Ayuda

Antonio Carmona Luque

Imagen
Biografía

Carmona Luque, Antonio. Gordito. Sevilla, 19.IV.1834 o 1838 – 30.VIII.1920. Torero.

Dos años proponen los historiadores del toreo como probable fecha de nacimiento del Gordito: Velázquez y Sánchez (al que sigue, entre otros, Don Ventura) facilita el año 1838, mientras que Carlos Olmedo pu­blicó en 1898, en la revista Sol y Sombra, un artículo inspirado por el propio torero quien aseguraba que había nacido en 1834. Este mismo autor, sin em­bargo, señala que en 1848 tenía doce años, lo que, como indica Cossío, “no conviene a ninguna de las dos fechas en litigio”. El propio Cossío inserta una breve pero muy significativa carta de Guillén Sotelo (el Bachiller González de Ribera) a Bruno del Amo (Recortes), que dice: “No tengo noticias exactas del Gordo, pues la mayoría de las biografías que conozco se contradicen de un modo diametral [...]. Lo que dice Neira es una serie de disparates, y las efemérides de Vázquez, como usted habrá visto, se contradicen de un modo lamentable. De este diestro es muy difí­cil hacer una biografía, pues son una madeja enredada los datos que hay”.

Antonio Carmona nació en el barrio de San Ber­nardo, de Sevilla, y era hermano de los matadores de toros José y Manuel Carmona, ambos apodados Pa­nadero, por ser su padre vendedor de pan en Sevilla. Diestro muy precoz, con ocho años Antonio ya toreaba los animales que llegaban al matadero, que se encontraba situado muy cerca de su casa. Cuando Gordito tenía diez años, su hermano José se incorporó como banderillero a las cuadrillas del Barbero, Lucas Blanco y la Santera, mientras que Manuel recorría las capeas de los pueblos. En 1848 lidió un becerro en la plaza de Sevilla y en 1854 viajó con Manuel Trigo a Lisboa, ciudad en la que, según Don Ventura, apren­dió a hacer los quiebros en el tercio de banderillas, que luego tanta fama habían de darle.

En 1857, según don Ventura, entró a formar parte de la cuadrilla de su hermano José, con quien actuó en Madrid. Cossío dice que fue en calidad de “ex­cedente, llamando la atención de los espectadores la audacia y la destreza con que ejecutaba la suerte de banderillas, sobre todo en la especialidad del sesgo y los pares a topa carnero”. López Izquierdo corrobora la celebración de esos festejos: José Carmona Pana­dero toreó en Madrid los días 13, 20 y 27 de abril, y 4, 11 y 25 de mayo (el 18 no pudo hacerlo por encontrarse indispuesto), alternando con Cayetano Sanz, Lavi y Cúchares, en las diferentes corridas, aun­que nada dice este autor de la más que probable par­ticipación del Gordito.

Cossío ofrece una fecha fundamental en la historia del toreo: el 19 de abril de 1858. En ese día el Gor­dito practicó por primera vez el quiebro, esperando al toro a pie firme y cuerpo limpio. Don Ventura, que sólo consigna el mes y el año, asegura que la suerte no era original, pues se había practicado durante el si­glo xviii, pero que “pareció de nueva creación por ser desconocida de los aficionados de entonces”. Y añade que se “produjo un entusiasmo delirante”, aunque no todos encajaron bien la novedad, pues según Cossío, el diestro Pepete dijo cuando vio a Gordito hacer los quiebros a cuerpo limpio: “Eso ya no es torear, sino hacer títeres con los toros”.

Añade don Ventura: “Su popularidad a partir de entonces fue inmensa; lo buscaban de todas partes; lo anunciaban en los carteles con letras más grandes que a los matadores; cobraba por su trabajo más dinero que los espadas con quienes toreaba, y al contratarle exigía a las Empresas el ajuste de sus hermanos José y Manuel como estoqueadores”.

Siguió Gordito banderilleando a los toros con gran éxito en esa temporada del 58 y las siguientes, todavía como subalterno, añadiendo nuevas dificultades; en ocasiones tenía a otro torero tumbado entre los pies, o banderilleaba citando en silla, o incluso, dice Cossío, se metía dentro “de un aro de media vara, haciendo el cambio [en realidad, un quiebro] sin sacar más de un pie, pero al rematar la suerte estaba dentro de él”, o, en el colmo de lo imposible, banderilleaba con los pies amarrados. Cossío deja claro que, aunque la fama la adquirió con sus quiebros, “en la brega, por su in­teligencia y soltura, era extraordinario, y poniendo banderillas en todas las formas conocidas resultaba inimitable”.

