Aldecoa Lecanda, Vicente. Bilbao (Vizcaya), 10.XI.1919 – Madrid, 8.V.1954. Aviador militar.
Hijo de Antonio Aldecoa Olabarrieta y de María Dolores Lecanda Ipiña.
Tras pasar a Francia al iniciarse la Guerra Civil, en julio de 1937 regresó a su ciudad natal y se incorporó como voluntario al Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Begoña, en Neguri. Encuadrado en la Segunda Brigada de Navarra, participó como soldado en las campañas de Vizcaya, Santander y Asturias, hasta el derrumbamiento del Frente Norte. A principios de 1938 pasó con su tercio al teatro de Operaciones de Teruel, combatiendo en los frentes de Huesca y Maestrazgo, hasta Vinaroz y el Ebro, en cuya batalla fue alcanzado por un proyectil de blindado en agosto.
Dos meses después, apenas repuesto de las heridas, se incorporó a la Aviación para formarse como piloto.
Fue seleccionado y enviado a la Base de Tablada (Sevilla), para desde allí pasar a las siguientes fases del curso en las escuelas de Badajoz y Jerez de la Frontera, donde se encontraba al finalizar la contienda por la que se le abonaron dos años, diez meses y cinco días de servicio y dos cruces rojas al mérito militar.
Con el título de Piloto de Avión de Guerra, fue promovido a alférez provisional de Aviación y marchó a Reus para realizar el Curso de Caza. Terminada esta especialización fue destinado a los Fiat CR-32 del 21 Regimiento (Base Aérea de Getafe). Con esa Unidad, formó parte del 22 Grupo Expedicionario al aeródromo de Gando (Las Palmas de Gran Canaria) a finales de 1939.
Tras asistir a un curso de Vuelo Sin Motor —muy potenciados entonces por la carencia de gasolina que impuso la Segunda Guerra Mundial —solicitó los cursos de Transformación para pasar a la escala activa y poder incorporarse a la Academia de Aviación (León). En junio de 1942 se convirtió en profesional del Arma. También había solicitado plaza en la Escuadrilla Expedicionaria que se organizó en 1941 para combatir en el Frente del Este, petición que le fue concedida a finales del año siguiente. Aunque el alférez Aldecoa estaba recién llegado a la Academia, fue autorizado para incorporarse a la Escuadrilla Azul y salió para Morón, desde donde se incorporaría a su tercer relevo.
A finales de enero de 1943, llevó a cabo unas diez horas de vuelo de entrenamiento y combate (aviones Arado y Me-BF 109 E) en una escuela alemana de Francia (St. Jean d’Angely). El 18 de febrero partió hacia el sector de Smolensko, donde las tropas alemanas se batían en retirada haciendo frente a una gran actividad aérea enemiga.
El alférez Aldecoa tuvo su bautismo de fuego en el aire el día 22 de febrero en un servicio de acompañamiento, combatiendo contra cazas Lagg-5 al sur del Volchow. El día 24 consiguió su primer derribo: un Lagg-3 al que vio caer en barrena e incendiarse al llegar al suelo. Hasta junio realizó numerosos servicios de reconocimiento y escolta, sin incrementar su cuenta particular hasta que el día 3 derribó su segundo Lagg-3 y el día 15 del mismo mes, un Lagg-5. En julio, el día 3 hizo doblete: dos Lagg-5 en el mismo combate y uno más el 13. En agosto, otros dos Lagg, uno el día 10 y otro, el 12.
Su historial detallado (horas: minutos/n.º de vuelos) muestra 16:15/5, en febrero; 19:40/21, en marzo; 22:25/23, en abril; 23:33/27, en mayo; 18:05/15, en junio; 41:25/44, en julio y 33:10/36, en agosto.
Aldecoa permaneció casi siete meses en Rusia, hasta los últimos días de agosto de 1943. El comandante Cuadra Medina, inspector de la Escuadrilla, le propuso para la Medalla Militar individual, que le sería concedida, tras el correspondiente juicio contradictorio, el 5 de diciembre. Su ejecutoria antisoviética presentaba nada menos que 117 servicios de guerra, con más de 20 combates y 8 derribos acreditados.
Tras su repatriación (1 de septiembre de 1944) volvió a la Academia de Transformación de León para terminar sus estudios, formando parte de la 3.ª promoción.
En julio de 1946 fue promovido a teniente profesional (con antigüedad 1 de abril de 1941 y 749 horas y 28 minutos de vuelo). Se integró en el Escalafón del Ejército del Aire y fue destinado al Grupo Mixto n.º 4 (Gando, Las Palmas). Dos años después obtuvo, por concurso, una plaza de ayudante de profesor en la Escuela de León, de donde salió tras ascender a capitán en mayo de 1949.
Fue entonces destinado a la Academia General del Aire (San Javier), donde pudo dedicarse como profesor de vuelo, y ejemplar dedicación, a la práctica acrobática, en la que había destacado y que él consideraba de especial interés para la formación de los pilotos militares. También realizó, en Salamanca, el curso de Vuelos sin Visibilidad, y le fueron concedidas facilidades para volar 200 horas como copiloto en la Compañía Iberia, obteniendo así el Título de Transporte Público de Pasajeros.
Al año siguiente, 1952, fue destinado como piloto probador a la Maestranza Aérea de Cuatro Vientos, pero no pudo incorporarse hasta febrero, debido a las secuelas de un accidente (El Carmolí, 5 de junio de 1951, pérdida en despegue con una EE-3) que le tuvo alejado del vuelo durante algunos meses. Para entonces, su fama de acróbata arriesgado y su enorme afición aérea eran bien conocidas, solicitándose sus actuaciones en los festivales de la época. Junto con su paisano Aresti y el rumano Príncipe Cantacuzeno, resultaba imprescindible en cualquier exhibición aérea, participando en multitud de ellas como militar y como miembro distinguido del Aeroclub En mayo de 1954 se celebraba en Cuatro Vientos el II Festival Aeronáutico Internacional. El día 8, después de la actuación de Cantacuzeno en su Bucker- 131 especial, la Bucker ES 1-34 del capitán Aldecoa se estrelló en vuelo invertido, tras completar un doble looping a bajísima altura: “Poco antes de las 7 de la tarde —como dijo en su crónica de Arriba S. López de la Torre—, mientras los reactores cruzaban el cielo a velocidades casi supersónicas demostrando la importancia de la técnica en el progreso de la Aviación, Aldecoa regalaba su sangre en un sublime gesto deportivo de ofrenda a cambio de nada, para demostrar que el otro pilar de la aviación ha sido el bravo corazón de sus mejores hombres.” El malogrado Vicente Aldecoa había contraído matrimonio en 1946 con María Visitación Regueral de Paz. Totalizaba más de 3.000 horas de vuelo y fue ascendido póstumamente a comandante de la Escala del Aire, dejando un imborrable recuerdo de pundonor y valentía.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico del Aire (Villaviciosa de Odón), Exp. personal 14903.
F. Ezquerro, “II Festival Aéreo Internacional”, en Avión, n.º 100 (junio de 1954), págs. 248-260; J. Sánchez-Rocha y J. A. Miguel Casado (dirs.), Enciclopedia de Aviación y Astronáutica, vol. I, Barcelona, Garriga, 1972, págs. 365-366; VV. AA., Historia de la Aviación española, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aérea, 1988, pág. 293; E. Herrera Alonso, Cien aviadores de España, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000, págs. 379-382.
José Ramón Marteles