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Juan Fernández Cañas

Biografía

Fernández Cañas, Juan. Alcalde Caridad, Tío Caridad. Gabia (Granada), 1769 – Almuñécar (Granada), 6.III.1815. Alcalde de Otívar, guerrillero de la Guerra de la Independencia.

Poco o nada se sabe de su niñez ni de su juventud, sólo que nació en Gabia, pequeño pueblo de la vega y provincia de Granada, posiblemente hijo de labradores, sin que se conozca la fecha exacta, para la que sólo se dispone de la referencia de que, en su época de alcalde, debía de tener unos cuarenta años.

Sin que se conozca la razón, apareció en Otívar, donde contrajo matrimonio con María Pérez, con quien tuvo un hijo y una hija, de los que, como de sus nietos, nada se sabe, hasta llegar a su biznieto, maestro de escuela de Lentejí, pueblo cercano a Otívar, Eduardo Ligero Fernández, quien, en cierta ocasión, fue a ver al presidente de la Diputación de Granada, Natalio Rivas Santiago, para exponerle que llevaba largos meses sin cobrar su exigua, aunque merecida, paga.

Resuelto su problema, volvió el agradecido maestro a visitar a Natalio Rivas, a quien regaló dos libretas manuscritas: una de ellas contenía las operaciones llevadas a cabo por su bisabuelo Juan Fernández Cañas, y la otra, firmas, justificantes, sellos y avales de las autoridades de las localidades en las que los hechos narrados habían tenido lugar, con lo que demostraban su veracidad.

Las libretas estaban manuscritas por el leal lugarteniente de Fernández Cañas, José Guerrero, más diestro en la escritura que aquél, de quien se decía que, si bien aprendió a leer y escribir en la escuela, el hecho de no haberlo practicado le hizo casi olvidarlo hasta en los casos más necesarios.

De Otívar, al suroeste de la provincia de Granada y cercano al puerto de Almuñécar, parte una peligrosa carretera de montaña, ya existente en aquellos tiempos, que lleva desde la costa hasta el conocido puerto de El Suspiro del Moro, carretera hoy, y en aquellos tiempos camino utilizado como vía comercial, pues, aun siendo la más peligrosa, era la más directa para llegar a Granada.

Se empieza a saber algo de Juan Fernández cuando es alcalde de Otívar, ya entrado en años, con una cultura de lo más elemental, pero de quien decían sus vecinos que “su talento era clarísimo; sus advertencias y consejos, buscados por sus convecinos, eran tan atinados y discretos que con ellos evitaba y dirimía muchas veces litigios y diferencias familiares que, sin su prudente intervención, habrían degenerado en conflictos insolubles.” Era hombre de costumbres sencillas, al que no se le conocía ningún vicio; su trabajo y la caza, en la que se le consideró un maestro, en unión de su familia, eran las únicas preocupaciones de su quehacer diario. Creyente convencido y defensor de la Iglesia católica, sin más ideas políticas que el bien de su patria, supo darle cuanto tenía, cuando ella se lo demandó.

El hecho de que las primeras noticias llegadas a Granada procedentes de Madrid, si bien de la Junta Central, calificaban los graves sucesos del 2 de mayo de 1808 de “simples alborotos”, unido a que Otívar no tenía comunicación oficial con Granada más que una vez al mes, en el mejor de los casos, hizo que Juan Fernández no conociera el alcance de la situación, hasta que —ocupada Granada por el general Sebastiani el 29 de enero de 1810 y Almuñécar por tropas procedentes de Málaga el 25 de mayo— recibió una comunicación del comandante militar de su zona, convocando a los alcaldes de los pueblos cercanos a Almuñécar a una reunión que se celebraría en la iglesia del pueblo.

En dicha reunión, tras las correspondientes amenazas, propias del orgulloso invasor, se les exige que al día siguiente hagan una entrega de 1.000 reales por cada pueblo y de todas las armas que tuvieran los habitantes.

Indignado, Fernández Cañas vuelve al pueblo y, tras decidirse a la entrega del dinero, se niega a la de las armas, que, una vez recogidas, esconde en una cueva de la sierra. Ante este hecho, recibe un nuevo aviso para que entregue las armas y otra aportación más, de 5.000 reales en este caso, a lo que responde quemando el escrito y despachando de mala manera a los emisarios, lo que trae consigo el tener que abandonar rápidamente su hogar y su familia y lanzarse al monte.

