Hernández Espinosa, Pedro de Alcántara. Hellín (Albacete), 21.XII.1876 – Carretera de Tobarra a Ontur (Albacete), 21.VIII.1936. Siervo de Dios, presbítero, doctor en Teología y en Derecho Canónico, profesor, párroco, arcipreste, canónigo, periodista, escritor, mártir.
Hijo de Antonio Hernández y de Rosario Espinosa, familia acomodada. Bachiller en Albacete con brillantes notas, ingresó en 1891 en el Colegio de Vocaciones de Murcia, cursando la carrera eclesiástica siempre con la calificación “meritissimus”. Tuvo que pedir permiso a la Santa Sede para ser ordenado antes de los veintitrés años, en junio de 1899. Empezó a ser profesor del seminario de Murcia y se licenció en Derecho Canónico en Toledo. Pasó a catedrático de Filosofía del citado seminario. Fue párroco de Tobarra (Albacete) en 1904 y en 1907 de San Miguel, ciudad de Murcia, que simultaneó con sus clases en el seminario y como redactor-jefe del diario recién fundado La Verdad. Se le nombró arcipreste de Beniel (Murcia). Obtuvo el doctorado en Teología en Granada y, como premio, el obispo le pagó un viaje a Tierra Santa. En 1910 pasó a párroco de Cehegín (Murcia), con el que se vinculó espiritualmente, al estar enterrados allí sus padres y hermano y en donde dijo que quería ser enterrado cuando muriese.
Fundó el Sindicato Católico de Obreros y la Caja Rural de Ahorros y Préstamos. Restauró el hermoso templo herreriano parroquial y construyó el cementerio parroquial. En 1913 fue nombrado párroco de San Juan Bautista y arcipreste de Albacete. Colaboró profusamente en periódicos de Albacete (El Diario, Defensor), de Hellín (Vida Hellinera, Hellín), de Madrid (ABC, Blanco y Negro) y en varias revistas nacionales religiosas. El obispo de Madrid, doctor Melo y Alcalde, lo nombró su secretario. La estancia en Madrid la aprovechó para doctorarse en Derecho Canónico en Toledo.
Ganó la oposición a canónigo de la catedral de Jaén, donde el obispo lo nombró fiscal del Obispado, defensor del vínculo matrimonial y profesor del seminario.
En 1934 realizó una peregrinación a Roma y se le nombró arcipreste de la catedral jiennense y consiliario diocesano de Acción Católica. Parece que rechazó algunas proposiciones para ser nombrado obispo.
El 15 de julio de 1936 llegó a Hellín de vacaciones.
Le sorprendió la Guerra Civil. Fue detenido el 21 de agosto, llevado a la Inspección de Vigilancia y conducido a la carretera de Tobarra a Ontur, donde en el kilómetro dos es bajado con intención de fusilarlo.
Le ordenaron que se quitara la sotana, a lo que se negó, por lo que fue apaleado hasta la muerte. En el Archivo Provincial de Albacete consta el sumario del juez de Instrucción de Hellín, por oficio del juez municipal de Tobarra, sobre el hallazgo de un cadáver en una cuneta y la identificación del mismo: “El sacerdote Don Pedro Alcántara Hernández”, y el resultado de la autopsia efectuada por dos médicos. Se enterró su cadáver en Tobarra. Después de la Guerra Civil sus restos fueron enterrados, siguiendo su voluntad, en el cementerio de Cehegín. Su epitafio, dictado por él, es: “In Te, Domine, speravi”. Está en curso el proceso de su beatificación.
Obras de ~: Desde mi observatorio, Tortosa, Imprenta Moderna de Algueró y Baiges, 1931 (ed. facs., con un apéndice en A. Ruiz Jiménez, Datos biográficos del Siervo de Dios, Cehegín, Murcia, Imprenta Melgares, 2005).
Fuentes y bibl.: Archivo Provincial de Albacete, Secc. Audiencia Criminal, leg. 197, sumario 75/1936.
A. Ruiz Jiménez, “Don Pedro Alcántara Hernández Espinosa”, en Macanaz (Hellín), n.º 5 (1953), págs. 71-76; F. Candel Crespo, “Sacerdotes albacetenses ilustres en la Diócesis de Cartagena (siglos xix y xx)”, en Al-Basit, Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses, XXII, n.º 39 (diciembre de 1996), págs. 301-318; “M. I. Sr. Don Pedro Alcántara Hernández Espinosa”, págs. 306-308; J. D. Carrión Íñiguez, La persecución religiosa en la provincia de Albacete durante la Guerra Civil 1936-1939, Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses, 2004, págs. 256-259, 502, 506, 511, 513, 516 y 521.
Fernando Rodríguez de la Torre