Urizar Arespacochaga, Esteban de. Vizcaya, m. s. xvii – Salta (Argentina), 4.V.1724. Militar, gobernador del Tucumán.
Las primeras noticias, de las escasas que se conservan, conducen a ubicar a Urizar en la guarnición del Presidio de Cádiz. De allí pasó a Italia donde destacó en acciones como la defensa de Génova en 1684, la invasión de Mantua, la batalla de Staffarda en 1690, o la del Piamonte en 1693. En 1699 recibió el grado de maestre de campo. Continuó realizando méritos y en 1697 se le concedió merced de hábito de la Orden de Santiago.
Al otro lado del Atlántico y en el área del Plata (Argentina y Paraguay) la actividad hostil de los chaqueños había aumentado desde 1664. Las tribus indígenas asaltaban estancias, núcleos fronterizos e incluso ciudades. Esta circunstancia condujo a la denominada “guerra mixta”, que combinaba la ofensa con la defensa entre españoles e indígenas belicosos. Los prisioneros de estas contiendas pasaban a aumentar las encomiendas de los españoles, que por otra parte no pasaban por el mejor de sus momentos debido al alto porcentaje de la mortalidad indígena.
En este contexto, Urizar fue nombrado por el Rey en 1701 gobernador del Tucumán, pero ante la imposibilidad de asumir todavía las funciones, permaneció en Buenos Aires como consejero militar en la defensa de la Banda Oriental del Uruguay contra los portugueses. La noticia de la toma de posesión de este cargo por el nuevo gobernador no fue conocida hasta 1707.
Una vez en el gobierno, mantuvo en sus puestos a los altos funcionarios de la administración colonial. Además demostró gran celo en el cuidado de las fronteras. Para ello formó un ejército de 1316 hombres, con el que consiguió reducir a las tribus del Bermejo, llevándolas a Santiago del Estero, para poblar la reducción jesuita de San Esteban de Miraflores.
Otra de sus principales preocupaciones, siguiendo las indicaciones de la Corona, fue la de adoptar las más enérgicas medidas para solucionar el problema de la pacificación del Chaco, en aras de la contención del avance de las tribus de tobas, abipones, mocovíes y mataguayos. Para esta misión de pacificación y conquista, Urizar organizó expediciones de duro castigo que permitieron períodos coyunturales de tranquilidad.
En 1710 el gobernador organizó una de las incursiones de mayor alcance. Reclutó para llevarla a término a mil setecientos ochenta hombres de las diferentes poblaciones del Tucumán y un grupo de unos cincuenta indios cristianizados de entre los chiriguanos. Urizar consiguió coordinar las fuerzas de las ciudades de Asunción, Corrientes y Santa Fe. Antes de lanzarse a la campaña, el gobernador reunió una Junta de teólogos para conseguir la justificación necesaria a la guerra que se iba a librar contra los aborígenes. Merece la pena destacar que esta ambiciosa empresa de conquista se realizó sin exigir nuevas contribuciones forzosas a ningún particular ni comerciantes.
El 19 de junio de 1710 partió la vanguardia de la expedición desde el Fuerte de Estero. La prosiguió el gobernador el 10 de julio con el resto de las fuerzas. Componían los efectivos mil trescientos soldados de los Tercios de Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja, llevando más de cuatro mil cabezas de ganado, trescientos caballos y abundante provisión de yerba mate y tabaco. Con esta expedición, Urizar logró llegar al Bermejo y bordearlo hasta el paraje de Esquina Grande. Después de varios combates consiguió someter y reducir a los malbaláes y alejar temporalmente la amenaza de las tribus tobas y mocovíes con la fundación del Fuerte de Ledesma. Además, siguiendo las estrategias empleadas para el control de los territorios y su pacificación, Urizar consiguió la repoblación de las tierras que habían sido arrasadas por las invasiones indígenas. Aunque no consiguió todos sus objetivos, ni logró reunirse con las fuerzas de otras gobernaciones como se había proyectado, su expedición ocasionó un desplazamiento de gran parte de las tribus guerreras hacia otras áreas fronterizas. Fue necesaria una segunda intervención en 1711 para conseguir una paz que duró sólo dos años más por la belicosidad indígena.
Dejando a un lado la pacificación de las fronteras, Urizar también se mostró interesado en impulsar la construcción de una nueva iglesia para Tucumán, que había quedado destruida tras los terremotos de 1692, y en la elaboración de un Cabildo, como demuestra el hecho de que en 1717 el propio gobernador informara a la Corona de la orden dada para su construcción.
En 1719 promovió de nuevo una expedición punitiva para castigar a los indígenas sublevados en las riberas del Pilcomayo consiguiendo rápidamente la pacificación. Estas acciones con estrategia de militar curtido en lides americanas, le sirvieron para obtener el cargo de gobernador vitalicio del Tucumán, honor otorgado por el rey Felipe V en mérito a sus servicios prestados. Urizar murió en 1724 en la ciudad de Salta.
Bibl.: A. Guillén Abao, La frontera del Chaco en la Gobernación del Tucumán 1750-1810, Cádiz, Universidad, 1993; VV. AA., Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco, Auñamendi, Zarauz, 1999, pág. 314.
Begoña Cava Mesa