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Beato Ceferino Giménez Malla

Biografía

Giménez Malla, Ceferino. El Pelé. Benavent de Segriá (Lérida), 1861 − Barbastro (Huesca), 2.VIII.1936. Mártir, beato.

Ceferino Giménez Malla es el primer mártir gitano de la historia de la Iglesia, beatificado por Juan Pablo II el 4 de mayo de 1997. Su padre, Juan Giménez, el Tics, acabó huyendo de casa, y su madre, Teresa, “pedía limosna”. En sus viajes por los Monegros, Ceferino llegó a conocer al bandido Cucaracha, Mariano Gavín, que robaba a los ricos y socorría a los pobres. Varias veces, conmovido por el hambre del gitanillo, lo invitó a comer con él. Era analfabeto, pero muy inteligente y de una memoria feliz. Se bautizó en Fraga. Aprendió a fabricar cestas, cañizos, canastas y espuertas con cañas y sarga, especie de mimbres ribereños.

A sus dieciocho años, Ceferino se casó con la gitana Teresa Giménez Castro. Tres años más tarde nació su otro hermano, Felipe, el Menino.

El Pelé era un mocetón robusto; tenía dientes pequeños, muy fuertes, que conservó hasta su vejez. Fue un rasgo hereditario, porque un pariente suyo lograba torcer con los dientes una cuchara metálica.

Su nieta Maruja recuerda haber oído rezar en catalán a un anciano tío de su padre. “Yo soy medio catalán, medio aragonés”, decía El Pelé. Hablaba caló, lengua pura de los gitanos, muy afín a las que hablan en la India occidental.

La marcha del Tics con una mujer fue un verdadero trauma para la familia. Al Pelé, como hijo mayor, le correspondió hacer de patriarca de la familia.

Ceferino vivió en Fraga y en Alcolea de Cinca, donde dejó recuerdos de hombre de bien, gitano honesto y religioso. A comienzos de siglo se estableció en Barbastro, en el modesto barrio de San Hipólito. El Pelé llamó la atención enseguida por su honradez en los tratos con caballerías. Alquiló una casa en aquel barrio de familias humildes. El Pelé no tuvo hijos en su matrimonio, aunque en 1909 o 1910 adoptaron una niña, Josefina Jiménez, la Pepita, sobrina de Teresa, nacida en Catarroja, Valencia. Le dieron una educación esmerada. En 1912, El Pelé se casó por la Iglesia, en Lérida, para no llamar la atención. Por 1915 se empieza a advertir en Barbastro la profunda religiosidad del gitano (“Iba a misa cada día entre las seis y siete de la mañana”).

Un hecho cambió la fortuna del Pelé. Rafael Jordán, ex alcalde de Barbastro, estaba minado por la tuberculosis. Paseando por el Coso, “junto al abrevadero”, le acometió una hemoptisis, un vómito de sangre. La gente no se atrevía a acercársele, por temor al contagio. Lo vio El Pelé y se precipitó sobre él. Sacó su pañuelo limpio, lo mojó en un caño de la fuente y le limpió la cara y la boca de sangre. Luego, lo levantó con sus robustos brazos, lo animó y lo condujo a casa. Aquel gesto samaritano se divulgó por el vecindario. Simón, hermano de Rafael, que tenía negocios de vinos y licores, llamó un día al Pelé y le propuso en recompensa un negocio: traer de Francia un vagón de mulas que el Gobierno francés estaba liquidando, acabada la Guerra Europea, en 1918. Le dio dinero abundante y El Pelé compró en la frontera las mulas, que fue vendiendo por Jaca, Huesca y el Somontano. Quiso devolverle a Simón el préstamo y la mitad de las ganancias, pero él no se lo permitió. Habiendo pasado de pobre a rico, Ceferino compró la casa donde ya vivía, la embelleció, montó una cuadra por lo grande y decidió ser la providencia visible de los necesitados. “Era como el alcalde de los gitanos.” Intervenía en los pequeños conflictos de gitanos y payos. En los inviernos del somontano salía a caballo con su amigo El Ferruchón a llevar socorro, víveres y dinero a los gitanos de toda la comarca: Azlor, Abiego, Azara, Peralta, Hoz... Ayudaba a familias bajo el puente, a gitanas con niños en la miseria o recién nacidos y todo lo hacía con mucha discreción, a escondidas. “Nos enterábamos porque los pobres nos lo contaban.” Teresa, su mujer, empezó a alarmarse, y con razón.

