Granada-Venegas, Alonso. Almería, f. s. XV – Granada, II.1534. Noble y militar.
Miembro de la Casa Real Nazarí, era hijo del príncipe Cidi Yaḥyā Alnayar (Pedro de Granada), gobernador y alcaide de Almería, y de Ceti Meriem Bannigas (María Venegas), y nieto, por tanto, del infante Aben Celín al-Naŷŷar (hijo del rey Yūsuf IV). Vivió con su padre en la ciudad de Almería, desde donde fue testigo directo del complicado juego de pactos que realizó para la entrega del territorio almeriense a los castellanos. A imitación de su progenitor, se bautizó en fecha muy temprana, en concreto en el real de Almería el 25 de diciembre de 1489, con el nombre de Alonso Granada-Venegas, recibiendo por esta acción importantes mercedes reales. Según el cronista Hernando del Pulgar, “[...] era alto de cuerpo, de buena proporción, de miembros tan fuertes que mostraban su gran fortaleza, y la barba de color traheña [rojiza], de muy grave y apacible presencia, que mostraba su linaje real”. Sus piedras armeras fueron cinco granadas en campo de azur y la leyenda en legua árabe “No hay vencedor sino Dios”, lema heráldico de la Casa Real Nasrí.
Don Alonso participó en la Guerra de Granada en el frente de Marchena, taha alpujarreña de influencia familiar que fue invadida por Boabdil en 1490, salvo su fortaleza de Marchena, donde ampararon a El Zagal.
Poco después ayudaría militarmente al exsultán a recuperar su señorío del Andarax, participando también en el aplastamiento de la revuelta alpujarreña de aquel año, cuando, junto a su padre, levantó un ejército que reprimió a los rebeldes, acantonados en Adra. Mientras que su progenitor desplazaba un contingente por tierra, él dirigió una flota de barcos que, con gallardetes berberiscos, logró engañar a los sublevados el 21 de agosto. Descuidados en la playa abderitana, esperando los ficticios refuerzos, don Alonso pasó a cuchillo a los alpujarreños y, en señal de la victoria, les arrebató el gallardete rojo que enarbolaban.
Con posterioridad pasaría al cerco de Granada, en donde también se distinguiría en una acción en la Vega, donde igualmente ganó siete banderas a los enemigos. Por ambas acciones, los monarcas, desde Zaragoza, le hicieron merced en septiembre de 1492 de incluir en su escudo de armas sendos trofeos.
A finales del siglo XV, con motivo de la política asimilatoria del cardenal Cisneros, nuevamente colaboró en el diálogo con los mudéjares para la conversión.
Sus favores fueron recompensados el 28 de diciembre de 1499 con su nombramiento como caballero veinticuatro de Granada. Posteriormente intervino en la pacificación de los mudéjares sublevados en el Albaicín y en la nueva revuelta alpujarreña, recibiendo el 20 de octubre de 1501 el alguacilazgo mayor de Granada, fecha en la que trasladó su residencia a esta ciudad. Entre las gracias regias que le concedieron los soberanos estaba el hábito de caballero de Santiago, así como llevar, para su guarda y honra, veinte hombres armados.
A la muerte de su padre, acaecida en 1504, heredó sus cuantiosos bienes, compuestos por miles de fanegas de tierra, caudal que fue aumentando fruto de su constante colaboracionismo con la Corona. Por ejemplo, en 1515 disfrutaba de un juro sobre la renta de la carne y el vino de Córdoba con una renta de 100.000 maravedís de quitación anual. Gracias a su abundante numerario iría comprando tierras en torno a Campotéjar y Jayena, villas granadinas que con los años sus descendientes disfrutarían como señorío. Su prestigio social no sólo provenía por ascendencia social y económica sino que se debía también a su habilidad dialogante con la minoría morisca. Su alta alcurnia le permitió encabezar la delegación de la nobleza granadina que realizó los actos de salutación al Emperador en 1525, durante su visita a la ciudad con motivo de la luna de miel que siguió a la boda con Isabel de Portugal.
En 1509 asistió con el cardenal Cisneros a la toma de Orán como capitán de un cuerpo de ejército, aunque, por su rango e importancia en un reino tan cargado de población morisca, fue imprescindible y frecuentemente recurrente del capitán general de Granada, convirtiéndose en el personaje político más importante del reino. De la estrecha relación que mantuvo con los Hurtado de Mendoza, da cuenta que llegó a constituirse una amistad verdadera, tanto que en su correspondencia el II conde de Tendilla llegó a decir de don Alonso “[...] que agora lo tengo por hijo”. Esta confianza se mostraría, palpablemente, cuando a la muerte del rey Fernando, con motivo de la creación de la flota para la defensa de las costas granadinas, Granada-Venegas fue nombrado en 1516 capitán de la armada. En este cargo se enfrentó al rey de Argel en el mar, consiguiendo quemarle la carraca negrona.
Al lado de la familia Mendoza, asistiría a las principales acciones castrenses que organizó la capitanía en su época. Entre ellas destacaron dos: en el verano de 1521, acompañando a Antonio de Mendoza, hermano del marqués de Mondéjar, al aquietamiento de la revuelta comunera de Lorca. Y, en 1525, cuando salió del puerto de Málaga en la flota de setenta barcos que dirigía el propio capitán general del reino, para combatir en el peñón de Vélez de Gomera.
Con facultad real desde el 10 de marzo de 1525, en 1533 fundó mayorazgo para su linaje, en el que incluía las cuantiosas tierras de Campotéjar y Jayena, así como infinidad de bienes repartidos por diferentes villas de la Vega, juros y rentas. Casó en primeras nupcias con Juana de Mendoza, hija del mayordomo de los Reyes Católicos, Francisco Hurtado de Mendoza, y, por tanto, sobrina del cardenal Pedro González de Mendoza. Fueron padrinos de este enlace los soberanos, quienes les entregaron en dote 1.000.000 de maravedís, mientras que el tío de los novios, el cardenal, les obsequió con 300.000 maravedís.
Don Alonso casó en segundas nupcias con María de Quesada, hija de los señores de Garcíez.
Fue enterrado en la capilla familiar de San Pedro, de la iglesia del Sagrario de la catedral de Granada, donde estaba sepultado su padre. Entre sus hijos destacan los siguientes: Pedro de Granada-Venegas, mayorazgo de su casa; Leonor Venegas, mujer, desde 1550, de Luis Maza, alguacil mayor de la Chancillería y caballero veinticuatro de Granada. Y, por último, García de Granada Venegas, caballero veinticuatro de Granada, casado con Guiomar Alarcón, hija de Francisco Zafra de Alarcón, alcaide de Mondújar y caballero veinticuatro de la ciudad, y, por tanto, sobrina del secretario de los Reyes, Hernando de Zafra, así como pariente del conde de Tendilla. Su descendencia constituiría una rama propia, los Granada-Alarcón.
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Valeriano Sánchez Ramos