extremeño. Fue galardonado en numerosas ocasiones y recibió siempre los favores de la crítica artística.

Ha expuesto individualmente en numerosos lugares del país (Castellón, Valencia, Madrid, Córdoba, Santander, Bilbao, León, Jaén, San Sebastián, etc.), especialmente en Extremadura, y en algunas salas extranjeras: Cognac (Francia), Tokio, Caracas, Londres y Nueva York .

Cañamero ha desarrollado su capacidad de dibujante no sólo en la pintura sino en ilustraciones de revistas y libros, especialmente en publicaciones de Luis Álvarez Lencero. La producción pictórica de Cañamero se inicia con bodegones, a los que vuelve periódicamente, pasando por los retratos y las Tauromaquias, y siempre arribando en el paisaje, faceta fundamental de su pintura.

En sus cuadros de toros, si se excluyen los retratos, es donde únicamente incluye la figura humana: el picador, su caballo y el toro; la bravura de la bestia, la nobleza del equino y el esfuerzo por el dominio sobre ambos en escenas muy próximas, llenas de fuerzas, vigor y movimiento. Sin olvidar el asunto taurino, la personalidad del pintor destaca en el panorama de la pintura actual sobre todo por su interpretación del paisaje extremeño. Paisajes reales de La Serena o el Jerte, nevadas invernales, primaveras que irrumpen con los primeros brotes del cerezo o con los intensos amarillos de los campos de girasol, los ocres otoñales de las cepas podadas y, sobre todo, los estíos de dorados trigales, rastrojeras quemadas, mieses, surcos, llanuras infinitas atravesadas en todos los sentidos por lindes, bajo cielos grisáceos, enmarañados, premonitores de pasajeras tormentas veraniegas. Son las estaciones las que imponen los colores y éstos las que las definen de forma contundente.

A estos deliciosos y amables paisajes realistas, en los que dominan la soledad y el silencio, la tranquilidad y el sosiego, Cañamero contrapone el paisaje imaginado, duro, onírico, donde la desolación y la degradación por la acción humana resultan inquietantes, la huella destructora del hombre acaba con todo signo de belleza natural, la contaminación ambiental y la degradación de la naturaleza convierte la belleza inicial heredada en espacios dantescos inhabitables. La síntesis es  una denuncia ecológica, un aviso de lo que  tenemos y de lo que podemos destruir con nuestras incontroladas actuaciones.

Cañamero se muestra en ocasiones, sobre todo en sus paisajes naturales y amables, como un neo-regionalista que difunde los valores de su tierra extremeña; pero, en otras, como un onírico surrealista denunciante de una naturaleza destruida por la acción humana, así en Desolación 1988, Perro vagabundo 1986, Playa abandonada 1994, etc.

Todos sus paisajes se resuelven con un esquema muy personal y equilibrado: la tierra, en toda su belleza o degradación, la línea del horizonte muy alta, creando unas perspectivas infinitas, y el cielo, puro o apocalíptico, que se une a la tierra en esos horizontes lejanos. Es el color, la fuerza del dibujo, la textura y las perspectivas quienes definen realmente la obra, más que la luminosidad uniforme. Sin embargo, el de Don Benito no es un pintor colorista; su paleta, lejos de estridencias cromáticas, es sobria en colores pero rica en tonalidades, así, los amarillos, los ocres o los pardos forman un abanico tonal de su gama cálida.

Obras de ~: Autorretrato, 2008; Toro, 1968; Perro vagabundo, 1986; Otoño en Jerte,1992; Invierno, 1993; Atardecer, 1996 ; Después de la cosecha, 1998; Tierras quemadas, 1998;  Pacas, 2001; Trigales II,  2004; Arrozal,  2006; Viñedos,  2007; Primavera, 2007.

Bibl.: J. J. Cano Ramos, Cañamero. Cuatro Décadas de un pintor, cat. exp. Don Benito, Ayuntamiento de Don Benito. 1998; A. M. Castaño Fernández, y J. J. Cano Ramos, Paisajes hechos y paisajes geométricos, cat. exp., Don Benito, Ayuntamiento de Don Benito. 1998; VV. AA., Cañamero, cat. exp., Badajoz, Editora Regional de Extremadura. Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, 1999. VV. AA., Cañamero. El hombre, el artista, Badajoz, Fundación Caja Badajoz, 2000; R. Hernández Nieves, Catálogo de pinturas del Museo de Bellas Artes de Badajoz, Badajoz, Museo de Bellas Artes, 2003; Antonio Gallego Cañamero, cat. exp., Badajoz, Diputación de Badajoz, Museo de Bellas Artes de Badajoz, 2008; Guía del Museo de Bellas Artes de Badajoz, Badajoz, Museo de Bellas Artes, 2014, págs. 152-153.

Román Hernández Nieves