Asegura Cossío que el 20 de junio de 1861 rea­lizó el quiebro por primera vez en Madrid. López Izquierdo, que casi nunca reseña los nombres de los banderilleros, anota ese día: “Dice La Iberia que ca­yeron catorce caballos, que la corrida fue animada y que triunfó Antonio Carmona (el Gordito) como banderillero”. Los toros, de Vicente Martínez, fueron picados por José Sevilla (además de por uno nuevo y tres reservas, que nombra) y estoqueados por Caye­tano Sanz y José y Manuel Carmona Panadero. El crítico Carmona Jiménez describió así la actuación del Gordito en el Boletín de Loterías y Toros: “Ape­nas hecha la señal de banderillas, cogió una silla y se fue al toro. Antes de ponerse en suerte y, por consi­guiente, de sentarse, le acometió, librándose de él por medio de un pase con la misma silla, que le valió un aplauso. Sentado, en fin, citó al bicho, el que arrancó por el lado contrario al que le citaba el diestro, y tan rápidamente, que le obligó a colocar las banderillas algo bajas por tener que salir del embroque con mu­cho brío para no ser cogido, pero que no fue obstá­culo a que sonase un estrepitoso palmoteo, porque casi no es posible explicar cuándo colocó los palos ni por dónde se marchó el diestro. Vuelto a sentarse en ella, dejando colgada la montera al lado derecho de la misma, que es adonde se inclina para llamar al bi­cho, y ya más aplomado el toro, fuése acercando paso a paso, arrastrándose en la silla con notable tranqui­lidad hasta quedar a unas tres varas del toro; una vez allí le alegró hasta que arrancó a él, y haciendo un cambio y dejando colocado en el morrillo un exce­lente par de banderillas, se libró del hachazo, que todo le aguantó la silla, rompiéndose en mil pedazos. Frenéticos y entusiastas aplausos resonaron por toda la plaza, y eso que no puede aplaudirse en el mo­mento por ser suerte que aterra”.

Fue tal el entusiasmo que repitieron los tres herma­nos Carmona el lunes 24 de junio, junto a El Sala­manquino y Cayetano Sanz (según Cossío, aunque López Izquierdo afirma que no toreó Sanz), con to­ros de Joaquín Mazpule, de Madrid, y con el nom­bre del Gordito destacado en el cartel. Sin sus her­manos, Antonio Carmona toreó otra corrida más, el domingo 30, con El Salamanquino, Sanz y El Tato. Volvieron a anunciarse en la plaza de Madrid los tres Panaderos en los días 26 de agosto, y 8, 15 y 29 de septiembre, si bien en la última corrida José y Anto­nio no pudieron torear debido a que se encontraban enfermos.

Añade Cossío que el 26 de agosto de ese mismo año 1861, José Carmona le cedió un toro al Gor­dito en Madrid, sin que ese acto deba consignarse como toma de alternativa, pues tanto Don Ven­tura como el propio Cossío señalan que ésta tuvo lugar en Córdoba el 8 de junio de 1862, a manos de su hermano José y con toros de Romero Balma­seda. Cúchares, en compañía de El Tato, se la con­firmó en Madrid el 5 de abril de 1863, con toros de Gala Ortiz y Miura. En esa temporada, y casi siem­pre con los mismos compañeros, Gordito toreó otras diecinueve corridas más en Madrid. Además, actuó en Sevilla, Granada y otras muchas plazas. Los años siguientes fueron temporadas de gran rivalidad con El Tato, provocada por Antonio Carmona, y luego azuzada desde los periódicos madrileños y sevillanos, y vivida con pasión por los aficionados. El 12 de julio de 1868 (según Cossío fue el 1.º, pero ese día no hubo toros en Madrid), el Gordito, alternando con El Tato y Frascuelo, tuvo una pésima actuación en la plaza de la capital de España, descompuesto en parte por el desagradable comportamiento de los partidarios de El Tato. A consecuencia de su fracaso con el quinto toro, le fue rescindido el contrato en el abono madrileño. Sobre esta competencia dice Don Ventura “que como torero era superior al Tato, no ofrece discusión, y nadie puede negarle el título de «maestro»”.