Hizo una gran amistad con un abogado de valía, catedrático de Derecho y cónsul de Venezuela, Nicolás Santos de Otto, a cuyos hijos éste educaba y alegraba con sus relatos. Santos de Otto lo defendió cuando lo acusaron falsamente de haber robado unas mulas. Conoció también El Pelé a Joaquín Costa y al oírle hablar de la nueva política hidráulica, de canales y pantanos que necesitaba España, pedía a gitanos y payos que lo votasen.

En 1922 quedó viudo. Sólo le quedaba Pepita, de diecisiete años; ocho meses después arregla su matrimonio con Juan Alfredo Jiménez Gabarre, apodado el Lisardo. De ellos descienden las nietas y biznietas del Pelé, que asistieron a su beatificación. Les entregó el piso y él vivió en otro alquilado por Santos de Otto. Las nietas querían ir con él, y Maruja, la mayor, veía cómo por la noche rezaba con una vela ante el retrato de su mujer, y lloraba.

Se adhirió a la Adoración Nocturna y se inscribió en la Orden Tercera Franciscana. Rezaba el rosario hasta por la calle y se entregó a la catequesis de los niños. Los llevaba de excursión hacia la Boquera y les contaba historias de la Biblia y episodios nacionales. Tenía un don especial con los pequeños. Se ponía a su altura, se arrodillaba incluso para hablarlos. Iba con sus nietas a la exposición del Santísimo y, al cantar, le veían correr las lágrimas.

Al estallar la Guerra Civil e iniciarse la persecución religiosa, Barbastro cayó en manos de los anarquistas. El 18 de julio, sábado, por la noche, se constituyó el Comité Antifascista. El 19 empezaron las detenciones de sacerdotes, católicos, personas de “derechas” o “fascistas”. A las once de la mañana, El Pelé vio cómo se llevaban preso al cantor de la catedral. Él les reprochó a los anarquistas aquella tropelía; se le echaron encima y le encontraron un tajavante y un rosario. Inmediatamente fue encarcelado. En la cárcel rezaba abiertamente el rosario. Eugenio Sopena, secretario del Comité, y su hija Pepita trataron de que les entregara el rosario. “Si no, lo pasará mal, tío”, a lo que él contestó: “Hija mía; me lo han quitado todo. Lo que no me quitarán es rezar”. Lo fusilaron, atado con un sacerdote, el 2 de agosto, en el cementerio. Por la mañana un sobrino lo encontró en un charco de sangre y con el rosario entre sus dedos. En 1993 empezó su causa de beatificación, y el 4 de mayo de 1997 fue beatificado como mártir de la fe junto con el obispo de Barbastro, Florentino Asensio Barroso, a quien habían sometido antes a tremendas amputaciones.

 

Bibl.: A. Fandos, “El Pelé”, un gitano con madera de santo, Barcelona, Secretariado Gitano, 1974; M. Riboldi, Un verdadero caló, Milán, La Voce, 1993; G. Campo Villegas, Ceferino Giménez Malla “El Pelé”: el primer gitano mártir de la historia, Madrid, Edice, 1997; E. T. Gil de Muro, Ay, gitano (isna, calorro): biografía de Ceferino Giménez Malla, mártir, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997; VV. AA., Gitano mártir, Milán, 2003 (vídeo).

 

Gabriel Campo Villegas, CMF