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Marcos Zapata de Gálvez

Biografía

Zapata de Gálvez, Marcos. Puebla de los Ángeles (México), s. m. s. XVI – Manila (Filipinas), 1642. Letrado, fiscal y oidor en Filipinas.

Hijo legítimo de don Marcos Rodríguez Zapata, nacido en Puebla de los Ángeles, contador de alcabalas en dicha ciudad entre 1601 y 1613 y su tesorero entre este último año y 1626, su alcalde ordinario en 1616, 1619, 1623 y 1638, y su escribano mayor del cabildo y diputación, oficio que adquirió por renunciación de Juan de la Parra Diosdado, y del que obtuvo confirmación por real provisión fechada en Madrid el 28 de diciembre de 1607, quien en el curso de su vida acumuló una importante fortuna.

Zapata de Gálvez inició sus estudios en la Universidad de México y, tras haber pasado a los reinos de España, los continuó en la Universidad de Salamanca, en cuya facultad de Cánones se matriculó del primer curso en noviembre de 1604 y, acabado su quinto curso por el mes de abril de 1608, recibió el grado de bachiller en Cánones, tras lo cual se matriculó en su facultad de Leyes para el curso de 1608 en 1609.

Durante los años que permaneció en España contrajo matrimonio con doña Mencía de Carvajal, que más tarde le acompañó a Manila, ciudad en la que moriría. En España nacieron sus hijos: Marcos Zapata de Carvajal, nacido en torno a 1610, más tarde residente en Filipinas y encomendero de Candaba, Arayat, Cagalissan, Bani y Apalit en Pampanga, y Alonso Zapata de Carvajal, nacido en Madrid hacia 1615, residente luego en Manila, donde fue colegial del de Santo Tomás de Aquino, en 1638 se le concedió interinamente una canonjía de la catedral de Manila, nombrado en 1643 visitador general de su arzobispado, maestrescuela interino de la catedral de Manila en 1645, comisario de la Santa Cruzada en 1647, tesorero de la catedral de Manila en 1650 y su chantre en 1651.

Zapata de Gálvez permanecía en España cuando, sobre consulta del Consejo de Indias de 2 de julio de 1620, se le hizo merced de la plaza de fiscal de la Real Audiencia de Manila en las islas Filipinas, en la vacante por la promoción de don Juan de Saavedra Valderrama a una plaza de oidor de la misma audiencia, y se le despachó su título por real provisión fechada en San Lorenzo el 15 de agosto de 1620. Pasó a su destino con licencia de 15 de junio de 1620, y lo hizo en compañía de su mujer, su suegra, y sus dos hijos, más seis criados.

Fue promovido a una plaza de oidor en la misma Real Audiencia de Manila, en la vacante por muerte de don Juan de Saavedra Valderrama, y se le expidió su título por real provisión fechada en Madrid el 25 de marzo de 1628.

Se le dio comisión por el consejero de Indias don Juan Pardo de Arenillas, para que actuara como comisario de la media anata en la ciudad de Manila, con el preciso encargo de asentar dicho derecho en las islas Filipinas. En relación con esta comisión, el 2 de agosto de 1634 informaba al referido Pardo de Arenillas, que: “Aunque me a costado mucho trabajo el asentar este d.º, porque como nuevo a tenido muchas dificultades, y todas se proponen al comiss.º y el les a de satisfazer con el R.l arançel en la mano, mostrandoles el cap.º que habla en su negocio. Pero graçias a Dios con el despidiente bueno que he tenido, he dado despacho a todo de manera que no se ofreçe ya dificultad”.

Zapata de Gálvez quedó comprendido en la visita de la Real Audiencia de Manila que practicó Francisco de Rojas y Oñate y salió bien librado de ella en 1636, pues sólo se le hizo cargo, al igual que a su antecesor, “de no aver los susodichos pedido cumplimiento de algunas cédulas de su magestad”. El gobernador Hurtado de Corcuera, en carta fechada en Manila el 30 de junio de 1636, informaba a la corte que el licenciado Zapata de Gálvez era el único oidor que se hallaba en la audiencia y que había llevado todo el peso de ella, por la suspensión y muerte de los demás, y hacía presente sus buenos servicios y méritos para que fueran premiados con una plaza de oidor en Méjico o Lima.

A pesar de las recomendaciones de sus méritos y servicios, no obtuvo el paso a otra audiencia y permaneció hasta su muerte en el servicio de su plaza de oidor de la Real Audiencia de Manila. Murió poco antes del mes de julio de 1642 y su cuerpo cadáver fue depositado en su iglesia catedral, en una sepultura sita en medio del suelo de la capilla mayor, más allá de las gradas.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (AGI), Contratación, 5.376, n. 2; Contratación, 5.788, l. 2, fols. 237r.- 238r.; Chile, 1; Filipinas, 1, n. 274; Filipinas, 8, r. 3, n. 51; Filipinas, 21, r. 11, n. 64; Filipinas, 31, n. 6; Filipinas, 50, n. 12; Filipinas, 163, n. 1 bis; Filipinas, 347, l. 3, fol. 192v-193r; Filipinas, 522; Indiferente General, 193, n. 76; Indiferente General, 450, l. A6, fols. 65v.-66v.; Indiferente General, 451, l. A11, fols. 93v.-94v.; Indiferente General, 1.846 A; México, 179, n. 72; México, 1.093, l. 17, fol. 40v-46v; Archivo Histórico de la Universidad de Salamanca (AUSA), libro 313, fol. 44r, 106r; libro 314, fol. 62v; libro 315, fol. 44v; libro 316, fol. 39v, 105v.

F. Moreno, Historia de la Santa Iglesia Metropolitana de Filipinas. Con las vidas de arzobispos y varones insignes, extensiva a hechos culminantes de la conquista y fundación de varias instituciones en esta capital hasta 1650. Según el códice del presbítero Francisco Moreno, Manila, Imprenta de “El Oriente”, 1877, págs. 90-91, 185-186; E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias, vol. II, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano–Americanos, 1947, págs. 521 y 523; G. Fernández de Recas, Aspirantes americanos a cargos del Santo Oficio. Sus genealogías ascendentes, Méjico, Librería de Manuel Porrúa, 1956, pág. 139; G. Gascón de Torquemada, Gaçeta y nuevas de la Corte de España desde el año 1600 en adelante. Continuada por su hijo Don Gerónimo Gascón de Tiedra, gentilhombre del duque de Alburquerque. La publica Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila marqués de la Floresta, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, 1991, pág. 80; M. Manchado López, Manila y su Real Audiencia. Convivencia y conflicto (1584-1630), Sevilla, Editorial Universidad de Sevilla, 2019, pág. 193.

 

Javier Barrientos Grandon