Tras reunir una pequeña partida de catorce amigos, sale de la ciudad y, al tener noticias de que, en Alhama de Granada Luis Negro se encontraba en similares condiciones, se une a él para tomar parte en un encuentro victorioso contra los franceses. Sin embargo, al no gustarle la forma de actuar de Negro, decide volverse a su tierra con sus hombres.

Actúan en la costa desde Nerja hasta el límite con Almería y consiguen numerosos éxitos que, además de proporcionarles abundante material de boca y de guerra, hacen que su nombre corra de pueblo en pueblo, infundiendo progresivamente, entre las tropas francesas, recelo y terror, hasta el punto de que los oficiales se niegan a salir con sus unidades para combatirlos.

Este hecho es causa de arrestos y pérdidas de mando en las unidades, que llegan a la vergüenza de tener que sortear entre los jefes las salidas al campo.

Fernández Cañas ocupa por la fuerza y, en ocasiones, hasta con argucias, los castillos de Nerja, Almuñécar y Salobreña, y domina totalmente la costa hasta Motril, donde obliga al general francés Werlé a retirarse a Granada, para no volver a la zona.

Se atreve incluso a luchar en campo abierto, saliendo victorioso en dos ocasiones en la zona de El Padul o de “El Paul”, como se denomina en sus libretas.

En cierta ocasión, una unidad francesa, escoltada por ciento cincuenta jinetes, se aventura a cruzar por carretera hacia Granada, llevando a un importante personaje a la capital. Fernández Cañas cae sobre ella con su partida; mata a veinte soldados, hace otros tantos prisioneros y consigue que el resto de la unidad, les hace huir por donde y como pueden. El personaje escoltado por esa unidad es la mujer del general Sebastiani, gobernador militar de Granada, quien intenta negociar su devolución. Fernández Cañas la envía con su equipaje a Granada y comunica al general que ellos no negocian con mujeres ni con niños, sino que combaten con soldados.

Sin embargo, endiosados por sus éxitos y no queriendo dar al ejército francés la categoría que le correspondía, en una nueva acción en El Padul son seriamente derrotados, perdiendo casi doscientos hombres, entre ellos a Juan Fernández, a quien, malherido y por la noche, consiguen evacuar sus guerrilleros, retirándolo a Almuñécar, pero, perseguidos de cerca por los franceses, han de llevarlo a una cueva en la sierra.

Con más de quince heridas, algunas prácticamente mortales, han de abandonarlo solo, sin compañeros, sin familiares, sin comida, sin agua ni medicinas. Se cura milagrosamente y se incorpora de nuevo a su partida, que le recibe con la mayor alegría, devolviéndole el mando su segundo, quien en su ausencia había seguido sus normas y cosechado nuevos éxitos.

Para legalizar sus actuaciones ante la superioridad, ha de marchar a Cádiz, teniéndolo que hacer por mar.

Allí plantea su situación y consigue, tras varias incidencias y conversaciones, que el Gobierno provisional le reconozca el empleo de coronel del Ejército.

Sin otros hechos de valor, llega a la provincia de Almería y se pasea por las Alpujarras hasta octubre de 1812, en que el general Soult se retira definitivamente de Granada.

Quien fuera conocido como Alcalde Caridad o Tío Caridad, agotado físicamente, desengañado en el aspecto moral por las intrigas políticas posteriores a la guerra y terminada su campaña en enero de 1812, se retira a Almuñécar, donde muere el 6 de marzo de 1815, debido, al parecer, a una apoplejía, causada por el desaire que le infligió un oficial profesional del Ejército español.

 

Bibl.: P. A. de Alarcón, La Alpujarra: sesenta leguas á caballo precedidas de seis en diligencia, Madrid, Imprenta y Librería de Miguel Guijarro, 1874; N. Rivas Santiago, El Alcalde de Otivar, héroe de la guerra de la Independencia (discurso en su recepción pública y contestación del Excmo. Sr. D. Bernardino de Melgar y Abreu, Marqués de San Juan de Piedras Albas, el día 29 de junio de 1940), Madrid, Real Academia de la Historia, 1940; A. Martínez Ruiz, El Reino de Granada en la Guerra de la Independencia, Granada, Diputación Provincial, 1977.

 

Santiago Fajardo Gómez de Travecedo