Legazpi y Echeverría, Jerónimo de. España, c. 1560 – Filipinas, 1637. Oidor de Audiencia.
Era hijo de un médico de cámara del Rey en sus estados de Flandes.
Estudió en la Universidad de Valladolid y se graduó de licenciado en Cánones por la Universidad de Sigüenza, tras lo cual, como muchos letrados, inició el peregrinaje de comisiones encomendadas por el Consejo de Castilla, entre las que se halló, en el año de 1587, la visita de los escribanos de Segovia, villa de Ágreda y su partido.
Sobre consulta del Consejo de Indias fechada en Madrid el 10 de marzo de 1616 fue nombrado oidor de la Real Audiencia de Filipinas y se le libró su título en Madrid el 24 de marzo de ese mismo año, concediéndosele la licencia para embarcar el 22 de junio de 1616 en compañía de su mujer, María de Velasco, de su hijo José y de siete criados.
Poco tiempo después de arribar a Manila comenzaron a dirigirse una serie de quejas al Consejo sobre la vida desarreglada del oidor Legazpi y del mal ejercicio de su plaza, y por ello, por Real Cédula fechada en Madrid el 13 de diciembre de 1620 se ordenó al gobernador Alonso Fajardo de Tenza que levantara información sobre tales acusaciones, y en cumplimiento de dicha orden el gobernador le suspendió de su plaza, pero al morir el gobernador Fajardo de Tenza, el fiscal de la Audiencia, Marcos Zapata de Gálvez, solicitó que fuera restituido al uso y ejercicio de su plaza, si bien pronto reconocería que se arrepintió de ello: “Después que entró el Licdo. Jerónimo de Legazpi en la Audiencia, que por entender que se le había hecho agravio en suspenderle de la plaza sin comisión especial de V. M., solicité su entrada y me arrepentí presto”. Las causas de su arrepentimiento derivaban de las actuaciones de la Audiencia durante su gobierno interino, ya que Legazpi era el oidor decano a la sazón, y, entre otras cosas: “Se juntaron fuera de la Rl. Sala dos de vros. Oidores y echaron libres a dos hijos del Licdo. Legazpi, que estaban presos en el fuerte por haber empuñado las espadas en palacio contra la Audiencia y aunque yo pedí por escrito se hiciese un ejemplar castigo ponderando el delito, se proveyó el dicho auto sin mí”.
En 1632 era el visitador Rojas y Oñate el que informaba en duros términos al Consejo sobre los malos procedimientos del oidor Legazpi de Echeverría: “El mal olor del proceder del licenciado Jerónimo de Legazpi Echeverría, oidor más antiguo desta Real Audiencia, aun antes de salir de México ya había llegado a mí y después de venido se ha descubierto más sensiblemente, de manera que aun estando yo presente no ha tratado de enmendarse en sus costumbres y malas mañas, sin embargo que para ello tuvo amonestaciones mías”, y por esta razón el visitador le hizo salir de Manila: “Últimamente me obligó a que le mandase salir de esta ciudad y a ocho leguas alrededor porque se me quejaban algunos testigos que les amenazaba y trataba mal, y también porque es muy contra el servicio de N. S. y de V. Mg., que tal ministro sea juez en ninguna parte [...] y aunque le permitiré que entre en la ciudad en dándole los cargos, para que pueda se descargar, pero por ninguna manera que vuelva a asistir en la Audiencia, antes proveeré auto quando me vaya, ordenándole que no entre en ella hasta que vistos por V. M. ordene lo que fuere más conveniente a su Real servicio”, y en esta condición se mantuvo hasta su muerte.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Contratación, 5.350, n. 38; Contratación, 5.788, l. 2, fols. 117r.-117v.; Filipinas, 20, r. 12, n. 75; Filipinas, 20, r. 19, n. 129; Filipinas, 21, r. 6, n. 19; Filipinas, 329, l. 2, fols. 386v.- 387r.; Filipinas, 522; Indiferente General, 1.846 A.
E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias, II, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1947, pág. 520.
Javier Barrientos Grandon