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Orlando Pelayo Entralgo

Biografía

Pelayo Entralgo, Orlando. Gijón (Asturias), 14.XII.1920 – Oviedo (Asturias), 15.III.1990. Pintor y grabador.

Vicente Pelayo, el padre del pintor, era originario de Alcalá del Júcar, provincia de Albacete. En su juventud se trasladó a Oviedo para estudiar Magisterio y allí conoció a la que fue su esposa, maestra al igual que él, con la que contrajo matrimonio en 1913. La infancia del artista se desarrolló en los distintos pueblos a los que fue destinado su padre. Primero sería Monasterio, en la provincia de Badajoz, para después, cuando Orlando tenía once años, trasladarse a Villarrobledo, muy cerca de donde era originaria la familia paterna. Fue en este pueblo albaceteño donde el adolescente Orlando comenzó a pintar animado por su madre, pintora ocasional en su juventud. El modelado del barro, la escritura y la lectura de los libros de la bien surtida biblioteca paterna eran otras de las actividades del joven pintor.

Al igual que otros artistas de su generación, la vida de Orlando Pelayo estuvo marcada por la Guerra Civil.

Su padre era militante de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza, desde la que mantuvo una relevante actividad política que provocó su ingreso en prisión por su participación en los sucesos revolucionarios de octubre de 1934. Cuando se produjo el levantamiento militar que provocó la Guerra Civil, Vicente Pelayo fue llamado a filas, al igual que su hijo mayor, Orlando, que se incorporó como miliciano de la cultura para, posteriormente, ocupar el cargo de instructor de Propaganda y Prensa en el Comisariado del VII Cuerpo del Ejército. Orlando fue destinado al frente de Extremadura, donde trabajó en la sección de propaganda realizando dibujos, carteles y artículos que se difundían en periódicos murales.

En los momentos finales de la guerra se trasladó con su padre a Alicante, para después abandonar el país, junto con tres mil quinientos exiliados republicanos, rumbo a Orán, donde fueron ingresados en un campo de concentración. Su madre y sus cuatro hermanos menores se quedaron en España. Tras pasar un tiempo en la cárcel, fue liberado en 1941, siendo acogido por una familia española establecida en la ciudad norteafricana. El desembarco de los aliados en Argelia el 8 de noviembre de 1942 provocó una mejora considerable de la situación de los exiliados españoles. El artista entró así en contacto con escritores como Jean Grenier o Albert Camus y pintores como Marquet que formaban parte de la comunidad francesa residente en Orán. En esta ciudad argelina expuso sus obras por primera vez, realizando una muestra individual en la galería Colline, uno de los focos culturales de la ciudad.

El artista se trasladó a París a finales del año 1947, integrándose en la vida artística del bullicioso barrio de Montparnasse. En la capital francesa entró en contacto con la colonia artística española que formaban parte de la denominada Escuela de París, integrada por pintores como Antoni Clavé, Óscar Domínguez, Francisco Bores o el asturiano Luis Fernández.

En 1949 nació en Salzburgo su hija Suzanne Pelayo d’Albert, nieta del compositor y pianista alemán, discípulo de Liszt, Eugen d’Albert. Durante estos años se consolidó su actividad pictórica, al tiempo que se interesó por la litografía, la cual se convirtió en una técnica que practicó con frecuencia. En la década de 1950 intensificó su actividad expositiva. En 1954 realizó su primera exposición individual en París en la Galerie Suillerot, participando también en su primera muestra en España dentro de una colectiva celebrada en Asturias en homenaje al pintor Evaristo Valle. En los años siguientes se sucedieron las exposiciones públicas de su obra, participando con frecuencia en los Salones parisinos de Mayo y Otoño además del de los Independientes. El respaldo definitivo a su obra en París le llegó con la obtención del premio creado por la Asociación de Amigos de Émile Othon Friesz por la obra titulada Nature morte aux poissons.

En 1967 realizó su primer viaje a España después del exilio, visitando a su madre, que vivía en Asturias, y recorriendo varios lugares de Castilla, Extremadura, La Mancha y Cataluña. Hubo posteriormente otros numerosos viajes a su país natal, donde expuso en diferentes ocasiones. En 1968, durante una estancia veraniega en Gijón, conoció a Isabel Rodríguez Laborda, con la que contrajo matrimonio en París.

