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Julián Casas

Biografía

Casas, Julián. El Salamanquino. Béjar (Salamanca), 16.II.1818 – 14.VIII.1882. Torero.

Procedente de una familia adinerada (su padre era militar y su madre descendía de fabricantes de posición acomodada), nada hacía presagiar que acabaría siendo torero. Comenzó estudios de humanidades en Salamanca, pero la pronta muerte de su padre, primero, y de su madre, unos años después, le dieron una mayor libertad para frecuentar a los torerillos que acudían a las ganaderías salmantinas.

Con un torero apodado El Fraile viajó por varias provincias castellanas. Afirma Cossío que su toreo era entonces, “anárquico, sin precisión y método”, como no podía ser de otra manera en un joven que aún no había aprendido los rudimentos del arte de torear. A partir de 1839, frecuentó la plaza de Madrid, como banderillero y como medio espada, al principio en carteles de poca importancia. En una época en la que el toreo no estaba perfectamente reglado, El Salamanquino alternaba esos contratos con otros en los que participaba como matador, posiblemente sin haber tomado todavía la alternativa. Hay confusión respecto a la fecha de su doctorado, aunque suele darse por válido el año 1847, ceremonia en la que participó Manuel Díaz, Lavi. En 1848 toreó en Madrid junto a Cúchares, siendo ya entonces Julián Casas uno de los toreros predilectos de la afición de la capital. Las siguientes temporadas fueron lucidas para el diestro salmantino, aupándose a la primera fila (pero sin llegar a ser figura) del toreo, tanto en contratos como en exigencias a los empresarios. El 24 de septiembre de 1856 se escribió en la revista El Criterio: “Si Julián Casas consiguiera que su cabeza mandara al corazón, sería un gran torero, porque tiene más facultades que nadie”. En 1868 participó en varios festejos en el Perú. A su regreso a España en 1869 compró tierras y una ganadería en Béjar, y se dice que en algunas corridas hizo de empresario y de torero al mismo tiempo. Poco después, se retiró de los ruedos; si bien, en 1878, con ocasión de las bodas del rey Alfonso XII con Mercedes de Orleans, le invitaron a participar en las corridas regias que se organizaron en honor de los monarcas. Ya sexagenario, toreó El Salamanquino el 25 de enero, pero, muy mermado de facultades, aunque lleno de coraje y gallardía, no pudo matar su toro, lo que le provocó una gran contrariedad en su amor propio. No volvió a vestirse de luces el diestro que pasa por ser el primer matador salmantino de la historia.

No fue una gran figura Julián Casas, y en su trayectoria sin duda le favoreció, dada su condición de castellano, el apoyo incondicional de la afición y de la prensa de Madrid frente a las grandes figuras andaluzas de la época: Paquiro, El Chiclareno y Cúchares a la cabeza; no obstante, fue un torero valiente, intuitivo, inteligente y de gran fortaleza física, que compitió con las figuras sin desmerecer.

 

Bibl.: J. Sánchez de Neira, El Toreo. Gran diccionario tauromáquico, Madrid, Imprenta de Miguel Guijarro, 1879 (reed. Madrid, Turner, 1988); J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. III, Madrid, Espasa Calpe, 1943; N. Luján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1954; F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989; D. Tapia, Historia del toreo, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1992; C.-M. Pereletegui, Toreros de Salamanca: desde Julián Casas “El Salamanquino” hasta la Escuela de Tauromaquia, Salamanca, Librería Cervantes, 1993; F. Hernández Girbal, Un torero bejarano, Julián Casas “El Salamanquino” (discurso de ingreso en el Centro de Estudios Bejaranos [...] contestado por Juan Belén Cela Martín), Béjar, Centro de Estudios Bejaranos, 1994.

 

José Luis Ramón Carrión

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