Arburúa de la Miyar, Manuel. Madrid, 28.IX.1902 – 17.XII.1981. Político y banquero.
Vasconavarro por vía paterna y asturiano por el lado materno, Manuel Arburúa, tras cursar los estudios de Primaria y Secundaria en el Liceo Francés de Madrid, tuvo que elegir su futuro profesional. Se decantó por el Profesorado Mercantil, único estudio superior que entonces tenía carácter económico.
Completados los estudios citados, pasó a prestar sus servicios en el Banco de España, donde pronto llegó a ocupar el cargo de director de Cambios, pasando posteriormente al Centro Oficial de Contratación de Moneda. Su gran preparación en aquella difícil especialidad le llevó, terminada la Guerra Civil, al Consejo de Economía Nacional, donde mantuvo estrecha relación con Demetrio Carceller, que le nombró Subsecretario de Comercio al ser designado este último ministro de Industria y Comercio en octubre de 1940.
Esa primera designación de carácter político le permitió demostrar sus conocimientos, capacidad de análisis y habilidad para buscar soluciones concretas, en un momento crítico como fue la Segunda Guerra Mundial. España padecía dificultades de todo tipo, pero si especialmente dura fue la falta de abastecimiento alimentario, la de materias primas —vitales para una industria incipiente que pugnaba por reconstruirse y abrirse paso en un mundo en guerra—, podía considerarse alarmante. Arburúa supo poner en marcha una serie de medidas destinadas a sostener el valor de la peseta, obtener divisas fuertes y generar ingresos estimulando la exportación.
Tras aquella experiencia económico-política, en 1942 fue nombrado director general del Banco Exterior de España, entidad a la que permaneció unido durante varias décadas y a cuyo engrandecimiento contribuyó de forma muy especial. Este paréntesis en su carrera política al servicio del Estado se cerró, temporalmente, en 1951, año en el que fue designado titular del primer Ministerio de Comercio.
Al llegar al ministerio, la situación de España en el aspecto económico era dramática. Empobrecida a causa de nuestra Guerra Civil, políticamente aislada en el concierto internacional y privada de los beneficios del Plan Marshall, persistían los estrangulamientos básicos, tanto alimentarios como de materias primas y de equipamientos industriales. A estas carencias se sumaba la existencia de una red de intervenciones estatales en la vida económica y un amplio y muy extendido mercado negro de bienes y de moneda extranjera.
El panorama al comienzo de los años cincuenta, en definitiva, era grave para los responsables económicos y también para los políticos.
Para resumir la actuación de Arburúa como ministro de Comercio, baste decir que su ingenio y su formación influyeron decisivamente en el abandono del criterio de autarquía económica, que era el evangelio del régimen. Por otra parte, se preocupó de crear aquellos sistemas que permitían estimular las exportaciones mediante la libre utilización de las divisas obtenidas; suprimió la cartilla de racionamiento —el más duro golpe al mercado negro— e impulsó el acercamiento de España a la OECE y a Estados Unidos de América, siendo él la persona designada para estampar la firma en el convenio sobre ayuda económica firmado por ambas naciones.
Su decidida actitud liberalizadora contribuyó a abrir el camino de lo que años más tarde significó el celebre Plan de Estabilización.
Cesó como ministro de Comercio en 1957 y regresó al Banco Exterior de España, esta vez como presidente ejecutivo, lo que le permitió demostrar en el terreno de la Banca sus dotes sobresalientes en la gestión y el fortalecimiento de una gran institución de carácter público y situarla entre las más importantes del conjunto de la prestigiosa Banca española.
Retirado del mundo político y financiero, entregado a sus aficiones y reuniendo y valorando sus recuerdos, falleció en Madrid el 17 de diciembre de 1981.
Fuentes y bibl.: Congreso de los Diputados, Histórico de Diputados 1810-1977, en http://www.congreso.es; http://www.ih.csic.es/paginas/jrug/diccionario/gabinetes/m7_franco.htm.
J. M. Cuenca y S. Miranda, El poder y sus hombres, Madrid, Actas, 1998.
Rafael Silva
