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Diego de Ichaso Eztala Urrutia

Biografía

Ichaso Eztala Urrutia, Diego de. Olazagutía (Navarra), p. s. XVII – La Rioja, c. 1686. Retablista.

Radicado desde muy joven en Santo Domingo de la Calzada, quizá gracias al apoyo brindado por su primo el escultor Andrés de Ichaso, y donde se formaría al calor de las obras de Juan de Santisteban, Lope de Mendieta (del que fue su discípulo), Tomás Manrique y Juan Bazcardo, enseguida pasaría a convertirse en uno de los mejores intérpretes de una estética basada en la columna entorchada, machihembrada y los áticos de cascarón, como bien se deja conocer en el retablo de la ermita de Carrasquedo en Grañón, donde dejaría pruebas más que sobradas de sus fundamentos estéticos, si bien también fue uno de los primeros en utilizar la columna salomónica. De ahí que, nombrado “veedor de obras de arquitectura del Obispado y depositador de la bula de la Santa Cruzada”, sus asesoramientos e informes fueran tan valorados por todos, dada también su familiaridad con los prototipos difundidos desde la Villa y Corte. Sirva como referencia su nombramiento como tasador del retablo de Nuestra Señora del Rosario fabricado por Fernando de Ezpeleta y Sebastián del Ribero en Ausejo (1663), al negarse los cofrades a nombrar tasador. A raíz de su matrimonio con su pariente Magdalena de Urrutia, vecina de Anguiano, mantuvo siempre una vinculación afectiva con esta localidad, en la que uno de sus hijos acabaría ejerciendo como sacerdote. De ahí que sus obras haya forzosamente que rastrearlas en el entorno calceatense, incluyendo asimismo las tierras de la Riojilla burgalesa y sus aledaños, que todavía están por explorar documentalmente y en las que el pintor Pedro Ruiz de Salazar se desenvolvía con holgura. Un esbozo biográfico que explica suficientemente por qué su primera obra de cierta relevancia fue la conclusión del retablo mayor de Anguciana, que habían dejado sin acabar Juan de Santisteban y Andrés de Ichaso (1646), o por qué, siendo ya veedor de obras, acudió en compañía del escultor Bernardo de Elcaraeta para tasar, por orden expresa del obispo, un retablo mayor tan carismático y valioso como el de Briones (1651), mientras estaba atareado en la fábrica del retablo mayor de Vallarta en unión del escultor Sebastián López de Frías (1650) y concluía con el escultor Francisco de Ureta el retablo que para su capilla de la catedral calceatense le había encargado en 1648 el prohombre local Juan Martínez de Pisón. Por entonces también hacía una peana y caja para la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles de Toloño en Labastida (1650).

Su prestigio estaba ya lo suficientemente consolidado como para que el licenciado Pedro Zúñiga, comisario del Santo Oficio de la Inquisición y canónigo de la catedral calceatense, dejara en sus manos la construcción de un retablo para su capilla en dicho templo (1653), haciendo también por entonces para esa catedral un buen número de obras (colateral de San Sebastián, San Roque, San Bartolomé, marco para un cuadro de las Ánimas benditas del purgatorio).

Autor del retablo mayor de Elciego que realizó en armonía con el arquitecto brionero de adopción Sebastián de Oyarzábal (1646-1669), el retablo mayor de Corporales, que actúa de simple encuadre de unos lienzos pintados por Pedro Ruiz de Salazar de acuerdo con la estética en boga (1658), ofrecimiento para hacerse con la fábrica del retablo mayor de Quintanar de Rioja, que finalmente quedará en manos del arquitecto Clemente de Rubalcaba (1658), el retablo para la capilla de los Ocio en la catedral calceatense con Bernardo de Elcaraeta, además de una caja para el órgano y otros aderezos (1660), colateral de la Concepción para Belorado (1663), cancel y puerta para la iglesia de Villabuena de Álava (1665), asientos para el coro de la iglesia de Tormantos, así como un retablo para la Virgen del Rosario de este mismo templo (1665), colateral de San Sebastián para Valluércanes (1668). Pero es en el retablo mayor de Herramélluri (1671), concebido como un arco de triunfo de un solo cuerpo, donde se anuncia ya el advenimiento de un nuevo estilo, donde sintetiza ya sus firmes deseos de cambio, frente al equilibrio autocomplaciente de retablos en cascarón tan significativos como el de la ermita de Carrasquedo de Grañón o el de San Andrés de Anguiano (1672) e incluso el de Quintanilla de San García (1674), donde el clasicismo de su alzado abierto apenas queda perturbado por ese gran cúmulo de columnas con fustes en ondas que sirven para articular sus espacios. El retablo de la capilla de San Prudencio en la iglesia najerina de la Santa Cruz podría ser el primer ejemplo donde Diego de Ichaso rentabiliza su tradicional afición por los áticos conquiformes o en cuarto de esfera, en sintonía con la columna salomónica, cuya implantación era ya imparable y con la que ya estaba plenamente identificado (1678). Eso explica por qué informó favorablemente, desde su residencia en Anguiano, sobre las trazas dadas por José de Tobar para el retablo mayor de El Redal en el que las columnas salomónicas tenían un gran protagonismo (1686).

 

Obras de ~: Conclusión del retablo mayor, Anguciana (La Rioja), 1646; Retablo mayor, Elciego (Álava), 1646-1669; Tasación del retablo mayor, Briones (La Rioja), 1651; Fábrica del retablo mayor, Vallarta (Burgos), 1650; Retablo para la capilla de Juan Martínez de Pisón, catedral de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), 1650; Retablo para la capilla de don Pedro Zúñiga, catedral de Santo Domingo de la Calzada, 1653; Retablo mayor, Corporales (La Rioja), 1658; Retablo y caja para el órgano para la capilla de los Ocio, catedral de Santo Domingo de la Calzada, 1660; Colateral de la Concepción, Belorado (Burgos), 1663; Cancel y puerta para la iglesia, Villabuena (Álava), 1665; Colateral de San Sebastián, Valluércanes (Burgos), 1668; Retablo mayor, Herramélluri (La Rioja), 1671; Retablo de la ermita de Carrasquedo, Grañón (La Rioja), 1672; Retablo mayor de la iglesia de San Andrés, Anguiano (La Rioja), 1672; Retablo mayor, Quintanilla de San García (Burgos), 1674; Retablo de la capilla de San Prudencio en la iglesia de la Santa Cruz, Nájera (La Rioja), 1678.

 

Bibl.: E. Enciso Viana y J. Cantera Orive, Catálogo Monumental. Diócesis de Vitoria, t. I (Rioja Alavesa), Vitoria, Obra Cultural de la Caja de Ahorros Municipal, 1967; J. M. Ramírez Martínez, Los Talleres Barrocos de Escultura en los límites de las Provincias de Álava, Navarra y La Rioja, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos (IER), 1981; J. M. Ramírez Martínez y J. M.ª Ramírez Martínez, La Escultura en La Rioja durante el siglo xvii, Logroño, IER, 1984; J. M. Ramírez Martínez, Retablos Mayores de La Rioja, Agoncillo (La Rioja), Labelgrafic, 1993; “La Virgen Napolitana de Tormentos”, en El Chapitel (Logroño, Tipografía Digital), 2 (1998), pág. 19.

 

José Manuel Ramírez Martínez

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