En 1870 le surgió a Antonio Carmona una nueva rivalidad, en esta ocasión con el joven Lagartijo, que había sido su banderillero desde 1862 a 1865. Cuenta Cossío que Antonio Carmona no siempre estuvo ele­gante con su antiguo subalterno, siendo por ello increpado por el público y reprendido por el presidente de la plaza de Cádiz. Toreando con Lagartijo obtuvo un gran triunfo en Jerez de la Frontera el 11 de agosto de 1872. Regresó sin suerte a Madrid en 1875, por lo que de nuevo fue separado del abono y sustituido por Frascuelo, a lo que promovió Carmona un “rui­doso litigio judicial”. Los años siguientes fueron de altibajos, aunque en torno a 1880 asegura Cossío que vivió una nueva época de esplendor, hasta reti­rarse en 1889. “Se retiró rico, y su vida ordenada y la templanza de sus costumbres prolongaron su exis­tencia hasta el 30 de agosto del año 1920”, concluye don Ventura.

Según Cossío, “Gordito es un torero que, pese a la actitud despectiva con que en su tiempo le miraron los presumidos de inteligentes, tiene una influencia notabilísima en la evolución de la lidia. Capitalmente, por la invención de su famoso quiebro, que imprimió un carácter especial a su toreo, que si se le llamaba ventajista, y acaso sin justicia, no por eso dejaba de te­ner interés técnico de primer orden [...], pero no pa­rece que todo sea ventaja en el toreo de Gordito, sino que, aunque no lo prodigara, sabía practicar el toreo de tradición más severa, que en sus tardes inspiradas, unido a las alegrías que le facilitaban sus recursos ci­tados, le hacían triunfar de modo impresionante. Sos­tenerse con su prestigio tanto tiempo fue mérito más de estimar, si se considera su carácter, que le enajena amistades y simpatías. La nota más sobresaliente de él es una especie de astucia, una suerte de cálculo frío y despegado que, aun en casos en que le acompañaba la razón, hizo que se le distanciara el afecto de los aficionados”.

 

Bibl.: Biografía de Antonio Carmona (El Gordito), Madrid, 1864; M. García de Soria, Verdadera biografía del célebre espada sevillano Antonio Carmona y Luque (vulgo el Gordito), Sevilla, La Andalucía, 1865 (ed. facs. en Dos folletos bio­gráficos y otro más, Madrid, Unión de Bibliófilos Taurinos, 2006); J. Velázquez y Sánchez, Anales del toreo. Reseña histórica de la lidia de reses bravas. Galería biográfica de los principales lidiadores: Razón de las primeras Ganaderías es­pañolas, sus condiciones y divisas. Obra dirigida por Francisco Arjona Guillén “Cúchares”, escrita por José Velásquez y Sán­chez e ilustrada por D. Teodoro Aramburu, Sevilla, Imprenta y Editorial Juan Moyano, 1868; J. Sánchez de Neira, El Toreo. Gran diccionario tauromáquico, Madrid, Imprenta de Miguel Guijarro, 1879 (Madrid, Turner, 1988, págs. 201-205); A. Peña y Goñi, Lagartijo, Frascuelo y su tiempo, Madrid, Imprenta Palacios, 1887 (Madrid, Espasa Calpe, 1994); PPT [seud. de A. Ramírez Bernal], Memorias del tiempo viejo, Madrid, Biblioteca Sol y Sombra, 1900 (Ma­drid, Unión de Bibliófilos Taurinos, 1996, págs. 35-40); A. Carmona, Antonio Carmona (El Gordito), Madrid, Ed. Ginés Carrión, 1908 (Bib. Sol y Sombra, XII); J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. 3, Madrid, Espasa Calpe, 1943, págs. 162-166; Don Ventura [seud. de V. Ba­gués], Historia de los matadores de toros, Barcelona, Imprenta Castells-Bonet, 1943 (ed. Barcelona, De Gassó Hnos., 1970, págs. 63-64); F. López Izquierdo, Plazas de toros de la Puerta de Alcalá (1739-1874), Madrid, Unión de Bibliófi­los Taurinos, 1988; F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989; D. Polo, Histo­ria del toreo, vol. 1, Madrid, Alianza Editorial, 1992; N. Lu­ján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1993 (3.ª ed.), págs. 124-126; F. Claramunt, Toreros de la generación del 98, Madrid, Tutor, 1998.

 

JoLuis Ramón Carrión