Durante la década de 1970 realizó numerosos trabajos de obra gráfica entre los que destacan los doce aguafuertes para ilustrar los Once Sonetos de Quevedo. El año 1977 fue importante en la trayectoria artística de Pelayo, tanto por las obras realizadas como por las exposiciones celebradas, entre las que destaca la organizada por la Galerie Bellechasse-Internationalea con el título Histories d’Espagne. Durante la última década de su vida cabe destacar las exposiciones antológicas de su obra que se celebraron en el Museo de Bellas Artes de Asturias, el Museo de Albacete y el Musèe Jurasien des Beaux-Arts de Moutier en Suiza. En 1989, un año antes de su muerte, se le otorgó la Medalla de Plata del Principado de Asturias.

El profesor Javier Barón distingue varias etapas en la obra artística de Orlando Pelayo. La primera se desarrolla en la ciudad de Orán entre 1939 y 1947, donde el artista practica una figuración de influencia surrealista.

Tras su traslado a París en 1947 se inicia una segunda etapa que llega hasta el año 1954 en la que, influido por los pintores de la denominada Escuela de París, experimenta con una figuración expresiva con ecos del poscubismo. Entre 1955 y 1958 se produce la consolidación de su propio estilo, practicando una pintura de luminoso e intenso colorido donde la materia es aplicada con la espátula en rectilíneos campos de color. El período comprendido entre 1959 y 1962 es conocido como el de las “Cartografías de la ausencia”, ya que así se denominaban, genéricamente, los paisajes que pinta en este momento. Se trata de composiciones en las que, utilizando una perspectiva a vista de pájaro, evoca las tierras de su infancia de las que le desarraigó la guerra. La década siguiente, entre 1962 y 1972, está dominada por los “Retratos apócrifos”, ya que en sus obras aparecen una serie de personajes de la historia de España que habían fascinado al pintor desde niño. El resultado son obras como Averroes, Quevedo, Mariana Pineda, La Celestina, El Grand Inquisiteur o Don Quijote. Es entonces cuando aparece la característica división de los cuadros en viñetas, procedimiento que seguirá utilizando habitualmente.

En la etapa final de su vida, entre 1972 y 1990, continúa practicando intensamente la pintura, realizando, además, importantes series de grabados, como los once aguafuertes para la edición del Lazarillo de Tormes o las doce estampas realizadas para las Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre.

 

Obras de ~: Naturaleza muerta, 1954; Retratos de Albert Camus y Jean Grenier, 1955; Retrato de Mademoiselle G., 1955; Mujeres en burro, 1956; Paisaje con carreta, 1957; Ícaro, 1958; Asturias del recuerdo, 1959; Lejanos campos de Montiel, 1960; Asturias, 1961; Paramera, 1961; Laviana, 1962; Príncipe heredero con nodriza, 1963; Los licántropos, 1964; Figuras, 1967; Todo el año es carnaval, 1967; Los oteadores, 1967; ... Y ellos se juntan, 1969; La Celestina, 1970; La víctima, 1971; El detector de verdades, 1972-1979; La grande invocation, 1973; Alegoría, 1973; Meninas apócrifas, 1973 Carlota Corday, 1973-1974; Drama en nueve cuadros, 1974; Homenaje a E. A. Poe, 1975; Oracle espagnol, 1978; Relato y correlato, 1979; Recit, 1979; Estantigua, 1981; Una historia sin fin, 1982; La memoria recurrente, 1983; Mitologías, 1983; Polifemo, 1986.

 

Bibl.: M. F. Prieto Barral, Orlando Pelayo, Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, 1975; F. Carantoña, Introducción a Orlando Pelayo, Gijón, 1975; J. de la Puente, Orlando Pelayo, Madrid, 1976; G. Xuriguera, Pelayo, París, 1977; V. Aguilera Cerni, Pelayo, Gijón, Júcar, 1980; J. Villa Pastur, Homenaje a Orlando Pelayo, Oviedo, 1989; VV. AA., Orlando Pelayo, pintura y obra gráfica, 1920-1990, Gijón, 1992; J. Barón Thaidigsmann, Orlando Pelayo. Cartografías de la ausencia, Gijón, Fundación Municipal de Cultua, 1996.

 

Satur Noval García